Solo quien está enamorado es capaz de esperar lo que sea por la persona amada. San Juan Pablo II entendió esto profundamente. Celebramos hoy a un hombre ejemplar, dócil a la voluntad de Dios, incluso en medio de las dificultades; un pastor celoso de su rebaño, dispuesto a dar su vida por sus ovejas; un hombre de oración y profunda humildad.
Al recordar a este gran santo, reflexionamos sobre nuestra propia docilidad a la voluntad de Dios. ¿Dedico un momento cada día a la lectura y meditación de Su Palabra? ¿Estoy disponible para lo que Dios me pide a diario? ¿Soy capaz de reservar un tiempo en mi jornada para Él, o prefiero distraerme con cosas que al final me dejan vacío?
El amor no se comprende a través de conceptos; no es solo un sentimiento. El amor implica relación, porque el amor es una persona: «DEUS CARITAS EST» (Dios es amor).
Amor de los amores, amable huésped del alma, ven y toma posesión de todo mi ser; quiero ser como Tú.