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Líderes de opinión

Superhéroes al diván Fobia al Homo Deus: Watchmen y el Dr. Manhattan

By Líderes de opinión, Voces Univa No Comments

Dr. Fabián Acosta Rico • Docente e Investigador UNIVA Plantel Guadalajara

 

Hay a quienes no les interesa o les es ajeno el mundo de los cómics; no obstante, a muchos sorprendió el boom de la batimania para finales de los años 80, originada por la buena recepción en cines de la versión del “murciélago de Ciudad Gótica” de Tim Burton. Antes de este suceso mundial, las historietas y con ellas los superhéroes eran un asunto de jóvenes y de adultos conocidos en la escena de la cultura pop como frikis.

Ahora, los superhéroes estaban de regreso. Uno de las grandes plumas del mundo del cómic, Alan Moore, dignificó el género con su novela gráfica, Watchmen regalándonos una historia con alto valor literario, personajes complejos y temáticas de actualidad y de relevancia política, social e incluso filosófica. Con de Watchmen, los superhéroes pasaban a ser un artículo de consumo también para un público culto.

En la aclamada novela gráfica de Moore, todo comenzó cuando en los años treinta del siglo pasado los criminales empezaron a usar máscaras para no ser identificados por la policía. Genial idea. El delinquir común se volvió una verdadera fiesta de disfraces. A imitación, los policías completaron el carnaval citadino vistiendo también heroicos trajes. Surgía así la primera generación de superhéroes. En estricto sentido, eran en realidad una partida de ciudadanos comunes, bien intencionados, con máscaras, capas y mallas. El primer, único y verdadero metahumano surgiría, décadas después, de un accidente de laboratorio. Los seres humanos jugando, cual dioses imprudentes, con las partículas subatómicas darían nacimiento a un ser capaz de alterar la realidad en su estructura molecular. El Dr. Jonathan Osterman accidentalmente quedó encerrado en una cámara de prueba donde se experimentaba con energía nuclear. Sólo quería recuperar sus lentes. El artefacto se puso en funcionamiento en automático. El cuerpo del científico, en un santiamén, quedo desintegrado. La aparente desgracia resultó ser toda una apoteosis. El Dr. Osterman resucitó con un cuerpo resplandeciente de tonos azulados. Sus extraordinarias habilidades lo convertían en algo más que un súper-tipo, él era lo más cercano a un dios. Capaz de tele-transportarse a cualquier parte de la tierra e incluso del sistema solar, el mundo le quedaba chico y los seres humanos poco a poco le empezaron a resultar indiferentes.

El lema que guía moralmente a Spiderman es: “todo gran poder conlleva una gran responsabilidad”; y un poder que va más allá de lo imaginable suscitará, por obvias razones, la desconfianza y el miedo. Batman, por muy amigo que sea de Superman, tiene trazado un plan de contingencia para él y para todos los demás miembros de la Liga de la Justicia, por si repentinamente se vuelven malvados y deciden utilizar sus súper-poderes para tiranizar o abusar de la humanidad.

Con el Dr. Manhattan hay muy pocas previsiones que tomar. Había que atenerse a su complacencia y apostar a que conservara, después de su transformación, un mínimo de empatía por los seres humanos. Y así ocurrió al menos por un tiempo. Durante la presidencia de Nixon ganó para su gobierno la Guerra de Vietnam. Y esto resultó poca cosa si la comparamos con el hecho de que los soviéticos le temían; el Dr. Manhattan era el arma disuasiva que mantenía amagado el poderío nuclear comunista. Luego de pelear las guerras de su país y de ser todo un garante de la paz, se sumó a una alineación de superhéroes en la que estaba su viejo conocido, el Comediante (el tipo rudo y desalmado del equipo) Búho nocturno II, Espectro de seda II, Rorschach y Ozymandias (el hombre más inteligente del mundo).

Igual que en el comic, en la película (de la cual partimos en este análisis) todo comienza con la muerte del Comediante. Rorschach (el misterioso personaje de la máscara de test psicológico, cambia formas) se obsesiona con este asesinado y emprende toda una investigación. Cree este sociópata de oficio vigilante que la muerte de su amigo no fue una simple venganza; sus instintos le dicen que hay algo más grande, una mente orquestando el exterminio del resto de los miembros de su equipo. Permitiéndome adelantar el final, el genio de tras de este asesinado fue precisamente el rico empresario, Ozymandias. Con engaños convenció al Dr. Manhattan de construir un artefacto que replicaba su poder y produciría energía ilimitada. Este sofisticado dinamo sería utilizado en realidad como arma para destruir varias ciudades del orbe. El Comediante sabía de estos planes y lo pagó con su vida.

Ozymandias concretó su plan y los gobiernos del mundo: comunistas, capitalistas y no alineados, quedaron convencidos que la destrucción de una decena de mega polis como Hong Kong había sido perpetrada por el Dr. Manhattan. La devastación tenía impresas sus huellas. Rusos y estadounidenses hicieron las paces ante un enemigo común.

Muchos idealistas y soñadores como Herbert Marcus y con él, todos los hippies de los sesenta, imaginaron que las naciones del mundo, los pueblos de todos los rincones del planeta superarían sus diferencias, apaciguarían sus odios y domesticarían sus pulsiones violentas por el poder más grande de todos: el amor. El amor crearía una nueva civilización y haría posible la utopía de la hermandad universal.

Los cómics e historias de superhéroes como Watchmen nos enseñan, como bien lo decía Maquiavelo, que más poderoso que el amor es el miedo. Decía el autor de El Príncipe, si tú, gobernante, tienes que elegir entre el amor o el miedo de tus gobernados elige el miedo: más que el aprecio gánate el respeto y la sumisión de tus súbditos. El miedo es una emoción muy auténtica. Bien dice el refrán: “cuando miedo hay ni coraje da”. Como lo cuenta la película, hasta que tuvieron a un homo deus a quien temer y por tanto odiar en común, las superpotencias dejaron de apuntarse entre sí con sus ojivas nucleares.

Ya no por accidente, es muy probable que el Homo Deus un día emerja de un centro avanzado de investigación transhumanista, como lo propone la novela gráfica de Warren Ellis, Super God. El día que eso suceda, no tendremos como humanidad motivos para festejar, sino más bien para temer. El suprahumano, igual como puede ocurrir con la inteligencia artificial (AI) no estará allí para cumplir con las leyes de la robótica de Isaac Asimov. Sin querer escucharme integrista, puede ocurrir que deseando crear a Dios es probable que terminemos dándole existencia no a un Dr. Manhattan (él al final de la película enfadado de la humanidad se va a explorar otros mundos) quizás lo que surja de nuestros tubos de probeta sea un Darkseid o un Ultron, es decir, una creatura más que divina… artificial, fría, desalmada y amoral a quien le seremos indiferentes o incluso desechables; nuestro falso Dios podría terminar siendo nuestro contemporizado diablo.

La diferencia como participación

By Líderes de opinión, Voces Univa No Comments

Dr. Fernando Sánchez Martínez • Docente UNIVA Plantel Guadalajara

 

La participación es uno de los principios de la Doctrina Social de la Iglesia que tiene como función establecer los marcos de relación entre la sociedad mediante la cual cada uno de sus ciudadanos puedan ejercer de manera libre y responsable aquellos derechos que implican el trabajo colaborativo en la búsqueda del bien común.

En la actualidad, la participación como principio rector de la democracia, se ha visto desplazada por el presidente de la República como una manifestación claramente limitada o restringida, ¿en qué sentido? Desde el diálogo que como dinámica interna de construcción social no a funcionado como debería, sino todo lo contrario, los señalamientos, juicios político – televisivos ante quienes piensan diferente, son diferentes, participan de la vida social y política de manera diferente, los que llevan a cabo acciones en favor de la sociedad en general pero, fuera de los marcos establecidos por el oficialismo de manera diferente, son desde esta perspectiva, confabuladores, hipócritas, enemigos del Estado, tal pareciera que no son ciudadanos con derecho a manifestarse, a construir de manera distinta, a colaborar en la democracia como oposición para contribuir a la vida política, cultural y económica del país.

Esto es sin duda, una situación grave para el contexto mexicano, ya que, si es imperativo “un fuerte empeño moral, para que la gestión de la vida pública sea el fruto de la corresponsabilidad de cada uno con respecto al bien común” (DSI, 189), la corresponsabilidad quedará mermada como consecuencia de la incapacidad de dialogar, construir juntos, trabajar juntos en la búsqueda de una sociedad más justa, más solidaria.

Ello con menoscabo del bien común y todo lo que esto implica, acabar con la pobreza, la búsqueda de una educación de calidad inclusiva, la reducción de las desigualdades, el acceso a los servicios de salud, la reducción en el uso de combustibles fósiles que habla del compromiso con una ética intergeneracional en cuanto al cuidado del medio ambiente, entre otros problemas sociales.

De ahí la importancia del empeño moral para mejorar las condiciones sociales, salvaguardar la democracia y la dignidad de la persona, por lo que, desde una visión cristiana de la vida, la responsabilidad cívica implica interesarse por las cuestiones trascendentales que aquejan al país, ser escuchados, el trabajo colaborativo, el diálogo, la comprensión de las diferencias culturales, religiosas, políticas, sociales, superando los obstáculos para la participación solidaria en comunidad.

Por lo que, como seres humanos, somos iguales, pero diferentes al mismo tiempo, he ahí la riqueza no solo democrática, sino cultural, religiosa, social: la diferencia.

Publicado en El Semanario Arquidiocesano de Guadalajara del domingo, 8 de noviembre de 2020.

El debate federalista

By Líderes de opinión, Voces Univa No Comments

Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

El debate entre federalismo y centralismo ha sido una constante en la historia de México. En el siglo XIX se resolvía por medio de golpes de estado y levantamientos armados. En el siglo XX la fuerza del presidencialismo, reviviendo el porfiriato, lo mantuvo estático. El siglo XXI amaneció con la debacle del presidencialismo, así que no era necesario esperar mucho antes de que nuevamente surgiera esa tensión permanente, a falta de una madurez política sustentable.

El debate ha oscilado igualmente entre cuestiones de ideas, conceptos de soberanía, autonomía política, diferencias jurídicas, o simple y llanamente, se ha centrado en cuestiones de dinero.

Desde una mirada muy simple y prejuiciada la cuestión radicaría en definir quién se va a robar el dinero de la gente, si la federación o los estados, o a qué partido favorecerá el gasto público ejercido y, por lo tanto, gasto clientelar. Ya sólo estos asuntos, así mirados, podrían desencadenar guerras, pues “poderoso caballero es don dinero” y “con dinero baila el perro”. Pero no es tan sencillo.

Desde el punto de vista de una justicia distributiva, que ya sabemos que no es justa porque no es equitativa, los estados que más riqueza produce quieren recibir una mayor aportación, o en su defecto, “salirse” del convenio fiscal. La actual postura, al menos formal, es que los estados más pobres reciben la ayuda de los más ricos a través de una mayor percepción de dinero, aún si producen poco. Para ello, la federación se ha dado a la tarea de controlar cada vez mayor número de impuestos, más de los que la propia constitución determina como impuestos federales.

De hecho, parte del debate actual radica en este punto: ya que la federación se está llevando impuestos que no le corresponden y, además, los redistribuye de manera aleatoria, diez estados de la república amagan con salirse del convenio fiscal, amago ambiguo, pues lo que debería hacerse es un nuevo convenio fiscal, si el anterior es ya irreformable.

Y, sin embargo, desde la perspectiva de la sociedad, el problema no es quién distribuye el dinero, sino con qué honestidad e inteligencia lo hace, también, a quienes más aportan les gustaría saber hasta dónde ese apoyo excepcional a las regiones menos productivas las ha hecho producir más o sólo ha logrado hacerlas más dependientes y atenidas.

Todo saldría mejor si tuviésemos una sociedad democrática participativa, algo que ningún gobierno, estatal o federal, se ha preocupado en fomentar, preocupados como suelen estar todos en asegurarse la siguiente elección. En su lugar sólo hemos tenido simulacros de consultas ciudadanas, o toma de decisiones por mayoría de los asistentes a un encuentro, que de ningún modo representan a la totalidad.

En el entretanto debería inclinarse el esfuerzo en consolidar, depurar, garantizar y hacer confiable a la auditoría general de la nación, con la finalidad de que la ciudadanía esté segura de que la riqueza por todos producida se usa de manera honesta, invirtiéndola en aquello que la hace más productiva, sin dejar de apoyar, contra resultados, a las regiones más pobres del país.

 

Publicado en El Informador del domingo 8 de noviembre de 2020

Un año más de impulso

By Líderes de opinión, Voces Univa No Comments

Mtro. Luis Gonzalo Hernández Camacho • Docente de CEA y Negocios Internacionales

 

El crecimiento económico es necesario. La producción de un país se mide por el producto interno bruto (PIB). La tasa de crecimiento de esta variable mide el crecimiento de una economía. Es importante identificar la evolución económica en el tiempo. Han existido en nuestro país momentos de gran crecimiento, otros de bajo crecimiento, pero, el año que va a terminar (2020) será de no crecimiento. Observemos la evolución histórica en los últimos ochenta años. El periodo señalado alcanza a toda una generación. Ochenta años es la vida completa de una generación.

Qué prácticas se llevaron a cabo en la economía para crecer a una tasa de más del seis por ciento. En el primer periodo, se reconocen dos etapas:

La tasa de crecimiento en cada una de ellas se sitúa entre el seis y siete por ciento.

A partir de estos datos se visualiza la clave del crecimiento: La industrialización. El escenario anterior nos impulsa a buscar alternativas de creación de negocios. Establecer una empresa es una decisión autónoma. La influencia de diversos factores se encuentra detrás de la toma de decisiones de creación de empresas. Pero al final, es el emprendedor quien decide cuándo, dónde, cómo y por qué crear una empresa. Es decir, es una decisión autónoma. En este sentido es loable la labor universitaria, en particular, la que desarrolla nuestra universidad para promover la creación de empresas. La UNIVA que realiza anualmente el evento Negotendencias, este año 2020 lo título: “Retos hacia una nueva década”.

Transitar en el proceso de creación de negocios y consolidar empresas es la clave del crecimiento económico. Vislumbramos que la economía mexicana crecerá más en los próximos treinta años que en los últimos treinta. En nuestra universidad se impulsa en varias formas el crecimiento económico. ¡Muchas felicitaciones!

La importancia del contexto social en el desarrollo de Diabetes Mellitus Tipo II

By Líderes de opinión, Noticias No Comments

Dr. Roberto Magaña Espinoza • Coordinador académico UNIVA plantel Colima Médico cirujano y partero. Educador en diabetes por la Federación Mexicana de Diabetes y especialista en Educación Integral para la Salud por la UNIVA.

 

La diabetes mellitus tipo II (DMII), es actualmente uno de los problemas de salud que más aquejan a la población mundial. Se encuentra dentro de las primeras cinco causas de muerte en el mundo después de las enfermedades cardiovasculares. Las agendas y políticas públicas se han enfocado en tratar de mitigar esta epidemia invirtiendo los esfuerzos y recursos en el tratamiento médico de la enfermedad, para evitar sus temibles complicaciones, pero muy poco se ha llevado a cabo para corregir los factores socioculturales y económicos de la población, mismos que están presentes en el contexto social, laboral y familiar de los pacientes con DMII.

El concepto de salud en el ser humano ha tenido varios modelos y enfoques a lo largo de la historia de la humanidad. Desde la visión biologista, el modelo médico tradicional, la visión higienista, el empirismo anatomopatológico, entre otros. Pero no fue sino hasta el siglo XIX en el que aparece una visión que hasta ese momento no había sido relevante: la vida social del individuo como el origen de la enfermedad. Y aunque a partir de 1947, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) consideraría que la salud es el completo estado de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedad, su visión siguió centrada en el individuo y no en el problema de la salud de los colectivos (Dary, 2005).

La DMII es actualmente una de las enfermedades crónicas degenerativas no transmisibles que más aquejan a la humanidad, llegándose a considerar una pandemia que afecta tanto a países desarrollados como a países en vías de desarrollo.

El número estimado de adultos que viven con diabetes se ha elevado a 366 millones, lo cual representa el 8,3 % de la población mundial adulta y se calcula que para el año 2030 aumente a 552 millones (Ramón, 2013). En México, la DMII es la segunda causa de muerte en adultos.

 En las últimas décadas se ha comprobado que el desarrollo de la DMII en individuos sanos está ligado a factores de riesgo relacionados con el estilo de vida de la sociedad contemporánea, como lo son los hábitos nutricionales no saludables, el sedentarismo y la obesidad y sus complicaciones, como las enfermedades renales, la perdida de la visión y la perdida de extremidades, generan un gran impacto psicosocial, afectando la calidad de vida de las personas y los recursos públicos en la atención de estos mismos.

A pesar de lo anterior poco se han enfocado las políticas públicas en atender de forma clara y precisa los factores de riesgo antes mencionados, fomentando el cambio de los malos hábitos de alimentación y revirtiendo la baja o nula actividad física en ciertos sectores de la sociedad.

Muchos de estos malos hábitos nutricionales provienen del contexto cultural en el cual la comida es un elemento importante en las relaciones sociales y en las muestras de afecto entre los individuos. Es bien sabido por todos que en muchos casos el éxito de un evento familiar o social se juzga por la “calidad” de la comida y la bebida que se ofrecen a los asistentes, teniendo en México las comidas tradicionales un alto contenido calórico.

Así mismo en el ámbito familiar las creencias sociales de degustar una bebida gaseosa con alto contenido calórico “en familia”, puede ser clara influencia de los mensajes mercadológicos de las compañías productoras de las bebidas, aunado al bajo costo de las mismas y la disponibilidad de estas cerca de todos los hogares de alto o bajos recursos.

Desde hace algunos años se publicó un estudio donde se hace referencia de la relación que existe entre el consumo de bebidas gaseosas de alto contenido calórico y el desarrollo de DMII, siendo México el mercado más rentable del mundo para estas compañías con el mayor consumo per cápita (Antonio, 2008).

En lo referente a la baja o nula actividad física por parte de algunos sectores de la población, es bien sabido que los altos índices de inseguridad aunada a la avanzada tecnología de los videojuegos y gadgets que utilizan los jóvenes, y que son sumamente atrayentes, han provocado que las generaciones actuales de niños y adolescentes recurran menos a andar libremente jugando por las calles como lo hacían las generaciones de hace tres o cuatro décadas y anteriores. A pesar de que se hacen algunos esfuerzos por tener zonas de esparcimiento adecuadas o lugares públicos acondicionados, no se llevan políticas públicas concretas para incentivar a la población a realizar actividad física recreativa de una manera cotidiana en lugares seguros.

Por último, en lo referente al contexto laboral y económico, las largas jornadas de trabajo y los bajos ingresos de las familias mexicanas, en conjunto con los factores antes mencionados me llevan a pensar que el desarrollo de la DMII no es sólo el desarrollo de una enfermedad y de un problema de salud, sino que se trata de la manifestación de un fenómeno social, que no se ha abordado de forma adecuada en las dos últimas décadas, repercutiendo en la calidad de vida de las personas que la padecen y en el gasto social de los tratamientos médicos y hospitalarios que solamente mitigan un poco o retrasan la aparición de las complicaciones derivadas del inadecuado control de la misma.

Es necesario y urgente que la medicina preventiva que ha tomado mucho auge los últimos años se enfoque en analizar y comprender más a profundidad los contextos sociales de la población mexicana, para así lograr crear políticas públicas que logren de manera efectiva modificar poco a poco los malos hábitos y creencias erróneas de la población, para así comenzar a disminuir la aparición de nuevos casos de DMII sobre todo a edades tempranas.

 

 

Referencias

  • Antonio, R. J. (2008). Consumo de bebidas para una vida saludable: recomendacionas para la población mexicana. Salud pública, 173-195.
  • Dary, C. M. (2005). La salud y la promoción de la salud: una aproximación a su desarrollo histórico y social. Cienc. Salud (Bogotá (Colombia), 62-77.
  • Ramón, C. L. (2013). Diabetes mellitus hacia una perspectiva social. Revista Cubana de salud pública, 331-345.

Una clasificación de los extraterrestres de la ciencia ficción y la ufología según sus intenciones

By Líderes de opinión, Voces Univa No Comments

Dr. Fabián Acosta Rico • Docente-Investigador UNIVA Plantel Guadalajara

 

“Un mundo nos vigila” era la frase de batalla del ya casi legendario Pedro Ferriz, uno de los pioneros en México y en América Latina en el tema ovni. Luego vendría Jaime Maussan del programa Tercer milenio a tomar el papel del “profeta” de los avistamientos y encuentro con extraterrestres; celebres y muy recordados fueron los reportajes de este periodista acerca del ahora mítico chupacabras.

Se podría decir que el tema ovni tuvo décadas de auge y de interés entre las grandes audiencias y público entre los años 70 y todavía hasta principios del 2000; en nuestros días ya ha decaído el gusto por alienígenas y esto se ve reflejado en el cine; últimamente ya no han salido nuevas películas sobre encuentros cercanos de ningún tipo y en las librerías de nuevo y de usado, ya escasea la literatura sobre el tema.

Los extraterrestres ya no están de moda; pero siguen siendo tema de conversación y muchas personas creen en ellos más, incluso, que en los duendes o en las brujas, como lo demuestra la encuesta presentada por el periódico El País en el 2017. En dicha encuesta levantada por la agencia consultora Glocalities, México y Rusia encabezan la lista de países con menos escépticos al fenómeno ovni y a la posibilidad de que exista vida inteligente en otros planetas; en porcentaje, el 61% y el 68% respectivamente, de los encuestados de estos países respondía que “Sí” a la pregunta de que no estamos solos en el universo.

En el presente artículo pretendo mostrar una sencilla clasificación de los extraterrestres que desfilan por las series de televisión, videojuegos, películas y en la literatura especializada.

A mí entender los alienígenas o turistas interplanetarios, están clasificados en dos grandes categorías en el imaginario ufológico, según sus intenciones y papel a jugar serían estas, por un lado, los visitantes y, por el otro, los guías; a su vez, cada una de éstas se subdividiría en malignos y benignos. Tenemos entonces cuatro categorías básicas que son explayadas y recreadas, como ya dije, en la literatura de ciencia ficción y, sobre todo en la ufología e incluso en la propia ciencia moderna. Para ésta última, con base en argumentos seriamente sensatos, como los expuestos por el astrofísico británico, Stephen Hawking, los extraterrestres, por mera probabilidad, en realidad existen en esta o en otras galaxias. Los que con toda posibilidad pudieran responder a las señales que mandamos al espacio serían, con toda seguridad, dueños de una adelantada tecnología quizás muy superior a la nuestra.

Ante nuestra invitación, estos hombrecillos verdes estarían tentados en venir; pero, como en la novela de H. G. Wells, la Guerra de los mundos, en películas como la de Día de Independencia (1996) y Señales (2002) o series como V: Invasión Extraterrestre… no vendrían en son de paz ni con buenas intenciones. En estas obras de ficción (y en otras más de una larga lista) el que sale a relucir es el tipo de extraterrestre que no queremos: el visitante maligno (o invasor) quien, al vernos y evaluarnos comparativamente, en nuestra calidad de seres inferiores con un planeta sumamente rico en recursos, optarían ya sea por depredarnos, saquearnos o ambas cosas.

Estos visitantes ocasionales, nos lo advierte fatalistamente Hawking, desencadenarían un verdadero apocalipsis sobre la humanidad y vendrían, en todo caso, a agravar nuestros problemas sociales, económicos y ambientales. El sueño de hacer contacto con otras formas de vida extraterrestre tiene aparejado un miedo; un miedo añejo sobre todo de los pueblos occidentales, el cual, evoca un remordimiento por una deuda no saldada con los pueblos nativos de América, África y Oceanía. Podría suceder, en una voltereta del destino, que se repitiera la historia del colonialismo moderno ahora con distintos actores de mundos diferentes. Qué tal si llegaran del espacio sideral conquistadores que, sobrados en sus ínfulas de superioridad, no tuvieran compasión alguna en su propósito de destruir nuestra civilización, esclavizarnos y explotar un mundo que reclamaríamos y defenderíamos como nuestro. Como se ve, mutatis mutandis, esto ya ocurrió durante el “descubrimiento” y conquista de América.

Por otro lado, la única ganancia entre tantas perdidas podría ser que forzados por este belicoso encuentro cercano del tercer tipo, se despertaría entre los pueblos y los gobiernos del mundo una conciencia planetaria y, como en la novela gráfica Watchmen de Alan Moore, pactaríamos entre nosotros la paz para enfrentar una amenaza extraterrestre común.

Otra posibilidad contemplada en este hipotético y futuro encuentro con viajeros del espacio exterior es que también lleguen ocasionalmente a la tierra; pero al estar en todo sentido, más evolucionados que nosotros y siendo dueños de un grado de conciencia superior, adviertan el mal que estamos ocasionando a nuestro mundo, a la naturaleza y a nuestra propia espacie y, en un acto de bondad y generosidad, decidan rescatarnos de nosotros mismos; esta es la idea central de la película El día que la tierra se detuvo (1951); o quizás nos compartan para nuestro auxilio, un poco de sus avances tecnológicos o culturales como lo explica otra película: La llegada (2016).

En este mesianismo alienígena la humanidad reconocería de frente a las estrellas, su ineptitud y aceptaría sumisa la guía de sus maestros celestes. Los libros de J.J. Benítez, Caballo de Troya, los cuales insinúan el posible origen alienígena de Jesucristo, respaldan la hipótesis de que los seres humanos necesitan de dichos guías interestelares que les vengan a sacar del error y despejen la oscuridad de su ignorancia.

Aparte de la categoría de los visitantes ocasionales, está la de guías malignos o benignos de la humanidad. En esta categoría se parte de la premisa de que ya hemos hecho contacto con los extraterrestres, pero no de forma oficial, como en la película Hombres de Negro (1997); y no sólo eso, además ellos tienen el control del destino de la humanidad. Un experto en este tipo de teorías conspirativas ufológicas es el exjesuita Salvador Freixedo; quien sostiene la aventurada hipótesis de que los dioses de las mitologías, incluido también el del judeocristianismo, fueron y son en realidad extraterrestres que tiránicamente sometieron a los pueblos de la antigüedad y ahora están de regreso, blandiendo las mismas malignas intenciones. Ellos son los verdaderos amos del mundo; pero su dominio lo ejercen de manera secreta u oculta.

También entra en esta categoría la teoría conspirativa de los alienígenas con apariencia de reptiles y forma humana, conocidos como “reptilianos”, supuestamente desenmascarados por el exjugador de fútbol británico y comentarista deportivo, David Icke. Estos alienígenas-guías-malignos dominan el mundo haciéndose pasar por seres humanos normales; asumen roles importantes de todo tipo, desde monarcas, como la reina Isabel II de Inglaterra, hasta artistas como Angelina Jolie.

Por último, en la categoría de extraterrestres-guías-benévolos estarían seres como los perfilados por la neomitología pleyadiana. De entrada, a los pleyadianos los describen sus creyentes como menos mundanos que los reptilianos; los podríamos definir como una puesta al día de los maestros ascendidos de la Teosofía de H. P. Blavatsky.

Provenientes supuestamente de las estrellas Pléyades, estos alienígenas de apariencia más que humana angelical, fueron los creadores de la humanidad; con su ADN fuimos confeccionados, por tanto, estamos emparentados genéticamente con ellos, de allí que nos parezcamos, aunque en concurso de belleza y carisma nos ganarían. Como sea, los pleyadianos están de regreso y ejercen una influencia sutil sobre la humanidad cumpliendo con su misión de ayudarnos a dar un salto evolutivo hacía una espiritualidad más elevada; al final, nos moldearán con su ciencia casi celestial para ser como ellos: seres de luz y de bondad.

En las categorías visitantes benignos y guías malignos y benignos, los teorizadores de estas doctrinas ufológicas tentativamente, también les pueden atribuir o no, a estos viajeros de otros mundos, la creación o modelación de la humanidad tal y como lo dice la versión más audaz de la panspermia. Considerándolos entonces como creadores, padres o dioses.

Youtuberos

By Líderes de opinión, Voces Univa No Comments

Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Todo comenzó en 2005, cuando tres jóvenes estadounidenses, crearon en la web un espacio para que cada quién hiciera sus propios programas de televisión, es decir, sus videos, y los subiera para la vista de todos; de por sí “Youtube” significaría, en lenguaje coloquial, “tu tele”. Un año después la empresa valía 1,600 millones de dólares, que pagó Google para quedarse con la iniciativa.

Muy pronto a quienes hacían videos para subirlos a las redes se les llamó, en español castizo, “youtuberos”, y todavía más pronto muchos comenzaron a hacer negocio con este trabajo. Los iniciales videos de amigos en fiestas o excursiones pronto dieron paso a programas, documentales y noticieros domésticos, pero también a inversiones especialmente hechas para generar programas con todo tipo de intenciones políticas y sin el menor escrúpulo a la hora de divulgar “falsas noticias” con todos los recursos para que parecieran verdaderas. En ocasiones “todos los recursos” se redujeron a los mínimos posibles siempre y cuando sirvieran para esparcir cuantas ocurrencias viniesen a la mente del productor y, sobre todo, del patrocinador.

Hoy día en Youtube podemos encontrar producciones especialmente destinadas a desprestigiar a tal o cual país, algunos de éstos, se dedican a desprestigiar cuanto tenga que ver con China, otros se la toman en contra de tales o cuales personajes públicos o privados, sea para favorecer a éste en contra de aquél, o justificar todo tipo de acontecimientos, si son simpatizantes, o minimizarlos y devaluarlos si son oponentes.

Hay programas donde aparece un par de jóvenes diciendo mentiras del tamaño del planeta con una firmeza impresionante, o comentaristas aislados haciendo lo mismo.

La vastedad y sobre todo la variedad en el grado de veracidad de los programas que se pueden ver en Youtube, convierte este sitio en un verdadero terreno minado, en un jardín donde se mezcla lo real con lo aparente, las frutas de plástico y los paisajes inexistentes, con los escenarios reales y las frutas comestibles. Si en el pasado la falta de información y el reducido acceso a la educación hizo a la gente aceptar que no lo sabía todo, hoy debemos aceptar que creemos saber todo, pero no podemos estar seguros de nada, ya que en todas las redes informativas circulan más los intereses que la búsqueda de la verdad.

Pero además de las manipulaciones políticas y comerciales de este recurso, existe el mundo de los aficionados que no solamente buscan la fama de tener muchos seguidores, sino también la ganancia. En efecto, desde el momento en que tener seguidores en Youtube significa obtener dinero, lo de menos será el modo que emplees para lograrlo; por cada seguidor que le da “clic” a la campanilla, la empresa obtiene un peso, del cual da veinte centavos al youtubero, así que el reto es hablar de lo que sea, en especial de lo que resulte más escandaloso, con tal de obtener miles de seguidores, y ver cada mes los resultados en la cuenta bancaria.

Que de este manejo puedan derivarse consecuencias desastrosas para personas, instituciones y países, o es lo de menos o es justo lo que se pretendía.

Publicado en El Informador del domingo 25 de octubre de 2020

País inflamable

By Líderes de opinión, Voces Univa No Comments

Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Son muchas las hogueras prendidas en México y latente el riesgo de que se intercomuniquen y acaben incendiando al país. Hay serios problemas en Chihuahua sea porque este año no llovió, sea porque hay compromisos de entregar agua a Estados Unidos, en Michoacán se siguen bloqueando las vías férreas por el activismo magisterial, se ha creado un grupo de gobernadores disidentes, el líder de la COPARMEX ha organizado un grupo de oposición, según esto, con carácter propositivo, sin mencionar otros grupos impresentables; existen además sectores sociales insatisfechos por el desabasto de medicamentos oncológicos, o por la violencia de género; muchas de las decisiones del gobierno federal están generando inconformidad, si no por los fines, sí por las formas, encima vivimos en una evidente crisis económica mundial agravada por la pandemia, que genera pobreza y desempleo, mientras las redes sociales se inundan de todo tipo de noticias y comentarios con frecuencia francamente psicóticos.

La delincuencia de todos los tipos sigue creciendo y adueñándose del país entero, la cifra de desaparecidos aumenta cada día, el robo, los fraudes electrónicos, la violencia urbana y la familiar, las incontables fosas clandestinas, el tráfico y la venta indiscriminada de drogas a todas horas, la rebeldía social ante las medidas de confinamiento sanitario, los gobiernos rebasados en sus tres niveles, parecemos una sociedad en estampida, azuzada por toda clase de pirómanos y provocadores, ansiosos por prender la mecha, con rostros desencajados, vociferando en la plaza pública, en los congresos o en las redes sociales, todos señalando y condenando, pero nadie haciéndose cargo de nada que no sea esta promoción de la anarquía.

Y frente a este país que se torna tan inflamable, la clase política sigue en su gruesa burbuja de cristal, promoviendo nuevos partidos, es decir, nuevas sangrías al erario público, sumergidos en guerras intestinas por lograr la dirigencia, es decir, el dominio de la inminente bolsa de trabajo, una clase preocupada única y exclusivamente por las próximas elecciones, por ver quién se queda con tal o cual alcaldía, para quiénes serán las nuevas vacantes en la cámara de diputados federal o en las estatales, subiéndose al carro de los inconformes sólo para defender intereses personales, culpándose unos con otros en vistas a ganar curules, y usando toda la maquinaria federal o estatal en aras de las inminentes campañas del 2021. Pero ¿no es lo mismo que está sucediendo en Estados Unidos, donde ya no hallan más lodo que aventar al contrincante? ¿No se enfrentan en Brasil y en Argentina opositores y defensores de sus respectivos gobiernos? ¿No estamos ante la amenaza latente de una nueva conflagración mundial, desatada por el resentimiento y los intereses norteamericanos? El virus pernicioso de la clase política infecta a las naciones y amenaza con desbaratarlas.

Necesitamos líderes ciudadanos capaces de detener este desbocamiento social, capaces de serenar los ánimos sin adormecer las inteligencias, líderes que dejen de revolcar el agua para que podamos ver con objetividad el camino que hay que seguir, pues jamás los exaltados han podido construir nada perdurable, pero sí han servido para abrirles el campo a otros peores que los conocidos.

 

Publicado en El Informador del domingo 18 de octubre de 2020

¿Cómo estás?

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Mtra. Laura Ofelia Robles Sahagún • Coordinadora de Alumni y Bolsa de Trabajo

 

Una pregunta tan común ¿Cómo estás?, que conlleva respuestas más que armadas, por ejemplo: “bien ¿y tú?”, “¡Súper bien!” y algunas otras que ya en automático decíamos, ahora se han convertido en: “pueeessss”, “ps aquí andamos”, “pues creo igual que todos”, “mmm pues creo que bien” o “pues ya ni sé”. Ya hasta dudamos de cómo estamos.

Los días pasan; el confinamiento se ha alargado; hemos atestiguado demasiados fallecimientos cercanos (por la causa que sea), la crisis económica ha mermado la situación de muchas familias; el empleo no logra recuperarse; los salarios de muchos siguen sin volver a la normalidad; el uso del cubrebocas, del gel antibacterial, las caretas protectoras, los guantes, los sanitizantes ya es tan común verlos y hasta con resignación se escucha el “pues a ver hasta cuándo”.

Y aunque muchas calles ya se ven casi normales en la saturación del tráfico, restaurantes o bares llenos y hasta fiestas sin sana distancia y sin cubrebocas, lo cierto es que el sentirse mal, tener crisis de ansiedad, padecer insomnio, sentir temor por el futuro, ya es un tema recurrente y que cada vez más personas lo hablan sin sentirse juzgados.

El responder al cómo estás, diciendo creo que igual que los demás, nos hace darnos cuenta que cada uno de nosotros tenemos situaciones complejas, ya sea por salud física o emocional, económicas, laborales y hasta familiares. Esto podría ser una muestra de empatía colectiva, permitiendo incluso abrir canales de comunicación en donde las personas se sienten escuchadas y comprendidas.

Mostrarnos vulnerables ya es más común, ya el qué dirán puede incluso ni siquiera importar. Sabemos que este año ha sido complicado para todos, en diferentes dimensiones, pero todos lo hemos batallado. ¿Será que de verdad podremos aprender la lección y ser una sociedad más empática y solidaria? O será una circunstancia momentánea que no nos lleve a generar cambios de actitud personal y social.

Este análisis solamente lo podremos hacer de manera personal. Pero entendamos que, si yo la estoy pasando mal, quizá el de al lado lo esté pasando peor. Caras vemos, sufrimientos no sabemos. Ahora hasta el ¿Cómo estás? Ha tomado un valor diferente. Y tú ¿Cómo estás?

 

 

Publicado en La Crónica de hoy Jalisco del viernes, 9 de octubre de 2020.

La romería “en línea”

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Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

La llevada de la Virgen desde la catedral de Guadalajara a la basílica de Zapopan cumple 286 años de realizarse. Se trata de una celebración que, paradójicamente, se ha resistido siempre a entrar dentro de los estrechos límites del concepto “tradición”, o los ha reducido a sus aspectos más esenciales. Siendo como es una expresión de nuestra cultura regional, contiene y da vida a nuestra idiosincrasia, siempre abierta al futuro, pero no por eso desarraigada de los orígenes primordiales.

A diferencia de las tradiciones clásicas sujetas a fechas, formas y espacios, la llevada de la Virgen, a lo largo del tiempo, ha variado todo, excepto el punto de arribo. En los primeros tiempos la fecha del regreso se establecía cada año, después se fijó el 5 de octubre, luego cualquier día de octubre o noviembre, después se volvió al 5 de octubre, posteriormente fue el segundo domingo de octubre, y desde 1952 se estableció el 12 de octubre.

Las formas han tenido todavía más variabilidad, y en cuanto a las rutas se han alternado tres, la primitiva: Guadalajara – Mezquitán – Atemajac – Zoquipan – Zapopan, la antigua, que fue la de los Colomos, y la moderna, Alcalde – Ávila Camacho. La imagen de la Virgen ha sido transportada en todo tipo de carruajes: la llamada “estufa”, la “berlina”, o el “landau”, en carros alegóricos, en tranvía, en una moderna camioneta, o en andas, como se usó muy al principio.

La llevada de la Virgen tiene en común, con otras celebraciones parecidas, su carácter comunitario, es la sociedad la que ha ido construyendo esta festividad en consonancia con las autoridades eclesiásticas, con frecuencia al margen de las autoridades eclesiásticas, e incluso en contra de las disposiciones de las autoridades eclesiásticas, cuando éstas no han sido coherentes con las creencias de la gente, o se han sujetado a criterios que la gente no comparte.

La despedida de la imagen de la Virgen en Guadalajara, su acompañamiento, y la recepción en Zapopan, ha mostrado igualmente una enorme creatividad, un especial dinamismo y una constante evolución, lo cual la sigue colocando entre las devociones vivas de la comunidad.

Este año observaremos la primera llevada de la Virgen “en línea”, es decir, un traslado al cual podrán asistir todos, pero solamente a través de los medios de comunicación, eso sí, de todos los medios disponibles: televisión, radio, internet, y las diversas redes sociales. No es nada normal el recurso, pero a la vez expresa el propósito de la comunidad de seguir celebrando esta gran festividad. Ya desde antes mucha gente, impedida físicamente de hacerlo, se beneficiaba de los medios de comunicación para participar. La diferencia es que ahora de algún modo, todos estamos impedidos como consecuencia de una pandemia mundial agresiva, mortal, y hasta la fecha, indómita.

El éxito de esta medida dependerá ahora de la calidad tecnológica de los medios, y de la calidad y contenido de los mensajes, del manejo de todas las amplias posibilidades del mundo digital, y de nuestra capacidad para adaptarnos y vivir de esta manera lo que hemos vivido presencialmente.

 

Publicado en El Informador del domingo 11 de octubre de 2020.