“Sígueme” es una invitación clara, precisa y directa que hace nuestro Señor, pero qué difícil para el ser humano poder comprender el llamado que nos hace, porque siempre en la mente del hombre están presente las excusas y el deseo anticipado de realización personal, aun sin contar con el designio amoroso del Padre.
Por ello se nos invita durante este día a poner atención en las palabras de Jesús que a cada uno de nosotros dirige de manera personal y no para que seamos súper héroes, ni mucho menos los redentores, sino para que seamos verdaderos discípulos, los cuales escuchan, obedecen y cumplen fielmente la voluntad del Padre, porque quien escucha el llamado y le sigue debe de entender que la recompensa no es dinero, lujos, ni prestigio, sino la vida verdadera, el hecho de estar con aquel que nos llama a una u otra tarea y por más insignificante que sea, debemos comprender que esta es necesaria en el Reino de Dios.
Que la primera discípula, la bienaventurada Virgen María nos asista propicia en el seguimiento a su Hijo, y que nos enseñe a hacer dóciles ante la acción del Espíritu Santo, para que podamos responder fielmente a la vocación a la que hemos sido llamados, que es anunciar el Reino de Dios.