El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado. Y el Hijo del hombre también es dueño del sábado.
Seguimos recorriendo este tiempo ordinario de la mano de Jesús, y con el evangelio del día de hoy nos invita a ir más allá de nosotros mismos, su invitación es a poner nuestra mirada en lo que realmente es importante, es decir, en lo que nos va a llevar a la vida eterna. Con esto, no estoy tratando de decir que hagamos a un lado nuestro cafecito, ni mucho menos las evidencias a entregar. De ninguna manera, el plan de salvación que Dios tiene para con nosotros, se va a interponer con la obligación, ni tampoco con la práctica de las virtudes. Sin embargo, ya en la práctica, en ocasiones no suele ser tan claro y es complicado priorizar nuestras actividades sin andar con todo a quema ropa. Es por eso que te invito a mantener una vida de gracia, a recurrir a la confesión en el sótano del edificio 4 en caso de necesitarlo y a invocar al Espíritu Santo para que te asista en todo momento y puedas gozar con mayor plenitud la libertad a la que estamos llamados.