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México Morado

Ximena Hidalgo · Estudiante de Bachillerato, UNIVA Guadalajara

 

¿Cómo le explicas a una niña de siete años que el simple hecho de usar una falda la puede colocar en una situación vulnerable?

¿Cómo le explicas a las generaciones más grandes que esta lucha no es sólo por nosotras, sino también por ellas?

Es muy fácil criticar a todas aquellas que salen a marchar para exigir justicia, pero no nos ponemos a pensar que, en México, aproximadamente diez mujeres son asesinadas a diario sólo por ser mujeres, o que el 97 % de los feminicidios quedan impunes.

¿Qué se supone que hagamos? ¿Nos tenemos que quedar calladas esperando pacientemente a que el gobierno resuelva todos los problemas?

Como país, muchas veces carecemos de empatía ante toda esta situación, nos burlamos de ella y no la tomamos en serio, no queremos esforzarnos mucho por cambiar las cosas hasta que nos afectan directamente.

¿Acaso no les duele ver a todas esas mujeres marchando? Porque a mí sí, y un chingo, me duele saber que todas están ahí por una razón en común, porque todas han sufrido algún tipo de violencia.

Conozco a mujeres que dicen que no tiene sentido que nos manifestemos, pero no las veo opinando sobre toda la violencia que se vive día con día en el país.

Hombres me han dicho que no hay necesidad de marchar, porque ya tenemos suficientes derechos, pero no entienden que esto no se trata de tener más derechos, sino de que respeten los que ya tenemos.

Al día de hoy hay gente que no entiende los motivos ni las acciones, pero no se trata de entenderlos, sino de respetarlos; respetar el hecho de que nuestra lucha no se va a ver igual que las de otros países, y también, entender el coraje, la frustración y el miedo que sentimos constantemente.

Hoy yo grito por mi mamá, por mi abuela, por mi tía y por mis amigas, porque ellas no pudieron gritar, porque ellas no sabían qué estaba pasando.

Grito por mí, porque en su momento no comprendí que eso contaba como acoso, grito porque me hicieron pensar que era mi culpa.

Marcho por todas las mamás buscadoras que han encontrado a sus hijas, por todas aquellas personas que perdieron a una amiga, a una novia o a una sobrina.

Grito con la esperanza de nunca ser yo, salgo a las calles con la ilusión de un día ya no tener miedo de caminar sola.

Y mientras escribo esto, un nudo se forma en mi garganta.

Cargado de impotencia y de enojo.

Y a su vez lleno de fe y deseo.

Manifiesto porque espero que mis primas puedan confiar en sus parejas.

Porque quiero que nos sintamos seguras saliendo de fiesta.

Y porque ya no quiero más sangre derramada por mujeres que sólo querían regresar a casa seguras.

Comunicación Sistema UNIVA

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