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La Seguridad Alimentaria en Pandemia

Dra. Rocío Angélica Salinas Osornio • Docente-Investigadora UNIVA

 

La situación política y económica en México resulta preocupante, ya que en medio de tiempos electorales en donde -para variar- se manifiesta una serie de intereses de los partidos políticos e incluso hasta un tanto personales, el país viene arrastrando una caída económica desde el año pasado con el grave problema entre la oferta y la demanda debido a la presencia de la COVID-19 en donde vimos afectada la empresa, el empleo y los hogares, siendo este último en el que quiero profundizar.

Y es que, es precisamente en los hogares donde se encuentra la población más vulnerable, las niñas, los niños, y mujeres embarazadas, que se quedaron el año 2020 y principios del 2021 en casa, esperando que llegara el alimento, principalmente en los hogares con ingresos más bajos y en los que desgraciadamente antes de la pandemia ya se observaba una mayor prevalencia de malnutrición.

Una buena nutrición, aquella que es suficiente, completa, variada, inocua, y equilibrada, es considerada el elemento indispensable para lograr una buena salud por lo que, una mala nutrición puede ocasionar disminución de la inmunidad incrementando la vulnerabilidad a padecer enfermedades, alterar el desarrollo físico y mental de quien la padece y hasta reducir la productividad de la población. Y es ahí donde debemos ocuparnos, ya que la crisis económica, a la cual nos enfrentamos el año pasado, con pérdida de empleos y baja en los ingresos familiares, incrementó aún más la vulnerabilidad de los hogares mexicanos, condicionando el estado de salud de los integrantes en cada familia.

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos reconoce el derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad, garantizando así la seguridad alimentaria de la población, lo cual, no sólo implica contar con el abasto suficiente, sino que involucra la capacidad productiva y adecuada distribución, permitiendo la disponibilidad y el acceso a la misma, por lo que es necesario contar con ingresos suficientes para adquirirla.

Ante la crisis económica generada por la pandemia, en la sociedad nos preocupamos por el primer eslabón de la cadena, los productores y empresarios, quienes sufrieron grandes pérdidas económicas, pero sus pérdidas condujeron a que los hogares con menos ingresos, se quedaran con hambre, favoreciendo aún más la vulnerabilidad, a la cual ya se encontraban expuestos.

Pero ¿Cómo tener los ingresos suficientes para adquirir los alimentos? Si pareciera que no hay salario que nos alcance, y es que, en afán de mejorar las condiciones económicas del país, manteniendo viva la cadena de suministros y evitando aparentemente subir los precios de la canasta básica, se ha reducido el gramaje de la mayoría de los productos alimenticios, teniendo entonces, el mismo precio de un producto, pero pesando menos, pegando duro a la seguridad alimentaria de las niñas, niños y mujeres embarazadas, en quienes se aumenta la proporción de inseguridad alimentaria moderada y severa, ya que no logran satisfacer ni sus mínimas necesidades alimentarias durante un periodo prolongado; esto, seguramente dejará huella en la vida adulta de nuestros niños.

Es por ello que resulta necesario la implementación de medidas que favorezcan el empleo, pero sobre todo que aseguren que haya suficientes alimentos nutritivos, con una distribución justa que permita cubrir las necesidades básicas de alimentación de toda la población, pero especialmente de los grupos vulnerables.