El evangelio de hoy nos presenta a Jesús hablando con toda claridad sobre su Padre. Sus discípulos le reconocen realmente como el Hijo de Dios, y, por lo tanto, le hacen saber que Creen en Él y en su palabra. Jesús, por el contrario, no quiere que sus discípulos vivan engañados y les hace saber que, no basta con solo decir que le creen, sino que será necesaria la fe para poder con la misma vida atestiguar que verdaderamente son discípulos suyos.
El Señor en esta palabra nos viene a dar ánimos, pues todos los hombres estamos constantemente en esa búsqueda de nuestra felicidad, vamos de un lado a otro tratando de saciar esa sed, sin embargo, experimentamos esa misma sed todo el tiempo, nos desgastamos y nos afanamos día a día por no tener problemas y de alguna manera resolver todas nuestras necesidades, y, al final, descubrimos que no hay nada que termine por darnos esa plenitud que en nuestro interior tanto anhelamos. Hoy Jesús nos dice que solamente apoyados en Él, es como encontraremos esa paz que busca nuestro corazón, solo si compartimos con Él nuestros proyectos y nuestras situaciones es, como todo en nuestra vida tendrá verdaderamente un sentido. Que el Señor nos ayude a tener fe y poder aceptar lo que nos permite en nuestra vida con total alegría, sabiendo que si no tenemos todo lo que pensamos es porque Dios nos tiene un proyecto mejor, nuestra salvación.
