Dra. Laura González López • Profesor Investigador UNIVA plantel Guadalajara
El mundo entero parece haber puesto una pausa, hemos dejado de lado el entretenimiento, la socialización, incluso, la economía; para dar prioridad a nuestra salud… a nuestras vidas. Todos con temor, incertidumbre y ansiedad.
A finales del 2019 se dio a conocer el primer brote de enfermedad por coronavirus (COVID-19) en Wuhan, China. A partir de ese momento se empezó a extender hasta abarcar 175 países. El 11 de marzo del 2020, la Organización Mundial de Salud (OMS) declaró como pandemia a nivel mundial por COVID-19. Hasta el día 13 de abril según el mapa de la OMS se reportaron 1, 773,084 casos a nivel mundial y 111,652 muertes reportadas; 610,742 casos en América y en México 4,661 casos y 296 muertes.
El director general de la OMS subrayó que “La mejor defensa contra cualquier brote es un sistema sanitario sólido, por lo que la pandemia actual ha mostrado la fragilidad de muchos sistemas y servicios sanitarios del mundo”, incluidos países de primer mundo que parecían muy sólidos. Eso ha generado una gran preocupación en nuestro país, ya que nuestro sistema de salud no se considera óptimo.
En todo el mundo se ha trabajado mucho para ampliar rápidamente los conocimientos científicos sobre este nuevo virus, rastrear su propagación y virulencia para asesorar a los países y las personas sobre las medidas de protección y prevención contra el contagio.
Desde inicios de la pandemia, se ha señalado como un grupo vulnerable a los adultos mayores (AM), ya que en China y Europa este grupo presentó más riesgo de enfermarse gravemente y morir, esto debido a que su estado inmunológico no tiene la misma respuesta; su estado de nutrición en su mayoría no es el óptimo debido a las comorbilidades con las que viven; por lo que la susceptibilidad de contagio y gravedad de los síntomas es mayor.
Por otro lado, la Universidad de Turín, el mes de marzo presentó resultados de un estudio en donde resaltó que la mayoría de los afectados por COVID-19 tenían una deficiencia o insuficiencia de vitamina D, esto explicaría el impacto de la epidemia en pleno invierno en el hemisferio norte, cuando la exposición al sol es más baja; esta hipótesis podría apoyar que en América, hasta el momento, no se ha visto una prevalencia mayor en el grupo de personas con más de 60 años; aunque, en recientes estudios en México se ha observado una alta prevalencia de insuficiencia y deficiencia de esta vitamina en hombres y mujeres mayores a los 50 años.
Por lo que la recomendación es procurar una ingesta adecuada de alimentos con alto contenido de esta vitamina, exposición adecuada a la luz solar y en caso de requerirse la administración de la forma activa de la vitamina D, deberá consultarse a un especialista. La vitamina D tiene un efecto muy importante en la reducción del riesgo de infecciones respiratorias de origen viral, incluidas las causadas por coronavirus y tiene la capacidad para contrarrestar el daño pulmonar causado por la hiperinflamación.
Ahora bien, hemos visualizado el principio de supervivencia que rige nuestra cotidianidad. En países como Italia, España e incluso EUA, han colapsado sus sistemas de salud enfrentando la terrible decisión de asignar un equipo de ventilación o ingreso a las unidades de cuidados intensivos sólo a aquellos pacientes con mayor probabilidad de sobrevivir y por supuesto estos no son los adultos mayores; también se ha dejado ver un gran descuido en residencias de descanso en donde la ausencia del respeto a los derechos humanos, principios éticos, así como, la gran escasez de recursos materiales y humanos, se han hecho presentes ocasionando un ambiente hostil de ansiedad y depresión.
Fue triste evidenciar en nuestro entorno la indiferencia y la falta de valores como la empatía, solidaridad y respeto; cuando parte de la población, en el momento en que la OMS declaró como pandemia la situación del COVID-19 (antes que nuestras autoridades pudieran reaccionar y dar una propuesta para prevenir la propagación del brote), dejó a los más desprotegidos sin acceso a productos de higiene y protección, pero, lo más importante, sin víveres de la canasta básica.
En México a diferencia de países como China, España, Italia y Estados Unidos la situación de los “más viejos” sí marca diferencias, ya que se visualizan varios escenarios:
¿Con quién viven? viven solos, viven en pareja e independientes, viven con la familia de alguno de los hijos, viven en residencias de descanso que pueden ser públicas o privadas
¿Qué edad tienen?
¿Cuáles son sus ingresos? Trabajan, reciben alguna pensión, dependen de sus hijos, reciben apoyos gubernamentales;
¿Cuentan con servicios de salud? Públicos o privados.
Todavía nos encontramos en una etapa de poder prevenir el caos y aprender de las experiencias de esos países para poder tomar buenas decisiones sobre nuestros padres y/o abuelos. A continuación, algunas recomendaciones a seguir.
Si tu AM vive con tu familia deberás mantenerlo aislado dentro de casa sin olvidar proporcionarle atención alimentaria adecuada, no olvidar actividades recreativas para evitar la ansiedad y la depresión: rutina de ejercicios de flexibilidad (estiramientos) caminatas o subir y bajar escaleras (de acuerdo a su edad e independencia), ejercicios de estimulación cognitiva, así como, generar momentos de espiritualidad y religión.
Si viven solos deberás proporcionar servicios de limpieza del inmueble, servicio para la compra de medicamentos, servicio en la preparación de alimentos (llevando alimentos para 3 tiempos de comida principales y al menos una colación), motivarlos a realizar actividades como las antes mencionadas.
En caso de tener a tu AM en alguna residencia de descanso pública o privada, deberás evaluar su regreso a casa al menos por el tiempo que dure la contingencia, ya que en la residencia estará más expuesto a un contagio; algunos familiares ya han tomado la decisión de regresar a su familiar a casa por reducción de ingresos en sus trabajos, lo cual les impide seguir costeando la permanencia en dicha residencia. Si no te es posible tener a tu AM en casa, evita realizar visitas sin dejar de realizar llamadas a diario para saber el estado de salud y ánimo de tu familiar. Es importante exigir a la casa de descanso que cumpla con las medidas de prevención mediante el uso de mascarilla, guantes, gel antibacterial y áreas comunes desinfectadas permanentemente.
Lo que hoy son y representan “los más viejos” será lo que seremos nosotros en un futuro, hagamos lo que nos corresponde.
Recuperemos el respeto a su experiencia y el afecto hacia ellos; seamos receptivos a la transmisión de saberes.
Las grandes cosas no se obtienen con la fuerza, la velocidad y la agilidad física sino con el juicio, con la autoridad y con el aplomo: cualidades que no sólo no faltan en la vejez sino que se fortalecen en ella
–Cicerón, La vejez