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Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Durante cien años México fue un país gobernado por golpes de Estado y asonadas de todo tipo. A partir del gobierno de Lázaro Cárdenas jamás ha vuelto a repetirse un escenario semejante, pero sí diversas protestas para denunciar fraudes electorales, la última fue justamente la encabezada por López Obrador en el 2006, cuando perdió la justa presidencial por una diferencia del 0.56 por ciento, dando pie al plantón de la avenida Reforma, en la Ciudad de México durante 47 días.

Ahora hemos visto un nuevo plantón, esta vez organizado por el movimiento FRENA, que a decir de algunos articulistas no sólo exige la renuncia del presidente, sino que ha buscado apoyos para derrocarlo, sea entre prominentes miembros del ejército, que incluso cabildeando con personajes de la Casa Blanca. De ser cierto dicha operación sería abiertamente delictiva, pero de ninguna manera novedosa, ya en 1913 diversos grupos tramaron así la caída de Francisco I. Madero, apoyándose en políticos resentidos del anterior régimen, periodistas, algunos empresarios, militares, políticos norteamericanos, y una sostenida campaña dedicada a difundir noticias alarmistas. Lograron su objetivo, pero las consecuencias fueron fatales para el país: 22 años de guerra civil, derrumbe de todas las actividades económicas, mucho más de dos millones de muertos, doscientos mil emigrados, destrucción de la infraestructura económica nacional, etc.

Si Madero obtuvo un triunfo democrático electoral irrebatible, el triunfo de López Obrador fue todavía más contundente, ni juntando los votos que obtuvo el PAN y el PRI, le habrían podido ganar, (22.27% y 16.40% respectivamente, contra el 53.19% de Morena) por lo tanto, la oposición contra AMLO es en esencia profundamente antidemocrática, infantil, primitiva y probablemente manipulada por no sabemos qué oscuros intereses. Seguramente la mayoría de sus electores sabían perfectamente bien que estaban votando por un partido de izquierda, ideología política que ha sido reconocida en México desde hace décadas, y que, por lo mismo, como partido, tenía todo el derecho a contender, y gobernar, si obtenía la mayoría en las votaciones, como de hecho sucedió, entonces ¿de qué admirarse?, ¿por qué repetir graves errores históricos que dañaron por tantos años al país?

La democracia exige de todos los ciudadanos la capacidad de admitir cuando las propias opciones políticas han perdido, exigir justicia si hay elementos para poner en duda la limpieza de los procesos electorales, y por supuesto, denunciar y protestar cuando el gobierno toma decisiones que vulneren los derechos de personas e instituciones, pero de esto a promover golpes de Estado o renuncias por capricho de los derrotados en las urnas, existe una enorme diferencia y un riesgo abismal para el país y para la democracia.

Si alguien piensa que el actual gobierno no podrá ser derrotado limpiamente en las urnas el próximo año, o cuando se consulte la revocación de mandato, le quedan dos opciones: volver a hundir a la nación en la violencia de las asonadas, las revueltas y la turbulencia social, que siempre paga la gente más desprotegida y al final el país entero, o prepararse con inteligencia, honestidad y auténtico espíritu democrático para la contienda electoral del 2024.

 

Publicado en El Informador del domingo 27 de septiembre de 2020.

 

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