En este evangelio nos presenta a un pueblo que, a través de un signo concreto de Jonás, se le invita a la conversión y a reconocer que en Jesús obtendremos la salvación definitiva. Lo mismo que Jonás fue rescatado al tercer día de la ballena, Jesús nuestro salvador resucitará al tercer día, pues, ese es el verdadero milagro que en ese tiempo no han visto y que quizá nosotros también pedimos ver y de una u otra manera el Señor nos concede milagros, pero nuestra dureza de corazón y nuestra ceguera no nos deja ver ese amor que Dios nos manifiesta constantemente.
El Señor Jesús ha venido al mundo y nos ha dado a conocer al Padre y nos ha revelado que jamás hemos estado solos, pues Dios se ha manifestado en toda la historia del hombre y que se sigue revelando a cada persona en su historia concreta, pero es muy difícil poder ver a Dios en la tribulación, en el sufrimiento o en la tristeza, y hoy por medio de este mensaje nos invita también a nosotros a convertirnos y descubrir que en lo maravilloso de la vida, en las cosas más simples Él está presente y jamás nos abandona.
Pidamos al Señor la gracia de poder ver y oír con ojos nuevos para reconocerle y descubrir que no estamos solos, pues Dios habita en nosotros y nos ama.
