Mtro. Miguel Ángel Ortega Núñez · Coordinación del Centro de Desarrollo Comunitario UNIVA Guadalajara
“El Evangelio de Cristo impulsa a estar especialmente atentos a los pobres y pide reconocer las múltiples y demasiadas formas de desorden moral y social que generan siempre nuevas formas de pobreza. Parece que se está imponiendo la idea de que los pobres no sólo son responsables de su condición, sino que constituyen una carga intolerable para un sistema económico que pone en el centro los intereses de algunas categorías privilegiadas. Un mercado que ignora o selecciona los principios éticos crea condiciones inhumanas que se abaten sobre las personas que ya viven en condiciones precarias”. Estas palabras están tomadas del mensaje del papa Francisco con motivo de la V Jornada Mundial de los Pobres, misma que se verificará este próximo domingo 14 de noviembre.
Se trata de una iniciativa del Papa, entre otras, para sacudir el imaginario que sobre la fe cristiana se tiene actualmente. Sin duda representa un fuerte llamado para darse cuenta (ojalá así suceda) de que es necesario vivir la fe cristiana de otra manera en la época actual. A partir de estos mensajes se puede considerar que es tiempo de creer y dar un nuevo significado a la propia fe. Se constata que los creyentes en general, suplican a la divinidad para que se digne acabar con el mal que aqueja a las sociedades; como si se tratara de convencerle para que actúe. El Concilio Vaticano II intentó ayudar, al proclamar que toda la creación, la naturaleza, se mueve con leyes propias respecto de su Creador, sin que ello signifique que Dios le abandone. No se trata de cambiar la fe, sino de emplear el lenguaje adecuado, de comprender los signos para vivir de tal manera que todos los creyentes asuman el actuar como consecuencia de la misma y no que la tengan como simple objeto de adorno social o agregado cultural. El cambio de época ofrece la oportunidad de dar un gran paso en el proceso de dignificación de lo humano como nunca se había presentado. Se podría decir que se está en la antesala de alcanzar otra manera de convivir entre los humanos y en armonía con toda la creación.
El ser humano ya tiene la edad suficiente para darse cuenta de todos sus errores cometidos a través de la historia, de sus propias limitaciones y de sus oportunidades, así como de su potencial. Es posible concluir a partir de estas iniciativas del papa Francisco, que la fe en esta nueva época de la humanidad debería favorecer contundentemente una convivencia más fraterna y respetuosa. Hay muchos esfuerzos que hacen soñar, hay gente de buena voluntad que lucha porque se superen las profundas desigualdades en cualquier lugar del mundo. También hay esfuerzos de intelectuales que buscan lograr una ética por la que todos los países pudieran llegar a convivir, comunicarse y entenderse cordialmente. El ser humano está cada vez más consciente de la importancia de estar con otros y de pensar no sólo en su propio yo, sino también en los demás, sobre todo en los más vulnerables, como portadores de una misma dignidad. Además, se ha dado cuenta de que comparte una gran casa común, donde toda la humanidad junto con su medio ambiente merece respeto y atención.