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Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Durante el siglo XIX y hasta la Segunda Guerra Mundial, el antiguo y célebre imperio chino se vio sometido y colonizado por las potencias occidentales y por Japón, que invadió incluso el norte de China ya en 1934.

Luego de guerras de agresión injustificadas, las potencias occidentales, lideradas por Inglaterra, impusieron al país concesiones de territorios donde pudieran vivir y comerciar a sus anchas y con un mínimo de obligaciones, fue así que surgieron las colonias de Hong Kong, o se fortalecieron las de Cantón y Macao. Dentro de las políticas perversas de Inglaterra para degradar y someter a China destaca la introducción y promoción del consumo de opio que produjo una verdadera catástrofe social.

Esta constante injerencia occidental fue minando las estructuras del imperio, hasta su final colapso, en 1911, siempre auspiciado desde el trasfondo por los países colonizadores. A partir de ese año inicia una seria inestabilidad política y de guerras civiles, que siempre los occidentales supieron manejar en provecho propio. La invasión japonesa y la lucha interna entre nacionalistas y comunistas fueron el escenario previo a la Segunda Guerra Mundial, que trajo para los líderes chinos la oportunidad de sacudirse el yugo extranjero, particularmente con el triunfo de Mao; es evidente que el triunfo de su contrincante, el nacionalista Chiang Kai-shek, habría supuesto la continuidad de la sumisión china a occidente, ya que este líder estaba apoyado en todos los sentidos por Estados Unidos.

Mao gobernó China desde 1949 hasta 1976, pero ya en sus últimos años eligió a las personas adecuadas para que llevaran al país hacia una nueva época, entre éstas, al padre del actual presidente Xi Jing Pin, quien en su momento fue el autor de la nueva política económica China, y por lo mismo uno de los principales responsables del actual poderío de este país al que con toda justicia llaman el gigante asiático.

Bajo la dirección del segundo sucesor de Mao, Den Xiao Ping, China introdujo el doble sistema económica y creció con base a cuatro prioridades: modernizar la industria, la agricultura, la ciencia y el ejército. Algunos autores chinos insistían en un quinto elemento, la democracia, pero hasta ahora ésta ha tenido muy pocos avances, lo cual a la población china no parece importarle cuando sopesan los increíbles logros que el país ha tenido en todos los campos durante los últimos cuarenta años.

Este extraordinario y exitoso desarrollo ha inquietado a las potencias occidentales, particularmente a Estados Unidos, que al igual que en el pasado ha desatado una guerra sucia, perversa e injusta contra China, contraviniendo las propias reglas establecidas a propósito del libre mercado y la globalización.

Parte de esta guerra ha sido sembrar la desinformación, acusar a China de lo mismo que Estados Unidos hace, como es el espionaje a través de las redes sociales, o mantener canales como “China en foco” dedicados exclusivamente a desprestigiar a este singular país.