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El origen del hombre, diálogo, ciencia y fe. Parte II

Dr. Fernando Sánchez Martínez • Docente UNIVA Guadalajara

 

De hecho, los dos relatos en este sentido son metáforas, son mitos que incluso se pueden encontrar en narraciones extraordinarias de otros pueblos, es decir, no son exclusivas del judaísmo o cristianismo, “los relatos bíblicos… son narrados en forma de mitos, manifiestan paralelismos con otros mitos antiguos, como el de la creación Enuma Elish y la epopeya de Gilgamesh, ambos babilónicos” (Edwards, 2006, p.15).

De hecho, si revisamos las notas al pie de página de la biblia de Jerusalén del segundo relato de la creación que aparece en el génesis, el nombre de Adán viene de la palabra Àdam que significa “viene del suelo” a su vez derivada de la palabra Adàmah, nombre colectivo de donde se desprende Adán; por ello, se puede comprender que se habla de una multitud de seres humanos y no de un único hombre.

Por lo tanto, ¿implica esto una falsa visión sobre el origen del hombre? Teológicamente no, ya que es necesario recordar que efectivamente, Dios es el origen de todo cuanto existe, así nos lo ha hecho saber el escritor sagrado, así lo profesamos y así lo creemos.

Ahora bien, como cristianos, no podemos extraer una respuesta científica sobre el origen del hombre de los textos sagrados, ya que no es su función, si queremos saber ¿cuál es el origen del hombre, del cosmos? Eso es necesario buscarlo en las investigaciones que tenemos a nuestra disposición en las bases de datos donde se publican los artículos científicos. La evolución es una de las teorías que ha proporcionado respuestas certeras que con el tiempo se han podido comprobar respecto a esta cuestión poco a poco, de ahí que como cristianos estamos obligados a dar respuesta a estas cuestiones trascendentales mediante la investigación, ya que creer que Dios ha sido el origen del cosmos, de la vida, del ser humano, implica al mismo tiempo buscar respuestas a nuestro origen desde el ámbito científico, en esto no existe contraposición alguna.

De ello el Papa Francisco, lo expresa de mejor forma “Cuando leemos en el Génesis el relato de la creación corremos el riesgo de imaginar que Dios haya sido un mago, con una varita mágica capaz de hacer todas las cosas. Pero no es así. Él creó a los seres humanos y los dejó desarrollarse según las leyes internas que Él dio a cada uno, para que se desarrollase, para que llegase a la propia plenitud… Y así la creación siguió su ritmo durante siglos y siglos, milenios y milenios hasta que se convirtió en lo que conocemos hoy, precisamente porque Dios no es un demiurgo o un mago, sino el Creador que da el ser a todas las cosas” (Francisco, 2014).

 

Referencias