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¿Qué tan suprema es la Suprema?

Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Debemos admitir que nuestra Suprema Corte de Justicia no es precisamente presumible, y eso es del todo lamentable, pues revela la incurable inmadurez del pensamiento mexicano en éste y en tantos otros campos. No sé con qué criterios concretos la han venido conformando, ni sé hasta qué punto el invencible presidencialismo la ha mantenido invariablemente bajo su puño.

De por sí los jueces que la conforman son presentados por el presidente del país, para desempeñar uno de los trabajos más bien renumerados de México, y del mundo, si comparamos lo que gana un supremo juez mexicano, con lo que gana, por ejemplo, su homólogo español. Siendo como es el perfil del mexicano, y sobre todo de los que se mueven en esas supremas alturas ¿qué tan independientes pueden ser de sus benefactores?

Tampoco es creíble que a la Suprema llegue cualquier amigo del presidente, no sería políticamente correcto, sin duda que los promovidos tienen un alto perfil en cuanto a su formación jurídica, a su manejo profesional y trayectoria, sin embargo, esto no los hace precisamente independientes, en México la erudición sólo hace más caro el soborno en innumerables casos de los cuales todos hemos sido testigos.

No olvidamos el vergonzoso caso de la señora Cassez, cuyo fallo era ya tan bien conocido, antes de producirse, que la involucrada ya tenía comprado su boleto de vuelo a París, el día mismo en que el fallo se produjo. Quizá eso fue sólo una magnífica y exitosa previsión y no una decisión presidencial “noblemente” asumida por la Suprema.

Vino luego el escándalo de la renuncia del ministro Medina Mora, de la cual, nadie hasta el día de hoy ha tenido una respuesta satisfactoria, considerando, sobre todo, que un ministro de la Suprema sólo puede renunciar por causas muy graves, mismas que el presidente dijo desconocer, con lo cual, o estaba mintiendo o estaba violando la ley.

No hace mucho, el país contemplaba absorto un nuevo escándalo, la absolutamente innecesaria prolongación del mandato del actual presidente de la Corte, que ya estaba cocinada, si no es que la presión ejercida por la gente de opinión bien formada echó al traste la ocurrencia, y el ministro presidente debió dar marcha atrás al proyecto.

Ahora, y de golpe, como suele pasar en México, la Suprema, zanja un asunto del todo sensible y delicado, y en la práctica, impone la despenalización del aborto en toda la nación, con o sin federalismo, con o sin democracia, con o sin diálogo, y desde luego, sin consulta ciudadana, lo cual mucho admira, pues para asuntos menores se apela a la consulta, y para los muy graves se le omite.

Ciertamente despenalizar no es obligar, ni la cuestión del aborto sí o el aborto no, se resuelve con sanciones o liberalidades, pero tratándose de un tema que compromete la vida en su condición de mayor indefensión, seguro que se habría requerido una mayor responsabilidad por parte de la nominalmente Suprema Corte de Justicia.

Nos queda claro de nuevo que en México la justicia carece de Corte, y la Corte, de justicia, que la separación de poderes no existe, y que el poder, más se usa para separar que para integrar, para quedar bien que para ennoblecer el grave ejercicio de la judicatura.

 

Publicado en El Informador del domingo 12 de septiembre de 2021

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