Skip to main content

Revelando el secreto del buen maestro

Jorge Humberto Medina Flores  ·  Docente en UNIVA Guadalajara

 

Un día mi sed insaciable de conocimiento me motivó a tomar el Diplomado de Pedagogía Interactiva, con la humildad e inocencia de saber si podía conocer nuevas y mejores formas de impartir una clase, creo, a más de alguno nos ha entrado la curiosidad por saber si somos buenos o malos profesores, entre la pasión y la adrenalina por estar frente a un grupo, en ocasiones caemos en la subjetividad de este cuestionamiento. ¿Alguna vez, como yo, te has sentado al final del día en tu sillón y te has preguntado esto? Porque realmente con todo lo aprendido y vivido en este diplomado me lo he cuestionado en un par de ocasiones.

Podríamos prender la cafetera, formar un grupo de docentes de diferentes áreas y pasar horas debatiendo qué hace a un maestro bueno o malo, quizás encontraríamos puntos de coincidencia, pero también vamos a encontrar técnicas y métodos en los cuales no estemos de acuerdo, para bien y para mal.

¿En dónde está la disyuntiva de considerarse un buen maestro? ¿Será solo la percepción de los alumnos los que definen este término de bueno o malo? ¿En qué punto un maestro se cuestiona esto o existen maestros perfectos que no se lo cuestionen? Todas estas preguntas recorrieron mi mente cuán si fueran un tren de ida y vuelta hasta dejarme escribir estas palabras.

Pensemos idealistamente por un momento, imaginemos que existe una universidad con maestros muy buenos, ¿qué técnicas y métodos utilizarían esos maestros para ser tan buenos?, ¿qué haría el campus para asegurarse que cuentan con esa calidad? Y, ¿qué experiencia recibirían los alumnos para maravillarse con esos docentes?

Desde mi particular punto de vista considero que hay dos cosas esenciales para reflexionar que una persona que decida dedicarse a la docencia sea un buen maestro. Primero consideremos que hay cosas que no podemos controlar, por ejemplo, la percepción de los alumnos, inevitablemente cada uno de ellos tendrá una opinión de nosotros y hasta creará una afinidad con nuestra persona o en caso contrario un rechazo a nosotros, esto será un ciclo sinfín conforme las generaciones sigan avanzando. Por otro lado, cualquier institución puede brindar herramientas, cursos, capacitaciones y metodologías que nos ayuden, es decir, las técnicas están y existen.

Entonces, ¿qué sí podemos controlar?, ¿qué está en nuestras manos para ser ese buen maestro? Primero nuestra esencia, en ella encontraremos la vocación y la motivación por estar frente a un grupo, compartiendo conocimiento y experiencia, conociendo e identificando las necesidades de nuestros alumnos. Segundo, y como lo mencioné al principio, nuestra sed por aprender más para ser más. Son tan intrínsecas este par de características que de forma casi imperceptible no nos damos cuenta de cuándo perdemos alguna de ellas o cuándo se nos apaga la esencia y la motivación.

Me despido mis queridos colegas docentes, sin antes decirles que no dejen que su esencia se apague y que su sed de saber más para ser más se sacie. Al contrario, los invito a que como yo no piensen que existe un buen o mal maestro, es mejor que sigan buscando formas innovadoras de estar frente a sus grupos, porque su esencia y su sed ninguna tecnología la va a superar, ambas solo serán opacadas si permitimos que eso suceda.

Aún no existe el maestro perfecto, pero existe el maestro que no deja de prepararse, de estar a la vanguardia y de motivarse constantemente. Ya son buenos maestros, pero aún pueden ser mejores.

Comunicación Sistema UNIVA

Author Comunicación Sistema UNIVA

More posts by Comunicación Sistema UNIVA