A menudo encontramos tiempo para todo: el trabajo, la familia, la pareja, nuestras actividades diarias. Pero, ¿cuántas veces nos olvidamos de reservar un espacio para Dios? Por ejemplo, ¿cuántas veces hemos dejado de lado la misa dominical para ir de paseo o para una reunión familiar?
El evangelio de hoy (Lc. 14, 15-24) nos habla de un banquete al que nadie asistió, porque todos tenían algo más “importante” que hacer. Pero, ¿realmente algo puede ser más importante que un banquete que no se repite todos los días? Así es la eucaristía: un banquete espiritual que nos nutre y nos da vida. ¿Dejarlo pasar por otras ocupaciones?
Hoy tienes la oportunidad de dedicar un tiempo a Dios. No necesitas mucho: cinco minutos de oración bastan para agradecerle por todo lo que te da día con día. Planea también la misa dominical como parte de tu jornada de descanso, para que puedas descansar con Jesús. No desplaces a Dios; Él es lo más importante en tu vida.
Señor, concédeme la gracia de ponerte siempre en primer lugar. Que tú seas el centro de mi vida y que todo lo que haga sea por ti y para ti.