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American Gods o la última gran guerra de las viejas divinidades paganas

Dr. Fabián Acosta Rico • Docente-Investigador UNIVA Guadalajara

 

¿Hay en verdad un crepúsculo de los ídolos? ¿Deliberadamente, contagiados de modernidad y secularización, hemos olvidado a nuestros viejos dioses? Los neopaganos dirían que no: la religión wicca tiene numerosos creyentes que adoran a las divinidades celtas y practican la magia ritual; la fe vikinga o asatru tiene incluso reconocimiento y oficialidad en varias naciones escandinavas; en Grecia el resurgimiento de la religión olímpica, el dodecateísmo, enfurece a los popes ortodoxos y la toman como un desafío y desacato al orden tradicional cristiano; los orishas y divinidades afrocaribeñas reciben sus ofrendas de tabaco y café por los fieles de la religión yoruba; para no ir muy lejos aquí en nuestro país, en los solsticios, de invierno y verano, los centros ceremoniales prehispánicos son invadidos por mexicanistas que ataviados de blanco o vestidos como aztecas con diademas de plumas y taparrabos suben, ceremonialmente, por las escalinatas de las pirámides haciendo sonar sus caracoles y quemando copal.

Pero viendo el panorama completo de estos movimientos religiosos no les podemos atribuir una fortaleza y un empuje que no tienen; sus números, con excepción de la yoruba, son relativamente pobres. En cuanto a su eficacia en el reclutamiento de nuevos seguidores; si las comparamos con las evangélicas y las neo-pentecostales, salen perdiendo. Los dioses antiguos, salvo por la fidelidad de algunos pocos creyentes, están siendo olvidados… Y no podrían, hablando en términos imaginativos, por este olvido sufrir una suerte muy parecida a la que padecen las ánimas de los difuntos ya no recordados de la película Coco. De reyes a parias; este sería el penoso tránsito de los númenes, demonios, genios y demás seres fantásticos y mitológicos.

De esto trata la obra del novelista Neil Gaiman, American Gods en la cual barajea la idea de que los migrantes que llegaron a América trajeron con ellos a sus dioses, europeos de ascendencia celta o germana, africanos traídos como esclavos; todos ellos, a pesar del yugo hegemónico del cristianismo, ocultamente les daban continuidad a las tradiciones, creencias y rituales paganos de sus ancestros. Los dioses en personas caminaron por las tierras y poblados del Nuevo Mundo; pero, según cuenta Gaiman, en el transcurso de unas cuantas décadas quedaron marginados y famélicos porque ya no recibían la adoración y culto que necesitan para mantenerse fuertes y poderosos. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué su cuerpo de fieles y creyentes ya no les prestó atención y los relegó al desván de los recuerdos perdidos? Lo que ocurrió es que el mundo vertiginosamente cambió y con su transformación llegaron nuevas divinidades, más humanas y prosaicas. La modernidad encumbró a sus propios dioses todos ellos creaciones del ingenio humano. ¿Y quiénes son estos nuevos dioses? Todos los conocemos y estamos más o menos seducidos por ellos. Tenemos entre los más destacados al Internet, la televisión, los transportes…

La historia de American Gods comienza con el encarcelamiento de su protagonista, Sombra Moon, un tramposo apostador que terminó en la cárcel por sus malas mañas en el juego. Lo que soñaba hacer con su libertad era primero reunirse con su amada esposa Laura Moon; luego se supone que lo esperaba un trabajo de entrenador en un gimnasio. Su vida no era perfecta, pero tenía una. Su liberación se anticipó debido un hecho que terminó fastidiándole la existencia y obligándolo a tomar malas decisiones. Su esposa murió en un accidente automovilístico en compañía del mejor amigo de Sombra. Para empeorar el panorama resulta que la señora Moon tenía con este dichoso amigo un romance poco serio; una aventura pasajera para sobrellevar la espera y el regreso de su marido.

Es así que conoce a un taimado y veterano personaje, Miércoles, quien lo contrata como su guardaespaldas; dejándole como primera tarea ayudarlo a defraudar un banco. Su jefe resultó ser el mismísimo dios Odín; con quien visitará a todo un repertorio de dioses: egipcios, iranios, griegos, eslavos… con la intención de reclutarlos para emprender una guerra precisamente contra los nuevos dioses, los dioses de la modernidad, los cuales, les han robado adeptos y escaparate. Los viejos dioses viven vidas ordinarias: conducen taxis, trabajan de matanceros, sirven café en un merendero, administran una funeraria o incluso son prostitutas callejeras. Así de mal terminaron muchos de ellos: privados de su vieja gloria, sin templos donde se les rinda culto o altares donde les sean sacrificados animales o seres humanos; el cristianismo y con el Cristo Jesús, eclipsó su vieja gloria. Así como están de olvidados y desgarbados son convocados por Odín para dar la última pelea antes de desaparecer por completo. Porque a pesar de su poder y divinidad, también envejecen, enferman, sangran y sobre todo sufren en su narcisista ego por haber sido reemplazados.

Es todo un acierto de Gaiman plantearse una confrontación entre los nuevos y viejos dioses. Harari, el autor de Homo Deus y de Animales a dioses, sostiene que las nuevas divinidades del mundo moderno son, precisamente, las corporaciones y las figuras públicas, dígase artistas y deportistas; a ellos el ser humano de la actualidad les presta su volátil fidelidad, les rinden culto y en el caso de las corporaciones portan con orgullo identitario su marca y compran religiosamente sus productos. Cuántos amantes de la tecnología no hacen largas filas y esperan interminables horas para ser los primeros en adquirir el smartphone de última generación de la compañía de la manzana. El consumo convertido en un acto religioso que demuestra la devoción que se tiene por determinada compañía o figura pública.

En la postmodernidad, dado su clima de tolerancia religiosa, confluyen divinidades antiguas y nuevas; lo arcaico y lo moderno se ofertan por igual en el mercado mundial de las religiones; pero, siendo realistas la ventaja la tienen los nuevos dioses creados por la ciencia y la tecnología y publicitados por las ficciones modernas tanto de la literatura, el cine, la televisión y de las propias historietas.

Por más que los creyentes en los viejos dioses reclamen para ellos la atención de los públicos actuales; la verdad es que sus divinidades están condenadas a sobrevivir en el imaginario religioso postmoderno, incorporándose a los nuevos panteones, del esoterismo de masas, como personajes de reparto como le ocurre al propio Thor o Loki en el Universo Marvel, tanto en el cinematográfico como en el comiquero.

Para los interesados en esta historia de divinidades arcaicas y modernas, el libro de American Gods ya tiene su adaptación a la televisión, en una serie que ya va por su tercera temporada; producida y transmitida por la plataforma de Amazon Prime.