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Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

La Organización de las Naciones Unidas acaba de celebrar el 75 aniversario de su fundación, con este motivo muchos presidentes y jefes de gobierno ahí representados, tuvieron la oportunidad de dirigir al mundo un mensaje.

Estos mensajes pueden clasificarse, a tenor de su dominante, en cuatro tipos: los que plantearon propuestas para el mundo, los que propusieron reformas a la propia ONU, los que informaron acerca de lo que sucede en sus respectivos países, y los que aprovecharon la ocasión para despotricar contra todos.

En la primera categoría se destaca la propuesta del presidente ruso: crear “corredores” verdes por los cuales transiten, libres de impuestos, sanciones, bloqueos o guerras comerciales, productos de primera necesidad como serían alimentos, medicinas, y tecnologías para producirlos. Enseguida convocó a todos los laboratorios del mundo a un intercambio que ayude a hacer frente común a la actual pandemia sin celos o afanes revanchistas o comerciales.

El presidente de China propuso que la vacuna contra el Coronavirus sea un bien público mundial gratuito, y que los gobiernos sigan apostando al multilateralismo, afirmando además que no tiene ninguna intención de entrar en nuevas guerras “frías o calientes”, sino en mantener un comercio de fronteras abiertas en el cual puedan ganar todos, en particular los países en desarrollo.

El discurso del Papa Francisco se centró en la defensa del humanismo, convocando a la ONU para que apoye políticas sociales favorables a la vida, a la igualdad de oportunidades, particularmente para los más pobres y desprotegidos, denunciando la “retirada defensiva” que se observa en algunos países, “con características individualistas y elitistas” a propósito de la pandemia; igualmente mostró su apoyo al multilateralismo.

En la segunda categoría se destaca el mensaje crítico de Ángela Merkel hacia la forma desigual en que está organizada la propia ONU, en lo que coincidió Trudeau, destacando además la crisis actual del mundo que se venía fraguando desde antes de la pandemia, y que no está siendo atendida en lo relativo a los desplazados y al cambio climático.

En la tercera categoría entró casi la totalidad de presidentes latinoamericanos participantes, sea para informar sobre la gestión que realizan en sus países, justificar situaciones de violencia social como las ocurridas en Chile y Colombia, denunciar las sanciones internacionales que sufren algunas naciones, o pugnar por la reestructuración ordenada de la deuda de los países.

En la cuarta categoría, la más desubicada y lamentable, hay que situar al presidente de Brasil, culpando a los indígenas de los incendios en la Amazonia, o al presidente Trump que usó la palabra para defender su guerra en contra de China y justificar su regreso al unilateralismo, invitando incluso a todos los países a hacer lo mismo apoyándose en falacias verbales. Insistió nuevamente en llamar al COVID-19 un “virus chino”, olvidando los muchos virus surgidos en Estados Unidos.

En opinión de analistas internacionales, este tipo de discursos deberían centrarse en la exposición de propuestas objetivas y oportunas ordenadas a mejorar las condiciones de la humanidad, lo cual incluye una mejor narrativa cuando se trata de resolver los conflictos internacionales que no dejan de suceder, dando a tales intervenciones un nivel más elevado y de mayor provecho para todos.

 

Publicado en El Informador del domingo 4 de octubre de 2020