Mtro. Francisco Meza Estrada • Coordinador de la Licenciatura en Derecho UNVA León
Uno de los asuntos de la segunda parte del sexenio sería la sucesión presidencial pero que, para sorpresa de todos, el presidente adelantó en las semanas anteriores y puso a todos los analistas a interpretar y obtener sus primeras conclusiones.
El presidente es un hábil político con un sentido especial por lo histórico. Reconoce con facilidad los temas en los que más se puede apoyar para obtener los mayores beneficios políticos y sabe a cuáles darles un giro para marcar diferencia con el pasado. Uno de ellos, es la sucesión presidencial.
EN LA ERA DEL PRI
Cuando el PRI era el partido hegemónico la sucesión presidencial, se caracterizaba por lo que se denominaba “El Tapado”. El presidente en turno, con una facultad metaconstitucional, designaba a su sucesor y todo el partido debía reconocerlo como una muestra clara de la disciplina partidista.
En esta época, Secretarios de Estado y funcionarios públicos no podrían hacer algo para conseguir la candidatura porque debían esperar lo que se llamaba “el dedazo”; por esa razón, también se decía “quien se mueve no sale en la foto” para dar entender que debían mantenerse en la disciplina del partido donde el gran elector era el presidente.
Una vez, que el presidente destapaba a su candidato, comenzaba un proceso político donde poco a poco el sucesor designado ocupaba la mayor parte de la agenda pública y acaparaba los medios de comunicación.
EN LA ERA DE LA ALTERNANCIA
Conforme avanzaba la democracia en nuestro país la sucesión presidencial fue registrando algunos cambios. Uno de los más notorios fue que los aspirantes mientras más adelantaban sus intenciones más aventajaban. De ahí que, la frase se transformó en “quien no se mueva no sale en la foto”; por esa razón, terminaron legislando el tema de precampañas con el fin de evitar actos anticipados.
Otro de los aspectos que cambiaron fueron las disputas internas de los partidos que podrían traer giros inesperados en las candidaturas. De esta forma, vimos que Felipe Calderón dejó de ser secretario para buscar la candidatura; lo cual, consiguió. En el PRI se conformó un grupo de gobernadores en contra de las aspiraciones presidenciales de Roberto Madrazo que no fructificó.
Por estos cambios, se decía que “El Tapado” era cosa del pasado, aunque se seguía discutiendo en los medios las preferencias de los presidentes.
EN EL PERIODO LÓPEZ OBRADOR
Por lo que hemos visto, el presidente ha querido darle un giro al tema de la sucesión presidencial anticipándolo con 3 años, abriendo la sucesión a varios posibles candidatos y renombrándolos: ahora, son “las corcholatas” y el presidente, “el destapador”. Al parecer, no tiene la intención de designar sino de cuidar el proceso.
Sin embargo, la mayor parte de los análisis que se han realizado, críticos y a favor, consideran que el presidente sí designará a su sucesora, pues también coinciden en señalar que se trata de Claudia Sheinbaum. Con lo anterior, la sucesión presidencial cambiaría en algunas cosas que provocarían mucho ruido mediático, pero se mantendría en el fondo la designación del presidente.
Todo lo que suceda de aquí en adelante, tendrá como clave de interpretación la sucesión presidencial: la llegada de Batres a la Secretaría de Gobierno de la Ciudad de México, la aparición en distintos medios de Ricardo Monreal, los golpes bajos para desacreditar a algunos de los aspirantes y la misma organización de los partidos de oposición.
LA SEGUNDA PARTE MARCADA POR LA SUCESIÓN
Entonces, como podemos observar la segunda parte del sexenio estará marcada por la sucesión presidencial desde ahora; por lo que, será algo desgastante para el propio gobierno. Existe un cálculo político detrás de todo esto, pero es muy complicado que durante 3 años se esté discutiendo sobre lo mismo.
Tal vez puede conseguir blindar a su aspirante o aspirantes y provocar un proceso de construcción de alianzas entre los distintos grupos al interior de Morena, pero es difícil asegurar su éxito cuando se tienen pendientes tan importantes como la seguridad, la superación de la pandemia y la recuperación económica.
En las próximas semanas, meses y años seguiremos discutiendo sobre los movimientos en un tablero de “las corcholatas”, pero no sabremos si es para beneficio de los mexicanos o solamente de un grupo que busca mantenerse en el poder.