Dr. Juan Manuel Madrigal Miranda · Docente UNIVA Plantel Uruapan
La supervivencia exige al ser humano la capacidad de responder con rapidez e integración a estímulos, pero como sus instintos son pocos, entonces desarrolla un sustituto a ellos. Este sustituto de los instintos es precisamente el carácter. El carácter es la estructura específica en que se organiza la energía humana para lograr sus fines. Así, el carácter de una persona motiva su conducta en relación con sus fines dominantes.
Estos impulsos y afanes condicionados por el carácter son tan fuertes y típicos para su portador que le parecen “naturales” y que todo mundo es así. Una de las funciones más importantes del carácter de una persona es determinar sus ideas, valores y actos aunque esa persona piensa que la lógica de su manera de pensar es independiente de sus emociones y deseos (su carácter, precisamente).
No hay que confundir el temperamento con el carácter. Desde Hipócrates se distinguen cuatro temperamentos: colérico, sanguíneo, flemático y melancólico. El temperamento es el modo de reaccionar, y es biológico, constitucional e inmodificable. En cambio, el carácter se forma por la experiencia, es adquirido socialmente y es modificable por medio del autoconocimiento y el aprendizaje.
Los caracteres tienen dos tipos de orientación: necrofílicos (insanos, pasivos, conformistas y destructivos) y los biofílicos (sanos, creativos, racionales y optimistas). Los caracteres necrofílicos son: a)Pasivo-masoquista; b)Explotador-sádico; c)Acumulativo-destructivo; d)Mercantil–indiferente. El carácter biofílico es el creativo y que ama maduramente (respeto, responsabilidad, cuidado, conocimiento, ternura y justicia). Por lo general estas formas de carácter no se dan en forma pura sino combinadas en diferentes modos y grados.
Uno de los más grandes descubrimientos del siglo XX -realizado por Erich Fromm- fue la existencia del “carácter social” el cual, es la estructura de carácter compartida por la mayoría de los individuos de la misma sociedad y cultura. Sociedad e individuo son interdependientes. Individuos insanos mentalmente producen una sociedad enferma y una sociedad enferma produce sujetos enfermos, se da un círculo vicioso. El carácter social es la condensación psicológica de la actividad humana de una sociedad específica.
El carácter social tiene la función de moldear y canalizar la energía humana dentro de una sociedad determinada, para que siga sobreviviendo como sociedad de vida, intercambio y comunicación. El modo de producir y satisfacer la sobrevivencia material y las ideas religiosas, filosóficas y políticas determinan el estilo y calidad de vida de los miembros de una sociedad, es decir, condicionan al carácter social. El carácter social es el puente entre las condiciones socioeconómicas y las formas de pensar (ideologías).
Cuando hay injusticia en la satisfacción de las necesidades básicas y/o frustración de la realización de las necesidades humanas más profundas, entonces la función social del carácter social, en vez de ser cemento del edificio social para convivir en paz y alegría, se torna dinamita destructora de la comunidad. Este es el fenómeno que está aconteciendo en Michoacán, México y el mundo.
Los defectos socialmente modelados son rasgos de carácter irracionales que al ser parte de la mayoría entonces se consideran como cualidades positivas, como el machismo, superficialidad, hipocresía, abuso, materialismo, individualismo, competencia despiadada, corrupción, discriminación, injusticia, lujo, etc. Para bien o para mal, el carácter social es el medio a través del cual la ideología dominante se encarna en los individuos.
Así, la violencia maligna es la frustración ante la impotencia de encontrar un marco de orientación y objeto de devoción que satisfagan el impulso más poderoso del ser humano: trascender su soledad personal, su egoísmo, aislamiento y sobrevivir materialmente con salud, justicia y dignidad.
Una sociedad insana solamente puede transformarse en una sana si se cambia su carácter social, su inconsciente colectivo, es decir, si se libera su bondad, belleza, justicia y sentido trascendente, ahora reprimidos, sepultados entre el consumismo, sus objetos inútiles, conformismo, cinismo, pasiones perversas, hiperactividad, distracciones, dispersión y pasatiempos insanos y destructivos.
El amor incondicional al milagro de la vida es la fuente de energía para convertir el estiércol en flores fragantes. Reconocer esta verdad no garantiza que automáticamente sepamos amar maduramente (respeto, responsabilidad, cuidado, ternura, justicia y conocimiento).
Tener la capacidad de amar maduramente requiere transformar nuestros defectos de carácter, formar conciencia, esta formación (transformación) requiere fe y un entrenamiento, es como un músculo que no existía y que puede existir debido al conocimiento y a la disciplina diaria del entrenamiento. Hay muchos métodos de desarrollo humano, pero el cultivo de la Atención Plena (mindfulness) es uno de los más poderosos y consiste en el cultivo del darnos cuenta qué estamos pensando y sintiendo en el continuo de conciencia, pues ¿Cómo podríamos corregir pensamientos y emociones destructivas si nos secuestra la impulsividad y confusión mental?
Y claro, si no nos damos cuenta serenamente de lo anterior entonces no podemos prevenir las acciones derivadas de ese caos mental y emocional. La sociedad es la suma de nuestros pensamientos, emociones y actos. Lo subjetivo y lo objetivo es un espejo mutuo. Hay que trabajar interna y externamente por un mundo mejor para todos, pero la intención subjetiva determina esta dinámica.