“¡Si en este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz!”
De la misma manera que lloró al contemplar la ciudad de Jerusalén, Jesús también llora al contemplar nuestras acciones como humanidad, como nación, como familia y como colaboradores UNIVA. Acciones que la conciencia nos reclama, pero que en lugar de seguir sus inspiraciones divinizantes, preferimos elegir la muerte, la división, la burla, la crítica, la indiferencia y si le seguimos, este café sería de refill ilimitado. Nacimos de lo alto y para allá debemos de dirigirnos, démosle fin a toda esa violencia y todo eso que ya sabemos que nos daña para elegir siempre y en todo momento bendecir en lugar de maldecir.
No nos dejemos engañar por la misma mentira de la serpiente, Dios está con nosotros, en nosotros y para nosotros, claro, siempre y cuando se lo permitamos, Dios quiere para nosotros lo mejor, pero necesitamos entregar nuestro orgullo, rendirnos ante Él para que podamos comenzar a vivir una vida nueva, una vida plena. Pidámosle eso a Aquel que no solo da la vida, sino que es la Vida misma, pidámosle que nos permita comenzar otra vez para que nuestro corazón esté lleno y se convierta en morada de Dios.