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Apología de la lentitud

Por 26 marzo, 2019noviembre 28th, 2019Convocatorias

Mtra. Jazmín Velasco Casas • Docente UNIVA Plantel Guadalajara

 

¿Por qué nunca se inventó un dios de la lentitud?

Peter Handke

Hace aproximadamente diez años, Byung-Chul Han, filósofo surcoreano-alemán, nos dijo en su libro El aroma del tiempo, que la crisis contemporánea ya no está caracterizada por la aceleración, sino que esta es uno de los síntomas del verdadero problema: la dispersión temporal.

Este fenómeno se manifiesta como la carencia de un ritmo ordenador, una desorientación en la vida que ya no se enmarca en una estructura ni permite experimentar ningún tipo de duración; las personas comienzan a identificarse con la fugacidad y lo efímero, se han encerrado en lo único seguro: su cuerpo, su yo, a quienes se trata de mantener sanos por todos los medios posibles, pues de lo contrario, no quedaría nada. Esto ha ocasionado una sensación generalizada de ya-no-saber-hacia-dónde y que todo se aglomere en el presente, en el que ya nada es decisivo ni definitivo. Cuando ya no se sabe qué tiene importancia, todo pierde importancia.

La solución que el autor propone es la revitalización de la vida contemplativa, que permitirá de nuevo darle un sentido fuerte y articulado al tiempo, así como una duración, que posibilite dotarlo de profundidad y amplitud. A continuación, enumeraré algunas de las recomendaciones de Chul-Han.

Practicar el sobrecogimiento, donde se recuperen imágenes e historias significativas, generará que la persona regrese-a-sí-misma.

Detenerse a contemplar lo bello, como una obra de arte o la naturaleza, vaciándose de lo inútil, -como los deseos incesantes-, dará acceso a un tiempo bueno, a un tiempo de significado.

Tomarse el tiempo para demorarse y adquirir serenidad, brindará la posibilidad de estar en el mundo de forma diferente, ser más sensibles y dejar que las experiencias transformen. La demora contemplativa significa que las cosas duran.

Pensar de manera profunda o el pensar meditativo, sólo puede producirse cuando el pensar en el trabajo y en el producir se detienen.

Profundizar en la percepción, recuperando el silencio y la capacidad de asombrarse, de observar atentamente la dinámica de las cosas y los lazos que los comunican entre sí.

Cultivar relaciones de afinidad, amistad o familia que sean próximas, donde la comunicación sea cara a cara. Sólo las relaciones intensivas hacen que las cosas sean reales.

En conclusión, la propuesta de Chul-Han es una acertada apología de la lentitud dentro de este ritmo posmoderno. Si bien sus libros no han planteado un nuevo modelo o sistema filosófico, -y pensadores como Aristóteles, los estoicos, Nietzsche, y Heidegger lo han manifestado en su época-, sí nos interpelan a buscar espacios de sosiego para recuperar el dominio perdido sobre el tiempo, vivir de manera más consciente, volver a nosotros mismos íntimamente, encontrarnos y tener una existencia en forma.