Mtra. Laura O. Robles Sahagún • Coordinadora de ALUMNI y Bolsa de Trabajo
Reformas fiscales más estrictas que incluyen autofacturación y sobrerregulación en las finanzas no solo de las empresas sino también de las personas físicas; un Tratado de Libre Comercio, que pareciera que ha sido firmado a ciegas y, con puntos de los cuales aún no se conoce su repercusión; un aumento salarial que ha sido demasiado cuestionado; inseguridad incontrolable; movimientos sociales radicales y con poca tolerancia; un creciente consumo de drogas y alcohol entre los jóvenes; desempleo y empleos mal remunerados; el cambio climático y los problemas ambientales; el desabasto de medicamentos… esto es lo que se escucha en los pasillos y en las conversaciones últimamente. Desesperanza y poco optimismo para iniciar el año 2020.
¿Qué podemos hacer los ciudadanos comunes y corrientes para revertir este mal pronóstico? Pareciera que es una lucha que no podemos afrontar, que no podemos hacer nada porque todo el sistema nos apabulla, ¿será esto posible?
Yo creo que no, yo quiero confiar en que los ciudadanos podemos más que la estructura del gobierno, pero no con quejas, no con violencia, no con agresiones ni destrozos, tampoco con activismo desde un escritorio o desde un teléfono inteligente. Se requieren acciones, de esas que son pensadas en el bien común; sí, que me beneficien a mí, pero que sirvan a los más y perjudiquen a los menos. Acciones que nos ayuden a cumplir, sí con las leyes, pero también con la sociedad; pensando en nosotros, pero también en contribuir con el bienestar de los que están alrededor nuestro. Ser amables y ceder el paso, no ser gandallas, no pasar por sobre los demás para obtener lo que queremos, compartir, son algunas de las pequeñas cosas con las que podemos contribuir en mejorar nuestro entorno y que no nos cuestan un solo centavo.
¿En dónde quedaron los mexicanos amables, solidarios, trabajadores y felices? ¿Qué pasaría si todos los mexicanos trabajáramos por las causas en las que creemos, respetando a los demás y siempre con una visión propositiva y constructiva? ¿Qué pasaría si todos nos preocupamos y nos ocupamos por el que está al lado, por nuestro compañero, por nuestro colaborador y hasta por nuestro jefe? ¿Qué pasaría si las familias vuelven a interesarse en el resto de los miembros y se tendieran la mano para lo bueno y para lo no tan bueno? ¿Qué pasaría si aplaudimos el triunfo de los otros y nos alegramos porque les va bien? ¿Qué pasaría si dejamos de hacer trampa y propiciar la corrupción?
Los buenos deseos y los propósitos de año nuevo pueden empezar desde estas opciones.
Los cambios radicales no vienen de fuera, salen del interior y de las ganas de querer hacerlo.
Publicado en Crónica Jalisco el 20 de diciembre de 2019