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Época de dictaduras

By Voces UNIVA, Voces Univa

Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Nadie se esperaba que el pensamiento débil de la postmodernidad que había generado gobiernos endebles, produjera enseguida, en la híper modernidad, dictadores, pero lo estamos viendo.

Desde luego estos dictadores híper modernos son una combinación de populismo y de energía bruta que lo mismo captan abundantes seguidores en Estados Unidos, que en el Reino Unido, en Venezuela o en Brasil. Lo cierto es que al margen de las enormes diferencias entre estas naciones, en el fondo sus gobernantes son muy similares, se promovieron garantizando mano dura, sea en favor de los obreros norteamericanos de Detroit, que en pro de la lucha antimperialista bolivariana, o del Brexit duro, son capaces de seducir a multitudes y fomentan una y otra vez el odio, sea entre grupos raciales, que en contra de los emigrantes, de los chinos, de los ricos o de los pobres, una y otra vez lanzan amenazas incendiarias contra medio mundo, y les da a todos por minimizar las emergencias sanitarias, llamándolas “gripitas” o conjuras orientales, razón por la cual se exhiben dondequiera sin llevar cubrebocas, son incapaces por igual de admitir sus errores y muy proclives a buscar culpables siempre más allá de su círculo de confort.

También son oportunistas, y ante la posibilidad de aparecer ante las cámaras, hacen chuza con todos sus colaboradores para aparecer siempre ellos hablando de lo que sea y en lugar de todos los demás.

Desde luego, hay dictadores más serios y presentables, incluso, más coherentes con la idiosincrasia de sus países: Rusia y China. El caso de China no debe sorprender a nadie, dado que sigue siendo un país donde existe sólo un partido político, y los líderes suelen ser tan vitalicios como lo fueron los emperadores. En Rusia la duma sigue estando hoy, más que antes de la URSS, al servicio del presidente, de manera que todas las acciones del ejecutivo se van legalizando en la medida que se producen de tal modo y manera que a los zares les daría envidia. Pero dado que chinos y rusos experimentan notables beneficios en su vida cotidiana y doméstica, e incluso, gozan del orgullo de ver a sus naciones convertirse en grandes potencias mundiales, se sujetan a la dictadura sin mayores reconcomios.

Solamente la Europa continental se mantiene fiel a las democracias postmodernas, aún en el caso emblemático de Ángela Merkel, que es la funcionaria menos débil de la política europea.

Hay otras dictaduras de las que nadie habla aún si se dan en territorios de gran importancia económica, y cuyos gobernantes son tan híper modernos como cualquier líder latinoamericano, me refiero a las dictaduras de Asia menor y central, en países como Irán, Kirguistán, Kazajistán, Turkmenistán.

La coincidencia para nada casual, es que estos nuevos e híper modernos dictadores se han dado solamente en los grandes países, sea por su territorio, por su dominio político o por sus recursos económicos, habría que averiguar el porqué de este fenómeno tan actual y visible.

Las lecciones de la epidemia

By Voces UNIVA, Voces Univa

Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

A tres meses de emergencia epidemiológica podemos ya identificar algunas lecciones o aprendizajes que este serio problema de salud nos ha dejado en México.

Una de esas ha sido el efecto colateral de la sobre información que hemos sufrido con mayor virulencia que la epidemia misma, particularmente desde las redes sociales y las diversas páginas de internet, como por ejemplo You Tube, y sus infinitas réplicas por todo otro tipo de medios que nos han dicho lo mismo que la epidemia es la más letal que podamos imaginar, o que todo es invención de los grandes consorcios garantes del nuevo orden mundial. Entre uno y otro extremo una increíble variedad de opiniones, declaraciones, conferencias, entrevistas ofrecidas por el más variopinto número de personas, desde las muy capaces e informadas, hasta aquellas que recibieron su información de parte de los extraterrestres o de complejas revelaciones divinas alertándonos de la conspiración mundial de los malosos en contra de las almas piadosas.

Otra importante lección ha sido constatar lo pésimamente mal preparados que estábamos para una emergencia semejante en el campo de las nuevas tecnologías de la comunicación, y nuestro aferramiento a no hacer las cosas sino a la antigüita, así el mundo se acabe. Pero cuantos intentaron hacer las cosas de otro modo, es decir, “en línea”, se encontraron con que fallaron los sistemas que se tenían, se saturaron las redes, los anchos de banda no fueron suficientes, la fibra óptica no llega a todas partes, ni siquiera en la misma ciudad, y además se notó nuestra grave elitización, es decir, en una emergencia de este tipo, las nuevas soluciones de la tecnología solamente operan en favor de los que más dinero tienen.

Aprendimos también hasta dónde puede llegar el fracaso de la educación cívica, y poner en riesgo la salud y la vida de todos por esa irresponsable forma de enfrentar un problema común, haciendo cada quién lo que le dé la gana, un caso ejemplar, el uso del cubrebocas, que algunos entendieron que bastaba con traerlo colgado del cuello en el mejor de los casos, en parte debido a que las mismas autoridades de salud no se ponían de acuerdo sobre su utilidad o inutilidad, cuando al fin dijeron que sí era importante usarlo, les creyeron los que quisieron. La “sana distancia” topó inevitablemente con el indispensable uso del transporte público y sus medidas de higiene “formales” y rara vez vigiladas, total que el asunto de contagiarse o no, se le dejó a la buena o mala fortuna de cada quien.

Lamentable pero previsible la actuación de la clase política que hasta la fecha no ha logrado convencer a la ciudadanía de su genuino interés por la salud de todos; para variar muchos de sus integrantes han actuado con su incurable oportunismo partidista o personalista, lo cual ha llevado a confrontaciones entre federación y Estado, descalificaciones mutuas, ocultamiento de datos sobre enfermos y fallecidos, maquillamiento de recursos que nos hacía sentir en el primer mundo, opacidad informativa para los familiares de pacientes, disimulos de todo tipo, usurpación de funciones donde tal o cuál político acabó siendo el sábelo todo, dimes y diretes de aquí y de allá, y claro, arranque de nuevas campañas, a destiempo oficial, mientras la gente asolada por la epidemia y por la crisis económica trata de sobrevivir como Dios le da a entender, porque la ayuda prometida no llegó o no era para todos, o las redes se saturaron y ya no fue posible hacer los trámites, o porque reabrir un negocio se hizo mucho más difícil y complicado que abrirlo por primera vez. En este tipo de escenarios, hasta las cosas correctas y oportunas que la autoridad ha hecho acaban por confundirse.

¿Feliz día del padre?

By Voces UNIVA, Voces Univa

Coordinadora de Alumni y Bolsa de Trabajo UNIVA Plantel Guadalara

 

Vi hoy un comentario en una red social que decía “Este 21 de junio será el primer día del padre que no se celebrará por la pandemia…los otros años han sido porque se les olvida” y me quedé reflexionando acerca del valor que le damos a los padres de familia y concluí que lo consideramos desde la relación que tenemos con ellos.

En muchas ocasiones se les valora por lo que proveen, otras por lo que no proveen y esa podría ser una de las cargas más fuertes que traen sobre los hombros los padres. Claro que no olvido la historia de tantas mujeres que solas han sacado adelante a sus hijos y que lo han hecho como cabeza de familia.

Los hombres desde chicos, saben que tienen que estudiar y/o tener un buen trabajo porque serán el sostén de una familia y con ello ser buenos padres, como si esa fuera la manera de decir si cumplen bien o no ese rol. Ser padre no solo es proveer, es contribuir con la educación, con la preparación académica, con los valores y la formación integral de hombres y mujeres de bien.

Dicen que nadie nació enseñado para ser padre, pero tampoco estamos calificados para evaluar a uno de ellos. La subjetividad de los sentimientos hacia esa persona nos hace ponderar desde excelente hasta pésimo; las circunstancias propias y del entorno (hasta las de pareja), cambian a cada segundo y eso también influye en las evaluaciones.

En estos tiempos de confinamiento, muchas familias han podido pasar más tiempo con los papás en casa, han visto, quizá, cosas diferentes como su forma de trabajar, hacer labores de hogar y ellos también han tenido oportunidad de conocer más a sus propios hijos.

Los papás pueden proveer bienes, pero también afecto, buen ejemplo, disciplina, conocimientos. No se les puede catalogar en casa solo por sus logros laborales, son el cúmulo de muchas facetas, pero se tiene que dar la oportunidad y darles a ellos la oportunidad de mostrarlas.

Valorar a los padres (hombres), en su justa medida, es símbolo de equidad y de justicia. Y así como hay madres que cometen errores, también hay padres que los cometen. Pero ¿quién, que haya convivido con su papá, no tiene un buen recuerdo que le haga sonreír?

Feliz día del padre a los que siguen dando su mejor esfuerzo y a los que ya descansan en paz.

 

Publicado en La Crónica de Hoy Jalisco del viernes, 19 de junio de 2020.

 

¿Qué es lo importante?

By Voces UNIVA, Voces Univa

Dra. María Cristina Martínez Arrona • Jefa de UNIVA Online

 

Con amor y paciencia, nada es imposible

(Daisaku Ikeda)

 

Este año ha estado enmarcado por una pandemia que nos mantiene -en la medida de lo posible- en confinamiento, por el bien nuestro y el de los demás; la pregunta por el sentido de la vida nos ha interpelado de una u otra forma; actividades que considerábamos esenciales para un sano desarrollo integral y social, motivación y sentido, en este contexto, han pasado a un segundo plano.

La convivencia social, espacios para la diversión y el desarrollo físico, las rutinas de fines de semana para fortalecer el encuentro familiar y social, momentos para alimentar el espíritu, de recreación y ocio, son ocupaciones esenciales, pero que, en este contexto de epidemia, debemos realizar de forma creativa, bajo otros esquemas, sin que implique movilidad, ni aglomeraciones.

En México, en el mes de abril, 12 millones de personas salieron del mercado laboral sin goce de sueldo, y sin la cereza de regresar a su trabajo, el porcentaje de personas No Económicamente Activa (52%) fue superior a la Población Económicamente Activa (47.5%) (INEGI). Una proporción muy alta de personas no pueden quedarse en casa, el 56.2% de la población trabaja en el sector informal y tienen la necesidad de buscar recursos para cubrir sus necesidades básicas para vivir, para la convivencia familiar, como es: alimentación, luz, gas, agua, servicio de internet, renta, por mencionar algunas.

Se comprende la necesidad de buscar reactivar la economía con los mayores cuidados de salubridad posibles, pero ¿cuándo no es ésta la motivación? ¿cuándo el apuro de salir es para socializar, divertirme, distraerme por el “cansancio” del confinamiento? Se han visto bares, restaurant, fiestas y reuniones clandestinas sin las medidas de sanidad que se requiere, exponiéndose y comprometiendo a las personas obligadas a salir para cubrir sus necesidades esenciales.

Me pregunto, ¿cómo es nuestra solidaridad? ¿acaso no tenemos la creatividad y el amor suficiente para transformar esas necesidades sin afectar a los otros? ¿por qué no dejar el espacio a los que realmente lo necesitan? Hay personas que están arriesgando su vida por nosotros. Debemos evitar que el cansancio, la rutina, la monotonía ponga en riesgo la Vida, distinguir lo que es verdaderamente importante.

Uno de los frutos que del Espíritu es la paciencia (Gal 5,22), la fortaleza para soportar y elegir el momento correcto de tomar acción. La paciencia es la capacidad que nos ayuda a actuar con tranquilidad, a no perder la calma. Aunque ya pasó Pentecostés, sigamos pidiendo a Dios que nuestra paciencia se active ante un escenario que no podemos controlar, pero sí la forma como vivirlo. Hay que soportar el tiempo que sea necesario sin perder la esperanza, y no pensar sólo en nuestras necesidades sino en las de los demás. La paciencia nace del amor (1 Cor 13,4).

 

Publicado en El Semanario Arquidiocesano de Guadalajara del domingo, 14 de junio de 2020

 

Divide y reinarás

By Voces Univa, Voces UNIVA

Dr. Fernando N. Sánchez Martínez · Docente Ciencias Sociales y Humanidades

 

Este viejo adagio que Bauman (2015) comparte en una de sus obras sobre la cultura, divide y reinarás es de resaltar en el contexto actual, ya que los diversos poderes económicos y políticos hacen uso del mismo en cuanto existe un sinfín de cuestiones sociales por dar respuesta, porque esto, no hace más que asegurar que todo seguirá igual, sin una solución concreta, ya que la pérdida de interés en las necesidades y problemas de los demás, configura toda una gama de proyectos individuales o comunitarios exclusivos y excluyentes que dan al traste con toda propuesta por buena que parezca.

Porque cuando los pobres se pelean con la clase media o al revés, la vida política, es decir, la convivencia colectiva, pierde su capacidad de generar estrategias que aporten al desarrollo humano, además, cuando esto sucede, el Estado suele frotarse las manos, la razón: la incapacidad de la sociedad para actuar y trabajar en la solidaridad.

La doctrina social de la Iglesia, desde una visión del humanismo cristiano, proyecta la solidaridad y la participación no solo de los creyentes, sino de todo ciudadano como parte de los derechos fundamentales de la persona en el rol social al cual está ligado de manera gestacional, ya que, el ser humano tiene tres nacimientos: el primero biológico, el cual consiste cuando la madre da a luz al nuevo ser; el segundo es el nacimiento en la fe, en donde los primeros responsables de transmitirla y fortalecerla se encuentran en la misma familia, aunque también en la comunidad parroquial que representa a la Iglesia, por medio de los sacramentos de iniciación; por último, el social, donde se pasa a formar parte de una sociedad con sus derechos y deberes. En este sentido la familia nos prepara para la convivencia social y al mismo tiempo la fe debe fungir como guía para actuar en conformidad con los valores evangélicos, junto a las responsabilidades que ello trae, como ser honestos, no estafar a los demás, ser solidarios o participar activamente de la vida política del país.

De ahí que, desde la doctrina social de la Iglesia, “la fuente última de los derechos humanos no se encuentra en la mera voluntad de los seres humanos, en la realidad del Estado o en los poderes públicos, sino en el hombre mismo y en Dios su Creador” (DSI, 153).

Por lo tanto, cabría preguntarse qué tanto ha aportado a la solidaridad y la participación las diversas controversias que se han gestado en las últimas semanas en nuestro país desde la presidencia, ¿ayuda en algo? ¿Qué nos dice como personas de fe? Ante ello ¿cómo nos vemos, cómo actuamos, en unidad o en división? ¿Cómo personas de fe, estamos respondiendo con coherencia a las exigencias del contexto social y político?

 

Referencias:

Bauman Z. (2015). La cultura en el mundo de la modernidad líquida. México: FCE

Compendio de la doctrina social de la Iglesia. (2005). Recuperado de http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/justpeace/documents/rc_pc_justpeace_doc_20060526_compendio-dott-soc_sp.html#El%20valor%20de%20los%20derechos%20humanos

 

Publicado en El Semanario Arquidiocesano de Guadalajara del domingo, 7 de junio de 2020.

La inevitable y urgente transición del bien individual al bien común: Parte I

By Voces UNIVA, Voces Univa

Mtra. Lorena González González · Docente del Departamento de Ciencias Exactas e Ingenierías

 

La actual realidad no es la nueva normalidad, ya que el no poder actuar como humanos socialmente libres para convivir, trabajar, pasear, ejercitarte en los espacios como los parques y gimnasios, respirar libremente sin cubre bocas o ver a las personas físicamente, no lo podemos llamar normalidad. Sin embargo, nos ha hecho reflexionar en que la fuente más grande y permanente de riqueza está en las cosas más básicas de nuestra existencia, el COVID-19 ha venido a recordárnoslo.

Mientras las infraestructuras se deprecian y el mundo físico se detiene, las mentes y las ideas con valor son el semillero de una nueva realidad y de una economía poderosamente nueva, basada en el regreso a los orígenes de la convivencia humana.

Nassim Nicholas Taleb en su libro Antifrágil anota que la diferencia entre el ser humano y los restantes animales reside en su capacidad de colaborar, de emprender negocios, de dejar que las ideas se entrelacen. Él mismo menciona, puesto que no podemos prever las colaboraciones ni las podemos dirigir, no podemos ver hacia dónde va el mundo. Lo único que podemos hacer es crear un entorno que facilite esas colaboraciones y establecer las bases de la prosperidad, y no centralizar las innovaciones.

En todo el mundo, se manifiesta un profundo malestar frente al aumento de las brechas sociales, la falta de respeto a la justicia, al desempleo de los jóvenes, a los abusos de poder, a la destrucción de la naturaleza. Una nueva ola de movimientos sociales se ha desarrollado.

Una conciencia social colectiva crece: no se puede seguir así. El tipo de desarrollo económico que vivimos actualmente, con sus consecuencias políticas, culturales y psicológicas, es el origen de los desequilibrios. Al mismo tiempo, la necesidad de soluciones se impone de manera urgente. Es el momento de plantear nuevas orientaciones y no solamente adaptaciones, ahora más que nunca, y para bien, el virus inteligente, parafraseando al Padre Armando González Escoto, ha acelerado la transición del bien individual al bien común. 

El Bien común es lo compartido por todos los seres humanos, hombres y mujeres. Ya Aristóteles en su obra sobre La Política, estimaba que ninguna sociedad puede existir sin algo en común. Es un estado (bien estar, bien vivir) resultado del conjunto de los parámetros de la vida de los seres humanos, hombres y mujeres, en la tierra.

 

El modelo exclusivamente binario de mercado más estado es corrosivo para la sociedad, mientras que las formas económicas basadas en la solidaridad, que hallan su hogar natural en la sociedad civil sin estar restringidas a ella, elevan a la sociedad.

Caritas in veritate

 

El bien común no es la simple suma de los bienes individuales, como el producto interno bruto, sino, antes bien, todos los bienes que sólo existen en el acto de compartirlos: la confianza, la amistad, y todas las relaciones de cooperación que dan significado a nuestras acciones.

Una sociedad que refleja nuestra naturaleza social, relacional, también rechaza el culto del individualismo desenfrenado, y las restricciones arbitrarias de la libertad que acompañan al culto del nacionalismo.

En este contexto surgen las “Nuevas Economías” son propuestas emergentes que han nacido como respuesta a los grandes retos sociales y medioambientales, así como las oportunidades que plantean las nuevas tecnologías y la propia innovación social. Surgen bajo diversas denominaciones: Economía del bien común, B-Corporations, Economía circular, de la funcionalidad, feminista, positiva, procomún, colaborativa, social y solidaria; y diversidad de colores: economía azul, verde, naranja, plateada, marrón, etc.

En la siguiente entrega trataré este nuevo paradigma de las nuevas economías y cómo contribuyen en la transición del bien individual al bien común.

 

 

La estrategia y el reto de construir la ventaja competitiva en las empresas

By Voces UNIVA, Voces Univa

Mtro. Eduardo Castelo Ceica Docente de CEA y Negocios Internacionales UNIVA plantel Vallarta

 

Toda empresa que compita en algún sector de la economía tiene una estrategia competitiva, ya sea explícita o implícita, la pudo haber desarrollado explícitamente mediante un proceso de planeación o implícitamente en las actividades de sus diferentes departamentos funcionales, lo que rara vez representa la mejor estrategia para alcanzar la ventaja competitiva real, que les permita alcanzar sus objetivos generales con precisión y basados en acciones dirigidas (Michael, 2000).

Es en la planeación, como primera fase del proceso administrativo, donde han de sentarse las bases para preparar a la empresa en su búsqueda de una posición competitiva en el mercado (industria), se trata del esfuerzo de visualizar con claridad, cuáles serán las acciones prioritarias para estar en condiciones de arrancar y operar en una primera etapa, que permita sostener tareas orientadas a dar certidumbre al rumbo trazado por la empresa.

La planeación es esencial para el adecuado funcionamiento de cualquier grupo social, ya que a través de ella se prevén las contingencias y cambios que deben plantearse para asumir las medidas necesarias, y afrontar los nuevos retos (Lourdes, 2012).

Existen empresas que ofrecen bienes y/o servicios que poseen características similares o que se aprecian diferentes, o únicos, y compiten en un mercado, donde los consumidores toman decisiones para adquirirlos. Ante esta realidad, las empresas deben estar atentas a las condiciones del entorno e identificar y analizar el número de competidores y su grado de influencia en el mercado donde participarán, se trata de reconocer el potencial competitivo y la realidad a la que deberá enfrentarse, incidiendo esto en la reducción de la incertidumbre en la toma de decisiones y, dándole un panorama más certero de la realidad que deberá enfrentar a corto plazo, para así, estar en una posición más concreta y objetiva acerca del mercado donde ha decidido competir.

Estos son los primeros pasos de la construcción de una estrategia competitiva, enfocada a la construcción de una ventaja que permita enfrentar a la competencia.

La estrategia competitiva se ocupa en cómo generar una ventaja en el negocio en el que compite la empresa (Henry Mintzberg & Voyer, 1997).

La competitividad, está ligada a diversos factores que impactan en su resultado, estos aspectos incluyen variables que afectan la capacidad para prosperar en el mercado: cualidades del producto, recursos, competencias, capacidades y logros comerciales que representan la diferencia entre un competidor fuerte y uno débil.

Los factores clave de éxito varían de un mercado a otro, e incluso de tiempo en tiempo dentro de los mismos, pues los impulsores de cambios y las condiciones competitivas no son estáticos (Thomson, 2012).

Así que no es suficiente el diseño de una estrategia competitiva, que despliegue factores que permitan poseer una ventaja respecto de las empresas con las que se compite, sino que hay que estar atentos a las señales del entorno, saber leer y analizar las mismas para ajustar, conforme sea necesario, las acciones que redefinan y fortalezcan las ventajas que posee la empresa, de cara a los vertiginosos cambios en el mercado, y la recomposición de la competencia.

La ventaja competitiva se crea y mantiene a través de un proceso altamente localizado, incluso los países más desarrollados no son competitivos en todos sus sectores, por lo que las naciones triunfan en determinados sectores debido a que el entorno nacional es el más progresivo, dinámico y estimulante (Buendía Rice, 2013).

Y entonces, la estrategia competitiva de la empresa, según Porter, debe enfocarse en encontrar una posición en el mercado donde pueda defenderse mejor de sus fuerzas y ponerlas a trabajar en su favor (Hijar Hernández, 2013).

Las dos preguntas fundamentales en que se enfoca la ventaja competitiva son:

¿Cuál es el valor rentable a largo o mediano plazo para un dado tipo de empresa? y ¿Cómo puede cada género de empresa asegurarse de producir y perpetuar este valor? La ventaja competitiva crece fundamentalmente en razón del valor que una empresa es capaz de generar (Robson, 1997).

Como se aprecia la ventaja competitiva se evidencia, a partir de una serie de variables propias de la empresa, combinadas con la apreciación y valoración del entorno de la misma, la cual es altamente cambiante, y que por lo tanto exige a la empresa, estar atenta a los acontecimientos del mercado y aspectos propios del entorno en donde desarrolla sus actividades. Esto refleja la importancia que tienen los elementos exógenos (externos) y endógenos (internos) de la empresa, para trazar tareas y objetivos que permitan la apropiada combinación que derive en su perfil competitivo.

La ventaja competitiva que construyen las empresas, también debe considerar la cultura organizacional, que es una noción usada para referirse a los valores organizacionales de carácter informal, y a las estructuras y prácticas que utiliza la dirección de la empresa para encuadrar a la fuerza de trabajo dentro de un cuerpo más sensible, competitivo y eficiente. La existencia de cultura corporativa fuerte es vista, en este sentido, como un prerrequisito para el éxito en el mercado (Roca, 1998).

Con lo que, es de considerar, que la definición de una ventaja competitiva, directa e indirectamente, va de la mano con una diversidad de aspectos y que incluye, entre ellos a la cultura; llena de símbolos, creencias, valores, filosofía y principios y que es recreada, configurada y alentada por quienes emprenden la empresa, y buscan como fin último, generar beneficios a la sociedad, su entorno y en todos los que participan en su origen, crecimiento, desarrollo y posicionamiento en el mercado.

A veces sucede, que el miedo se convierte en rabia

By Voces UNIVA, Voces Univa

Mtro. Miguel Camarena Agudo • Encargado de corrección y estilo del Sistema UNIVA

 

El hecho de que, como todo el mundo, pudiéramos vivir un infierno y que, con el corazón encogido de rabia a medida que el sufrimiento arrasaba nuestra existencia, acabáramos de descomponernos, en el tumulto del temor y del horror que la muerte a todos inspira, no se le pasaba siquiera por la mente a nadie en aquel lugar.

 

                                                                                                                              – Mauriel Barbery

 

Hay momentos en que todo se acumula, en que silenciosamente algo va creciendo, para después de un golpe manifestarse abruptamente. Realidades que están ahí, ocultas ante los ojos pocos atentos o las sensibilidades poco desarrolladas, y que no por esa ceguera e insensibilidad, éstas dejan de tener existencia propia. Pero un día estas realidades nos miran de frente y su fealdad hace que nuestra confianza o fe en lo humano se tambaleen. Porque una cosa es el aburguesado concepto de felicidad y éxito, que bien confeccionado y publicitado está, y otra el determinismo social o económico, el cual funge como yugo sobre la voluntad de millones. Este determinismo donde el “quiero” no es una opción sino una maldición.

Ahora bien, aparte de la violencia estructural padecida por un amplio sector de la población, existe otra forma de violencia, la llamada cultural (clasismo, racismo, sexismo, machismo, etc.), la cual le suma al resentimiento y a la frustración. Y ésta también contribuye a que un día, tarde que temprano, se dé un incidente de violencia, confrontando a los grupos implicados. Porque casi siempre un acto brutal de violencia (directa) nos cuestiona sobre la salud mental de nuestra sociedad. Nos hace ver el tamaño del tumor o la gravedad de la enfermedad y principalmente nos responsabiliza de alguna u otra forma. Porque las diferencias salen a relucir y la lucha por reducir los privilegios de unos sobre otros, también.

Los políticos en turno, en el papel de mediadores, recurren a los oxidados clichés de siempre cuando hay un caso extremo de prepotencia o abuso de autoridad, hablan del “peso de la ley”, la siempre futura “justicia” o “el ir hasta las últimas consecuencias”; pero estas frases sólo son fórmulas o paliativos para intentar calmar la rabia colectiva, en lugar de prometer obviedades y reprimir con más fuerza policial, deberían apostar por ir hasta las “primeras causas” y emprender acciones concretas.

Pues, el actual orden y estado de las cosas se fundamenta en la injusticia y la desigualdad, esa es una verdad, las ciudades se han convertido en manicomios donde todos vamos contra todos y un diminuto grupo de personas dictan las leyes, y además viven con una obscena cantidad de privilegios, gracias al usufructo del trabajo de otros; mientras un amplio margen de la población vive al día, apretando todo el tiempo puños y dientes. Pero, aunado al enfado que produce la explotación y la impunidad con que se conducen las personas en el poder político y económico, hoy tenemos signos claros de un malestar social, de una rabia y un cansancio. Síntomas inconfundibles de que algo lleva mucho tiempo pudriéndose. La muerte de Giovanni López y de George Floyd en manos de policías, destapó una cloaca social e hizo apoderarse de las calles a miles de indignados, a pesar de la pandemia. De alguna u otra manera esto tiene sentido, mi abuela decía que el valiente es hasta que el cobarde quiere, lo cual significa que el miedo es susceptible de convertirse en rabia; por lo que estas manifestaciones tienen su justificación, porque si uno se pone a pensar, ¿qué garantiza que a mí no me suceda algo así, a mis padres, hermanos o amigos? Blancos no somos, ni ricos (esto no quiere decir que estas personas estén exentas, la proporción en que sucede es el tema). Entonces, o te quedas a esperar que te suceda a ti o sales a denunciarlo, siempre y cuando estés dentro del grupo vulnerable.

Es una desgracia que vivamos en un mundo donde, en general, el trato otorgado por los otros dependa de tu color de piel, apariencia, lugar de nacimiento, estatus económico, preferencia sexual, género, profesión, oficio, etc., es una desgracia que tus posibilidades de realización personal y expectativa de vida dependan de esas diferencias, las cuales además nadie eligió, en algunos casos, según tengo entendido. Seguramente si George Floyd hubiera sido blanco estaría vivo y si Giovanni López hubiera vivido en Puerta de Hierro, también seguiría con vida o por lo menos no hubieran muerto a la edad ni de la forma en que todos ya conocemos.

Por último, quisiera relatar brevemente algo que me contaron hace unos días. Un niño de siete años, después haber visto el video donde el policía presiona con la rodilla el cuello de George Floyd, fue con su madre a la habitación donde ella estaba y le preguntó, si a él le podía pasar lo mismo por ser moreno. La madre se le quedó mirando y en silencio, según me contaron.

La relación entre mafia y poder

By Voces UNIVA, Voces Univa

Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Los comienzos de la mafia moderna, por lo menos en Europa y en América, se distinguen por su conexión al poder legalmente establecido, a partir del sector más vulnerable, la policía, a la cual copan paulatinamente por la estrategia más común, el soborno. Desde ahí tiene lugar una rápida escalada en ascenso cuyo objetivo es ir incluyendo en la nómina a personas mejor posicionadas sea entre los mandos policiacos, que, entre los jueces, los jurados, donde los hay, los legisladores, y desde luego, los detentores del Poder Ejecutivo. La novela de Mario Puzo y su posterior llevada al cine en la saga “El Padrino” reflejan con bastante claridad este fenómeno, y hasta podríamos pensar que constituyó una verdadera escuela para las mafias contemporáneas.

No obstante, la frontera esencial, la que nunca debía cruzarse, y en Estados Unidos no se cruzó, es la que invierte la relación gobierno – mafia, y la vuelve mafia – gobierno, es decir, una cosa es que el gobierno pacte y mantenga un relativo control de la mafia, y otra cosa es que la mafia sea la que mantiene el control del gobierno, hasta llegar a exigir, en el espacio más vulnerable, es decir, los municipios, determinados cargos o el manejo total del cuerpo policiaco, tal y como sucede hoy en numerosos estados de México.

En esos municipios tanto la comandancia como los policías dejaron de ser pagados por la mafia para ser sustituidos por la mafia, desde luego con gente mucho mejor capacitada, mucho mejor pagada, y mucho mejor armada.

En la saga del Padrino, el hilo conductor muestra cómo una familia mafiosa busca remontarse desde los pantanos de la delincuencia más vulgar hasta la posición del empresario no sólo honorable sino filántropo y digno merecedor del reconocimiento social por su labor benéfica, lo cual supone en dicha saga, tres generaciones. En otras palabras, además de blanquear el dinero, se pretende blanquear el nombre. En nuestro medio, las mafias han ido diversificando sus actividades tratando de pasar del control de drogas y delitos del más variado género, al control de empresas y campos productivos diversos, quizás como un intento de ubicarse en posiciones de menor riesgo, pero sin renunciar a hacerse de esas posiciones con todo tipo de recursos violentos, y ejercerlas con fraudulencia, así muchas plantaciones agrícolas, los recursos forestales o mineros, etc.

El 2 de junio pasado, hallaron los cuerpos de siete policías de Colima asesinados durante un operativo de custodia a dos empresarios. No sabemos quiénes eran los empresarios, tampoco cuáles eran sus negocios en Jalisco, de dónde regresaban, ni siquiera hay claridad sobre si a los policías los mataron en Jalisco y los dejaron en Colima. El día 4, suceden en Guadalajara hechos de una violencia inaudita, sea como efecto mimético de las reacciones que en Estados Unidos desató la violencia policiaca, sea porque alguien se acordó de que en Jalisco había un caso pendiente muy similar y ya casi olvidado, el asesinato del joven Giovanni en Ixtlahuacán de los Membrillos, o sea por lo que sea, el asunto es que, por primera vez, desde la Guerra de Tres Años, el Palacio de Gobierno fue asaltado y vandalizado con una furia incontenible.

Fue entonces que toda la ciudadanía se enteró del drama de Giovanni y de su familia, y olvidó de momento el drama de los cientos de desaparecidos que siguen sin ser encontrados, y fue hasta entonces que los policías responsables de la muerte del joven fueron capturados, al menos eso dicen.

¿Y por qué no los capturaron antes? ¿Porque la víctima era un joven albañil? ¿Porque su familia no tenía ni poder ni influencias para recibir justicia? ¿Porque era uno más entre tantos otros? Y si ahora se declara que hay policías mafiosos ¿por qué no se había hecho nada al respecto? ¿Por qué razones, sexenio tras sexenio todo sigue igual?

El inminente cambio de paradigmas en la educación

By Voces Univa, Voces UNIVA

Eila Gisela Zalles Torres Docente de CEA y Negocios Internacionales UNIVA plantel Puerto Vallarta

 

Desde hace más de 12 años, dar clases es mi cardio. Así como hay quien se va al gimnasio a desestresarse y a generar endorfinas, así también yo entro al salón de clases y todas mis preocupaciones desaparecen.

Hay una excepción: nunca me ha gustado dar clases en línea, o debería decir: nunca me había gustado hasta ahora. Antes de todo lo que estamos viviendo actualmente, la pandemia y el subsecuente aislamiento derivado del COVID-19, las clases en línea no tenían ninguna relación con la magia que se generaba en el salón de clases.

En mi experiencia, dar clases en línea consistía en subir información a un repositorio digital para que, de forma asíncrona, el alumno respondiera mediante la entrega de trabajos que a veces, sólo daban la impresión de saber que estábamos haciendo algo, más que generar un aprendizaje verdadero.

Recuerdo una ocasión en la que un proyecto de universidad a distancia me contrató para dar clases. La materia que se me asignó no tenía nada que ver con la formación, pero me dijeron que «cualquiera podía darla» y que después me asignarían materias acordes a mi perfil.

Cuando vi la lista de alumnos, casi me voy de espaldas, ¡más de 70 inscritos a los que había que evaluar 2 veces por semana! lo que me pagarían por dar esa clase, terminaba siendo desproporcional al esfuerzo que demandaría un grupo de tal magnitud. Al final, de esos 70 alumnos, menos de 10 enviaron trabajos. Lamentablemente, este «modelo educativo» continua vigente en muchas escuelas, y al día de hoy, se asume que el docente puede calificar con atención a un número ilimitado de alumnos por el mismo precio que da una hora de clase. Esa idea no podría estar más errada.

En cambio, con la crisis del COVID-19 se nos vino encima, nos encontramos tan desprevenidos que tuvimos que aprovechar cuanto recurso tuvimos a nuestro alcance… Y ahí sucedió la magia. Los profesores nos encontramos, cada quien, en la medida de sus posibilidades y capacidades, buscando alternativas nuevas y diferentes para transmitir el conocimiento. Desde los docentes de educación preescolar o primaria en los niveles socioeconómicos más bajos hasta los catedráticos más prominentes de las mejores universidades privadas; todos estábamos en la misma situación.

Algunas instituciones estaban más preparadas que otras, pero todos tuvimos que improvisar en alguna medida. Y en esa improvisación es que finalmente logramos algo que, al menos yo, había estado buscando desde mis primeras incursiones en materias en línea. Por primera vez estamos buscando sacar provecho de las características inherentes a los medios digitales, en lugar de intentar forzar viejos modelos educativos a través de internet.

Aún no sabemos cuánto durará esta crisis, ni las implicaciones que a futuro tendrá, lo que sí creo (yo, eterna optimista) es que estos meses han sido disruptivos: la educación no podrá (ni debería) volver a ser igual, porque ya hemos descubierto que podemos retarnos e ir más allá de lo que creíamos nuestros propios límites. No puedo decir con exactitud hacia donde nos dirijan los cambios. Pienso, como siempre lo he creído, que la educación presencial no desaparecerá, pero sin duda ahora podemos complementarla mejor gracias a las nuevas herramientas que hemos descubierto.

La educación online probablemente está a punto de dar el salto más grande desde su creación. Yo, apasionada de la docencia, estoy completamente emocionada y expectante por lo que sigue.