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La guía (imperfecta e inacabada) de la independencia

Julián Antonio Iturria Ramos • Alumni UNIVA Plantel Guadalajara

 

Hace poco terminé la universidad y con ello vinieron los acontecimientos “normales” de este ciclo: despedidas, conseguir un trabajo y sobre todo, quizá el cambio más drástico, volverme “independiente”. Debido a mi experiencia reciente, es que me auto-erogo las licencias pertinentes para escribir esta guía sobre cómo puede ser (dado que cada experiencia es diferente, desde luego) el proceso de independencia y contar algunas cosas que son importantes tomar en cuenta.

Primero, quisiera mencionar que hace 5 años que no vivo con mis padres, pero no vivir en la misma casa que ellos no significa que tuviera una total independencia, todo lo contrario, porque en el inicio de la emancipación, quizá dependí más de ellos, en un sentido económico y emocional que cuando estuve en casa. No es tan fácil despegarse de la familia, de las costumbres y sobre todo, de las comodidades, pero atención, éstas no necesariamente van relacionadas a los lujos. Me refiero más llana y específicamente a cosas que tenemos en nuestra vida cotidiana y suelen no faltar en casa; cosas que obviamos y hasta cierto punto les restamos importancia, dígase: pasta dental, papel de baño, jabón, detergente, cloro, servilletas, sal para cocinar cosas consideradas “insignificantes”. Tener que costear estos pequeños aspectos de nuestras vidas es incluso frustrante, ya que ves como poco a poco tus ingresos se comienzan a reducir por ese tipo de gastos que no se pueden evitar. Y es justo ahí, cuando comienzas a valorar estos productos y a darte cuenta que a lo mejor ya no puedes mantener ciertos “lujos”, como aquel shampoo de marca que deja el cabello tan hermoso como el de Brad Pitt.

Por otra parte, sí existe una “independencia” parcial, ¿a qué me refiero? Ya no tienes que pedir permisos; tú tienes que aprender a administrar: dinero, energías, alimentos, etc., y no menos importante, a generar una responsabilidad en la toma de decisiones, lo cual es importantísimo para poder “sobrevivir”, pues, aunque no lo parezca, esta es la parte buena, interesante y fructífera de este proceso, porque es de aquí donde se aprende y donde sin duda, uno va a cometer errores.

Pero es probable que el cambio más duro y más difícil de asimilar es el de la “compañía”. Has pasado los últimos 20 años de tu vida conviviendo con las mismas personas que “ya te tienen harto/a” pero, llega el momento en el que esos gritos, peleas, charlas, regaños, se extrañan; esto es algo que se puede “solucionar” provisionalmente con la compañía de un roomie (que por cierto recomiendo), pero, conocer a una persona nueva desde cero, con la que compartirás tu vida, es una adaptación complicada, un reto; hay que acostumbrarse a nuevos comportamientos y costumbres.

Y para terminar, espero mi texto no te desanime. Al contrario, si estás por independizarte o salir de tu casa, ya sea por una oferta laboral o porque comenzarás tu aventura universitaria, lánzate, pues considero preponderante vivir eso. Es algo que debería ser obligatorio para el proceso de maduración de cualquier persona. Aprenderás en el camino, como lo sigo haciendo yo, como lo hicieron tus padres y como lo hacen la mayoría. No todo es malo y estoy seguro que será una experiencia que vas a disfrutar. Te enseñarás a valorar tu espacio y tu privacidad, además sin duda te conocerás mejor a ti mismo y sobre todo, y más importante saberlo: jamás nos independizamos por completo; los vínculos con nuestros padres y hermanos siempre estarán ahí, para apoyar cuando nos haga falta.