Este evangelio nos propone para reflexión esta enseñanza que hace Jesús a sus discípulos y demás personas que le escuchan acerca de la pureza, y les hace ver que las malas acciones salen del corazón y es donde debemos prestar más atención. Son necesarias las normas y leyes que nos ayudan a vivir organizadamente, pero Jesús quiere que no vivamos sometidos a esas leyes, sino que en total libertad y convicción busquemos siempre el bien nuestro y de nuestro prójimo.
Jesús nos hace la invitación a ser verdaderos seguidores, a estar siempre atentos a la escucha de la voz de Dios, pero para esto nos exhorta a interiorizar, a entrar en lo más profundo de nuestro corazón y descubrir las cosas que necesitamos cambiar, pedir la ayuda por medio de la oración, y abrir el oído para descubrir su voluntad y poder realizar lo que nos pide, a vivir en la verdad y buscar el bien.
Pidamos al Señor la gracia de nuestra conversión y que cada día nos esforcemos por ir quitando de nosotros, lo que no nos deja hacer el bien que podemos, y que por nuestro orgullo o falta de caridad nos privamos de realizar.