Dra. María Cristina Martínez Arrona • Jefa de UNIVA Online
La gente que ama mucho sonríe fácilmente
José Luis Martín Descalzo
Dentro del calendario litúrgico diferentes denominaciones cristianas llaman al tercer domingo de Adviento Gaudete, que significa, “regocijarse”, “levantar los ánimos”, “alegrarse”. Pero, en un año como el que estamos finalizando quizás nos preguntemos: ¿acaso tenemos motivos para estar alegres? José Luis Martín Descalzo escribió en la introducción de su libro Razones para la alegría, justo cuando le dieron la noticia de que tendría que hacerse diálisis de por vida: “hoy es el día exacto para hablar de alegría”, porque mis razones hablan de esa alegría que brota a pesar de que las dificultades, de la incertidumbre. De esta alegría habla el Adviento.
Esta Navidad será diferente a lo acostumbrado, como lo ha sido prácticamente todo el año, pero también la oportunidad de rescatar su sentido profundo, porque nuestro amor solidario nos pide, para evitar la propagación del virus, no celebrar con reuniones –fiestas- masivas con amigos, compañeros de trabajo, familia extensa, sino vivirla de forma austera e íntima, con las personas más cercanas, con las que hemos compartido y vivido este tiempo de aislamiento.
Adviento es la traducción griega de parusía que significa “presencia”, “llegada”, esto es, presencia comenzada y nos recuerda dos cosas: que Dios está presente y que tenemos que hacerle presente por medio de nuestra fe, esperanza y amor. Adviento es una presencia comenzada, la certeza de que la semilla del bien, de la luz, del amor está, pero ¿cómo descubrirla? en aquello que nos hace profundamente felices, que nos ofrece razones para estar alegres.
Hay que reconocer que no todas las personas tenemos las mismas motivaciones para ser felices, y que el serlo, depende mucho de nuestras elecciones. El primer paso es descubrir y considerar esos momentos, espacios, personas, actividades que nos dan sentido y felicidad, que nos invitan a seguir luchando, a no perder la esperanza, que rescatan de nosotros una sonrisa. Por ejemplo, ¿no nos hace felices el contar con un compañero(a) de vida con quien compartimos un proyecto personal? ¿acaso no disfrutamos de contemplar un amanecer, una mirada de ternura, de escuchar una buena música o caminar en el atardecer? ¿no nos hace felices el tener un ideal que trasciende nuestra experiencia y exige la mejor versión de nosotros mismos(as)? ¿o el tener un trabajo que nos apasiona o la capacidad de amar el trabajo que tenemos? Y cada uno puede continuar su lista.
Sabernos amados y ser capaces de amar, el contar con un amigo(a), con una familia, el creer en la eficacia del amor, levanta los ánimos, nos llena de gozo y rescata en nosotros más de una sonrisa. Razones que evidencian de la presencia comenzada de Dios que podemos continuar haciendo presente y no sólo en Navidad.