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Comunicación Sistema UNIVA

Biutiful: radiografía de un mundo desbocado

Por Tendencias Sin comentarios

Daniel Pedroza Galeana • Alumno de Maestría en Fiscal UNIVA Plantel Puerto Vallarta

 

Alejandro González Iñárritu a través de su filme de Biutiful ha sabido evidenciar de manera cruda y real, la condición enferma y degradada en la que se encuentra una sociedad carente de sensibilidad, empatía, amor por el prójimo y por su entorno. La película se centra en las relaciones e interacciones que un individuo tiene de cotidiano y le afectan constantemente para bien o para mal, tal y como lo expone Anthony Giddens en su libro Un Mundo Desbocado: De todos los cambios que ocurren en el mundo, ninguno supera en importancia a los que tienen lugar en nuestra vida privada, en la sexualidad, las relaciones, el matrimonio y la familia.

Uxbal el personaje principal de la cinta, se encuentra envuelto en una serie de conflictos emocionales, producto de una situación personal, familiar y social, bastante compleja, donde convergen elementos como: la enfermedad, la droga, el alcoholismo, una familia disfuncional, negocios con la mafia, comercio ilegal, explotación laboral, etc. Todo esto aunado a un contexto donde la empatía por el sufrimiento y el dolor ajeno, se encuentra en un basurero.

La atmosfera de la película es cenagosa en casi toda su extensión excepto por uno pocos y breves pasajes. En todos los personajes se puede percibir un abandono emocional y físico, el cual se extiende hasta los objetos y los lugares, con la única excepción, quizás, por un breve lapso donde aparecen Las Ramblas de Barcelona. Pero en general, paredes despintadas, trastes sucios, cosas amontonadas sin ton ni son, electrodomésticos que no sirven, espacios pequeños, calles grises. No por algo Giddens escribió que solo una minoría de gente vive ahora en lo que podríamos llamar la familia (o civilización)… Una buena relación es una de iguales en la que cada parte tiene los mismos derechos y obligaciones, en la que cada persona tiene respeto y quiere lo mejor para el otro. Es evidente que el entorno familiar de Uxbal no pertenece a esa minoría descrita por Giddens y no está en las intenciones de ninguno de los personajes producirla. Por el contrario, la desesperanza es agobiante conforme avanza la historia y se piensa en la situación que viven Ana y Mateo los dos hijos de Uxbal: ambos están en medio de dos adultos enfermos, en una sociedad con una enfermedad crónica donde las instituciones tradicionales están corrompidas, fragmentadas y desdibujadas miserablemente.

No obstante, lo único bello en Biutiful, paradójicamente, se manifiesta en el amor que Uxbal profesa a sus hijos, representado en todos los esfuerzos hechos para dejarles una posibilidad de vida sin necesidades. Pareciera como si Inárritu nos quisiera decir que la inminencia de la muerte nos hace buenos o nos hace sentir culpables.

Pero desde mi apreciación Uxbal, su esposa, los niños, su hermano Tito, los chinos, los africanos, el policía, etc., no son culpables del todo, sino al contrario, son víctimas de una sociedad en decadencia, de una sociedad quebrantada profundamente, de una cadena alimenticia, de un mundo desbocado, como lo expresó Anthony Giddens. Son víctimas de un mundo lleno de incertidumbres, donde no sabemos quiénes son los buenos y los malos porque viven donde mismo, trabajan en los mismos lugares, van a las mismas escuelas, a las mismas plazas. Donde el infierno de unos es el paraíso de otros y la dignidad depende del clima.

Considero que González Iñárritu tuvo la capacidad de presentarnos la frustración, la melancolía, la desesperanza, la tristeza, la confusión y el vacío, de una manera lúgubre y poética; sin dejar de lado la esperanza y la luchar por la familia, la justicia económica, política y social.

Es necesario sensibilizarnos ante el dolor y la necesidad ajena. Todo lo que hacemos bien o mal, impacta de manera positiva o negativa en nuestro entorno, en nuestro prójimo y en nuestra familia.

Es necesario fortalecer los tejidos sociales, ser más conscientes del daño que les estamos haciendo a otros, a nuestro entorno inmediato y, hacer de este mundo desbocado, uno enfocado y equilibrado; para que nuestro mundo no sea Biutiful, sino, Beautiful.

Cuando el arte no quiere ser arte

Por Tendencias, Voces Univa Sin comentarios

Claudia Paola López Murillo • Alumni Plantel Guadalajara

 

La palabra “arte” se ha convertido en un sinónimo de maestría, se articula para referenciar cualidades de alta calidad, y aunque las definiciones sobre arte pretenden descubrir la diferencia entre cualquier actividad o creación del hombre; definir los rasgos que convierten a algunas de estas creaciones en obras de arte, es algo en lo que los expertos no han tenido un acuerdo.

Cómo diferenciar arte de otras actividades y creaciones del hombre sin que ninguno de los hacedores del oficio se ofendan; porque al igual que existen matemáticos que hacen matemáticas y artistas que hacen arte, realmente qué o quién les convierte u otorga esos títulos; y aunque los nobles aritméticos tienen su pasión por los números, ¿realmente se pondría en duda hablar de las matemáticas como un arte?, al igual que sucede con los panaderos, caricaturistas, diseñadores o youtubers… ¿realmente cualquier actividad puede considerarse arte sólo por ser creación del hombre o conllevar una dedicación exhaustiva y una aparente creatividad?

La palabra arte tiene diferentes connotaciones y una de ellas es la desgastada acepción griega de “técnica”. Ejemplo de lo anterior es el tremendo conflicto y ofensa que causa en las audiencias el encontrarse con obras de arte tan baratas, tanto en presupuesto, como en técnica, trabajo e ingenio, y en todos aquellos principios que se le adjudica a la actividad artística. Desde luego, es bastante cuestionable una obra o performance donde hay un plátano pegado con cinta a la pared y alguien llega y lo come. Muchos mencionan ante estas obras, “Yo podría hacer lo mismo, incluso podría hacerlo mejor”, lo cual es un reflejo de la crítica y el juicio al valor que estos productos tienen. Es interesante como ese tipo de creadores han llamado la atención y han llevado en detrimento la clásica idea de los artistas celestiales, tocados por la musa de la inspiración y las buenas habilidades; y más si tomamos en cuenta la apertura y la facilidad que las nuevas tecnologías han otorgado a casi todos para crear expresiones de cualquier tipo.

Replantear el arte no es una tarea que consista simplemente en limitarlo a ciertos estándares, sino, de diferenciarlo de cualquier otra actividad, ¿realmente la actividad artística tiene algo de especial que sólo corresponde a su quehacer? ¿O simplemente cualquiera puede ser artista y hacer de todo, un arte?

Actualmente, el arte no puede condicionarse a un movimiento, no podemos decir que hay un sólo estilo, ya no es moderno, contemporáneo, vanguardista o digital; es simplemente una explosión de creación imparable, e independientemente de las galerías, exposiciones, museos, teatros, festivales, salas de cine o esculturas titánicas de figuras amorfas a la mitad de las avenidas.

Nos guste o no, las expresiones de nuestra sociedad se están llevando a cabo y habrá algunas que nos representen más que otras; de igual manera, el tiempo y la madurez de la sociedad serán quienes decidirán cuáles obras y piezas podrán trascender a esta primera parte del siglo XXI.

A veces comprendemos que…

Por Líderes de opinión, Voces Univa Sin comentarios

Mtro. Miguel Camarena Agudo • Encargado de Corrección y Estilo UNIVA

 

Uno vive, acumula para asimilar después.

Luis Jorge Boone

 

Sucede que a veces nos damos cuenta del significado de las cosas tardíamente. Nos enteramos con los años del amor profesado por alguna tímida compañera de secundaria o preparatoria. Descubrimos las triquiñuelas cometidas por algunos de nuestros pares, gracias a un encuentro fortuito con un retrasado mensajero. Inclusive alguna canción cobra sentido después de mucho tiempo. Hace no tanto, me sucedió con Noche de ronda de Agustín Lara, se reprodujo gracias a esas listas aleatorias de YouTube. Y así, una noche insomne, se reveló un significado nunca antes percibido por mí. También esto nos sucede con las palabras; en un tiempo son etiquetas vacías, lejanas. Pero lo nombrado por ellas terminan un día por alcanzarnos, por ocupar cada una de esas palabras.

No por nada Gabriel García Márquez recomendaba la relectura. Pues no se tiene la misma experiencia de la lectura de Los amorosos de Jaime Sabines a los quince años que a los treinta. No podemos ser ni sentirnos los mismos, y si así fuera, seríamos unos nefandos. Con el tiempo nos vamos llenando de un número mayor de experiencias, ganando bagaje a fuerza de vivir. Cada experiencia nos va dejando una especie de sedimento, capa o cimiento; pero no siempre con una función de armadura o sostén, sino de loza para ciertos temples. Un experto de la vida en el precipicio, José Alfredo Jiménez, lo expresó en una canción sin velos ni atavíos: Nada me han enseñado los años/ siempre caigo en los mismos errores/ otra vez a brindar con extraños/ y a llorar por los mismos dolores.

En Cinema Paradiso (1988) el personaje de Toto o Salvatore, quien se enamora de Elena durante su adolescencia, no se desprende de ese sentimiento de amor durante treinta años. El fantasma de esa rubia joven no le permite conseguir un amor duradero en Roma, cosa que su propia madre le reprocha. Pero a veces el amor puede ser una pesada lápida, un muerto con el cual cargamos y no nos permite andar ligeros de equipaje. Porque se puede amar sin ser correspondido. Para muestra está el bolero ranchero de Cien años, famoso por la interpretación de Pedro Infante.

¿Cuántas estatuas y mausoleos se han edificado en honor de la desdicha amorosa? Desde luego, hay sus excepciones, El amor en tiempos del cólera, por ejemplo. Pero todas estas representaciones de un sentimiento a ultranza no son, sino algo que no permite ver la cosas en su justa dimensión. Son anteojos que usan durante un largo periodo de vida. Con los cuales no vamos a poder ver ni a poder captar muchos significados con claridad.

Pero, ahí mismo, en el filme de Cinema Paradiso el viejo Alfredo le cuenta un relato a Salvatore sobre un soldado que se enamora de una mujer, la cual le pide a éste que espere por ella cien días fuera de su ventana en la intemperie y, justo un día antes de cumplir la petición y condición de amor, el soldado se levanta y se va. Alfredo no quería el mismo destino para él, por eso manipuló las cosas de tal manera y Salvatore terminó en Roma siendo otra cosa distinta a la que hubiera sido quedándose incluso con Elena ¿Cuántas cosa si hubieran permanecido con nosotros, nos hubieran apresado, anquilosado? ¿Cuántas cosas tienen que irse para que podamos movernos? ¿Cuántos significados importantes de la vida se pierden o se ganan cuando permanecemos siendo los mismos? O como preguntaría Luis Jorge Boone en uno de sus cuentos ¿Para qué atesorar lo que con toda seguridad nos hará daño? ¿Para qué fotografías de quien en un futuro empezaremos a olvidar (si es que nos atrevemos a ello)?

El amor se hace viejo, como la amistad y la alegría, pero el temor la reticencia, la duda, se mantienen intactas en los callejones del corazón, te cobran cada vez como si se tratara de la primera vez en los experimentaste.

                                                                                                                                          Luis Jorge Boone

¿Es la competencia desleal un mal necesario?

Por Lideres Universitarios, Voces Univa Sin comentarios

Valeria Anahí Ramos Villegas • Alumna Mercadotecnia Integral

 

Hoy en día esta práctica es realizada muchas veces de manera automática por empresas que no reconocen la falta de ética y honestidad que hay en ella y el cómo puede afectar la percepción de un consumidor respecto a otra marca, siendo la mayoría de las ocasiones únicamente datos denigrantes acerca de la misma, que pueden no sólo afectar, sino, desacreditar la imagen de ésta.

Es preocupante para la mercadotecnia, lo efectivo que es este comportamiento para influir al mercado a tomar ciertas decisiones de compra; por medio primordialmente de la promoción de las 4p’s de la mercadotecnia se logra un acto completamente desleal que no busca más que un bien propio, en una realidad, en la que como comunidad se necesita una convivencia armónica entre la población pero principalmente entre marcas. Se está viviendo en un mundo lleno de consumismo, el mercado está expuesto a miles de fenómenos de este estilo como lo es la contaminación visual, que no permiten al consumidor analizar su compra por lo que verdaderamente necesita o requiere, dejándolo guiarse por emociones momentáneas.

En el caso de la competencia desleal un simple comercial, que puede estar repleto de falsedades, es muy probable que tenga algún tipo de influencia en un consumidor que está decidido a realizar una compra a una marca que se está difamando.

Existen muchas alternativas para lograr la lealtad del mercado, alternativas que no implican el desprestigio de una compañía; es cuestión de interesarse por querer tener una relación más sana con la competencia. En el mundo hay 7680 millones de personas, las suficientes para que a pesar de la rivalidad que debe haber en el comercio, exista la posibilidad de que todos logren atraer a un segmento o a un tipo de consumidor específico.

Los mercadólogos deben crear estrategias para poder generar esta atracción y estas ventas sin necesidad de afectar a otros, logrando resaltar las ventajas que su producto o servicio, o en sí, su marca en general tiene; así como todos los aspectos que la hacen sobresalir de otras, sin hacer ese acto algo personal o irrespetuoso entre empresas, sino una acción individual que no busca involucrar a terceros para lograr su fin.

Los parásitos somos todos

Por Lideres Universitarios, Voces Univa Sin comentarios

Luis Enrique Gómez-Llanos López • Alumno Ciencias de la Comunicación

 

Boon Joon-Ho en alguna entrevista hablaba sobre como en su nuevo filme trataba de expresar un sentimiento específico de la cultura surcoreana. Al ver como la respuesta por las audiencias de distintos países fue la misma, se dio cuenta que todos vivimos dentro de un mismo país que se llama capitalismo.

Parasite ha logrado algo que no muchas películas extranjeras logran -en una industria donde el producto se concentra principalmente en contadas producciones estadounidenses-, posicionarse como una de las mejores películas y más prometedores para los premios de la academia.

Ki Taek es el padre de una familia desempleada que apenas logran subsistir en un pequeño sótano que adaptaron como casa. Gracias a los consejos de un amigo de su hijo mayor, Ki Woo empieza a dar clases particulares a la hija de la familia Park, familia de clase alta, poco a poco la familia de Ki Taek comienza a trabajar para los Park y crear una sinergia bajo la manipulación y el engaño.

Aunque la trama de la película sea la relación entre estas dos familias y los conflictos que se crean dentro del espacio en el que se desarrolla, hay un tema muy importante en el subtexto de la misma; la diferencia de clases.

Parasite muestra en la dramatización a una inteligente clase trabajadora frente a una ingenua privilegiada, en donde los Kim a través de su inteligencia y talento se permiten adentrar en las propiedades de los Park y vivir la vida como nunca antes lo habían hecho, con un gran salario.

A simple vista, el discurso de la diferencia de clases, la pobreza y la riqueza parece tan inofensivo que la atención del público se concentra principalmente en el plot donde la trama se desenvuelve, pero el discurso ahí está; cuando la lluvia para algunos es una pesadilla, para otros es un regalo; y mientras se está en la pesadilla, la escena no conmueve, la escena incomoda.

Cuando finalicé la película, salí frío de la sala, creo que es la expresión más exacta que puedo utilizar, y mi reflexión fue la siguiente; los parásitos somos todos.

Para algunos los Kim son los parásitos, para otros… otros son los parásitos (evitando spoilers), pero considero que en una historia, como lo es la del capitalismo, donde no hay buenos ni malos dentro de la comunidad común, todos somos los parásitos. Porque dentro de un sistema en el que necesitamos ganar a final de cuentas, nos terminamos valiendo de otros para continuar.

Creo que Parasite además de ser una excelente película en cuestiones técnicas, invita al espectador sentado frente a una pantalla gigante, comiendo palomitas, pudiendo darse el lujo de ir al cine, en pensar sobre sus privilegios. Y creo que lo importante es esto, porque no podemos cambiar nuestros orígenes y difícilmente podemos cambiar nuestro sistema con solo sentarnos frente a una pantalla, pero considero importante que todos nos demos cuenta de los privilegios con los que nacimos y fuimos creciendo, dentro de una burbuja de cristal para así dejar de creer que la educación es igual para todos, que el trabajo es equitativo en cuanto a acceso y esfuerzo, que solo se tiene que echarle ganas y que el pobre solo es pobre porque quiere.

Probablemente mientras nuestro sistema sea el mismo, la lucha de clases sea un cuento de nunca acabar, pero el darnos cuenta de los privilegios con los que contamos, también nos permitirá darnos cuenta que todos somos parásitos de alguien más.

 

Publicado en www.cartablancarevista.com el martes 28 de enero de 2020.

La vileza humana

Por Líderes de opinión, Voces Univa Sin comentarios

Mtro. José Luis Ríos Rodríguez • Coordinador de Desarrollo Integral UNIVA Plantel Vallarta

 

Es verdad que el ser humano guarda en su interior la eterna lucha entre el bien y el mal, lo que lo hace “rebajarse” y lo que lo hace “supremo” sobre cualquier criatura en la tierra. Porque a diferencia de otros “seres”, está dotado de inteligencia y libertad, que le dan la capacidad de poner orden y cuidado a todo cuanto existe. Siendo consciente de esta gran virtud, se vuelve una pieza importante para mantener ese equilibrio que se necesita y que lo convierte en un administrador.

Difícil es saber cuál es el momento en el que podemos pasar de la bondad a la maldad y de ésta, a ver desfigurado no sólo el rostro por su expresión, sino de la vida, por la materialización de hechos que hacen perder la dignidad y la de las personas a las que se afecta. Que puede tener diferentes matices o facetas, incluso niveles o etapas, que poco a poco van contribuyendo a ir construyendo una personalidad y junto con esto a una misión distinta para la cual se ha sido hecho.

La maldad puede tener características muy variadas que se van forjando de acuerdo a cada persona y, que pueden ir llevando de la maldad a una postura más “vil” en la relación con todo el entorno, que se recrudecerá al encontrar en la debilidad de los demás una tierra fértil y fecunda.

Como seres humanos debemos estar atentos de cuánto bien hacemos a los demás y no por llevar una contabilidad de buenas acciones, sino por el bien estar preocupados por que haremos a los demás, nuestros iguales y a nuestro entorno, quien en todo caso no se puede defender.

¿Somos más capaces de construir o de destruir? o en nuestro sano juicio nos consolamos con “no hacer daño” o “no hacer nada”, que al mismo tiempo nos convierte en seres indiferentes, encerrados en su egoísmo, que manipula y controla su propia persona tratando de justificar su inacción, con la consigna de no tener injerencia de lo que pasa más allá de nuestra nariz.

A la luz de muchos se construye un desarrollo que alcanza sólo para unos y a otros más deja fuera, pareciendo que el progreso está reservado para quienes son privilegiados, que son además a quien deben servirles.

Quizás como diría Ortega y Gasset, “hacemos lo que hacemos para ser lo que queremos ser”, y nuestra apuesta por la vida podría estar siendo el simplemente mantenernos al margen de lo que los demás necesitan y de que el espacio que nos ha sido encomendado sea sobre todo descuidado.

Mucho mayor será el daño, cuando individuos con esta perspectiva y postura ante la vida, se asocian, y que no sólo para dañar a una persona o familias enteras con saña y sin miramientos, de la manera más hostil, sino también a un grupo o una comunidad. Con esa perspectiva estaremos construyendo un entorno mal educado, lleno de pobreza, miseria, hambre y técnicamente insostenible.

Quizá sea tiempo de cambiar la dirección de a donde vamos; parece que los mecanismos utilizados han generado muchos problemas y es necesario hacer nuevos planteamientos, comenzando por pensar con el corazón y no sólo con la razón. La gran apuesta tiene que ser por una economía con un alto sentido de responsabilidad social y un entorno natural sano.

Sociedad pornográfica

Por Líderes de opinión, Voces Univa Sin comentarios

Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Pornográfica es la forma en que Byung Chul Han califica la cultura de la sociedad contemporánea. Byung es un notable filósofo surcoreano radicado desde hace décadas en Alemania, que recupera el concepto de pornografía, ampliando su acepción más común, para aplicarlo justamente a una sociedad que ha abolido toda mediación en el arte de comunicarnos. En ese sentido, la pornografía tiene que ver con dos tendencias, por una parte el afán actual de mucha gente a “desnudarse” ante quien sea, sobre todo en las redes sociales, y hacerlo de manera abrupta, casi violenta, y por otra el combate desatado en contra de toda privacidad, no sólo la propia, sino también la ajena.

En la realidad humana ha existido siempre, de manera natural, la necesidad del desahogo como ayuda para sobrevivir a determinadas experiencias, pero nunca antes nos había tocado vivir una cultura donde el desahogo se volviera maniático y colectivo, impertinente, constante y abrumador, ajeno y opuesto a toda reserva juzgada en delante como represión o hipocresía. A diferencia de los grupos de ayuda en que todos los participantes están de acuerdo en desahogarse entre ellos como parte de una terapia, hoy día todo usuario de las redes sociales y de la misma vida es obligado a entrar en este mega grupo no de ayuda, sino de simple y llano exhibicionismo.

El combate a la privacidad nace de esta tendencia, todo mundo quiere sacar a todo mundo de su personal espacio para exhibirlo y que se exhiba, pareciera que ya no hay derecho a la privacía, o que ese derecho ha quedado supeditado al criterio de los demás. Es verdad que con frecuencia, a lo largo de la historia, personas e instituciones han hecho de la privacidad ajena un coto de poder, una forma de manipulación, de sometimiento, pero eso ha sido siempre una perversidad y un abuso grave del poder que incluso en nuestros caóticos tiempos sigue siendo sancionado, se le llama delito de difamación con o sin chantaje; pero abatir la privacidad ya como parte de una cultura es desde luego algo muy distinto.

El fortalecimiento de esta tendencia ha tenido en el mundo occidental dos amplios campos de apoyo, el de la política y el de la farándula, de uno y otro, un determinado tipo de prensa se ha hecho permanente portavoz, contaminando cada vez más a cualquier tipo de prensa, porque “desnudarse y desnudar” a los demás se ha convertido en un lugar común.

La cinematografía, parte muy visible de la farándula, ha puesto su parte desde el momento en que muestra actores haciendo ante el público todo un sinfín de cosas que anteriormente no debían aparecer en una pantalla, por ejemplo, vomitar, pero puesto que vomitar es algo que le pasa a todos, ¿por qué no exhibirlo?

La mediación es el espacio que se interpone entre la persona y su entorno para fortalecer, ahondar, profundizar o velar el mensaje, es mediación la palabra en sus infinitas formas, también el vestuario, los símbolos, y el mismo silencio. Por la mediación se preserva la autonomía de la persona y el derecho a mantener su intimidad ¿debemos renunciar a ello en aras de la epidemia pornográfica?

 

Publicado en El Informador del domingo 26 de enero de 2020

 

 

 

Crónica de un escritor insospechado

Por Tendencias, Voces Univa Sin comentarios

Diego Andrés Joya Flores • ALUMNI Licenciatura en Mercadotecnia Integral

 

No existen más que dos reglas para escribir: tener algo alrededor y decirlo bien

OSCAR WILDE

 

Hace más de tres años estaba terminando mi última semana cultural de la prepa. Había filas enormes para los buenos eventos o de los que era bien sabido podrías conseguir sellos rápidamente, sin mucho esfuerzo. Los demás eventos se relegaban al gusto de cada estudiante.

Para mi “suerte” estaba con la carpeta a un sello de terminar y solamente con medio día para obtenerlo. En la tarde estaba la conferencia de un experto en temas de lenguaje corporal, lo que era de mi interés, pues me gustaba la serie Lie to me, protagonizada por Tim Roth. –¡Perfecto! –pensé. Estaba matando dos pájaros de un tiro.

Al llegar aquella tarde al salón asignado iba como de costumbre a deshora, corriendo para asistir con el menor retraso posible. Al llegar confirmo la hora y el número rotulado en la puerta. Era extraño, no había un ponente al frente del salón, mucho menos un público, sino, un círculo de estudiantes en sus butacas, la mayoría con un vaso de café, alrededor de mi maestra de filosofía, Jazmín Velasco.

Asomando mi rostro pregunté – ¿Es aquí la conferencia? – solo para que me contestasen en risa colectiva previo a gritar la invitación – ¡Otro más! Ven, siéntate –. La hora y el lugar de la conferencia habían cambiado y yo no me enteré. La maestra amablemente me invitó a pasar, a servirme café y a continuar con la conversación. – ¿De qué hablamos? – pregunté – de Hamlet – me contestó uno de los estudiantes. Mi reacción fue de sorpresa, ya que ese era uno de los libros arrumbados en mi casa.

Al continuar, nerviosamente pensaba que mi ignorancia me distinguiría entre mis compañeros letrados, conocedores de la palabra de Shakespeare, y uno, bueno… no más que un uno o dos libros al año que presumir. Pero eso no me dejó a un lado, en general salían preguntas que invitaban al diálogo y te hacían comprender, no sólo la tragedia del príncipe de Dinamarca, sino su impacto cultural, literario y hasta cinematográfico.

El tiempo parecía volar en minutos, pero realmente en poco más de hora y media concluyó. Al salir, varios compañeros que continuaríamos la universidad en la misma institución fuimos invitados por la maestra a participar en el taller de creación literaria que recién sería inaugurado, justo a la par del inicio del siguiente cuatrimestre. Me emocionó la idea, algo completamente nuevo para darle pie a un gusto que recién conocería: la escritura.

Meses después comenzó la primera sesión con mi ahora exmaestra de filosofía al centro y un montón de estudiantes en mesas a los costados. Había muchos virtuosos escritores, otros con palpitante mano a tomar la pluma y algunos más con el mero conocimiento de que existen unas cosas llamadas letras y oraciones que de alguna manera se pueden juntar y dar sentido. Yo era del tercer grupo. Eso sí, todos éramos jóvenes de primer año, ansiosos por comenzar la licenciatura, sin saber las noches de desvelos y el estrés que nos esperaban.

Con eso se dio pie a lo que serán de los mejores recuerdos de mi paso por la universidad. Sesiones semanales de montones de hojas sueltas, rayones dispersos, sentimientos impresos, oraciones palpables, párrafos robustos y hasta letras gritonas. Todas las semanas, los mismos estudiantes, conocíamos a variedad, románticos, trágicos, dramáticos, satíricos y hasta oníricos personajes que solo dejaban ver su rostro un día a la semana. Aquí estaban los universos intergalácticos, los cuentos fantásticos, las novelas elegantes, los poemas ingeniosos, las flores sin maceta, la inspiración de Hesse, gente de afuera y hasta un tal Anthony que nos dejaba perplejos.

A lo largo de estos años he visto cómo amigos y compañeros desarrollan habilidades que van más allá de sus labores en la literatura, gente realmente talentosa tanto de preparatoria como de universidad. Al escribir llevan sus ideas a otro nivel, de una mente caóticamente reflexiva a una sencilla hoja tamaño carta.

El taller de creación literaria es un trabajo colectivo entre mentor y compañeros, un ejercicio que se puede replicar con facilidad entre muchas o pocas personas sin necesidad de experiencia previa, o en caso contrario, también con la virtud y el talento. Un taller así merece un espacio en las universidades, que inviten a todos los talentosos escritores de las distintas carreras, gustos, géneros y estilos literarios.

Usualmente se crea este símbolo de complejidad a lo que se cree es un escritor y lo que le lleva a dar síntesis a sus ideas; claro que tiene su chiste, requiere técnica, como también práctica, llegar a desarrollar conocimiento. Asimismo, demanda disciplina para avanzar en los proyectos y alcanzar las metas individuales. La inspiración, por ejemplo, llega con las acciones y el dinamismo mental, espiritual y físico.

Para llegar a desarrollarse como escritor es necesario tener constantes ideas, pluma y lápiz (o procesador de texto), disciplina y lo más importante, la voluntad de lector. Esta voluntad deriva también de la capacitación, lectura, educación y motivación diaria. Ya entonces, se escribe para inspirar.

El Irlandés y el olvido

Por Líderes de opinión, Voces Univa Sin comentarios

Mtro. Miguel Camarena Agudo, Encargado de Corrección y Estilo UNIVA

 

Un hombre viejo y en silla de ruedas mira fotos en color sepia. Una enfermera está en la misma habitación. Él la llama y le muestra una foto donde aparece una niña junto a un hombre en un parque, ambos lucen felices. El viejo de la silla de ruedas le pregunta a la enfermera por la identidad del hombre que acompaña a la niña. Ella le responde negativamente. No lo conoce. Ese hombre, el de la foto, es Jimmy Hoffa.

¿Qué es a lo que más le teme un hombre?

Los estoicos decían que era una pérdida de tiempo divagar sobre esos vericuetos, pensar en las calamidades del futuro; porque cuando estas cosas sucedan estaremos extrañando ese tiempo que pudimos haber invertido en algo mejor o muertos quizá no habrá tiempo para perder el tiempo pensando en nuestro hecatombe personal. De cualquier manera, a veces el simple hecho de estar vivos es una pérdida de tiempo y no encuentro por qué no podamos hacerlo. Siempre existirán peores formas de perder el tiempo.

Hay una diversidad de situaciones que pueden hacer palidecer a cualquiera con el sólo hecho de pensarlas: la muerte, la enfermedad, el abandono, la ausencia, la soledad, el olvido. Todas indeseables en todo sentido desde cualquier perspectiva. En el último filme de Martin Scorsese podemos encontrar esos miedos y padecimientos humanos. El Irlandés es una película, basada en la novela I heard you paint houses de Charles Brandt, que logró juntar tres de los más emblemáticos actores del cine de gansters, Al Pacino, Robert De Niro y Joe Pesci. Pero más allá de hablar sobre las actuaciones, producción, efectos especiales u otras situaciones cinematográficas, mi interés está puesto sobre uno de los principales mensajes de la historia. Desde luego, el tema del poder aparece como en todo el cine que trata el tema de la mafia, pero en este caso aparecen otros elementos que si bien vuelven más creíble la historia, también humanizan a los personajes. Tal es el caso de la relación que tiene Frank Sheeran (Robert De Niro) con sus hijas, principalmente con Peggy. La cual sin que él se diera cuenta, sabía de sus ilícitos.

Peggy Sheeran crece con un padre cuya intención en un principio es la de casi todos los padres, dar las mejores condiciones de vida para sus hijos; pero en ese afán, Frank descuida a sus hijas volviéndose un padre ausente y generándoles, además, una imagen de miedo. Obviamente, él no se da cuenta ni de la magnitud ni de las consecuencias de eso. Mucho tiempo después, en la absoluta soledad, el rechazo y el abandono; pagaría con creces todas las facturas.

Y en general así es, la sabiduría popular no se equivoca cuando dice aquello de se cosecha lo que se siembra. La historia de El Irlandés es –entre muchas otras cosas e interpretaciones- un recordatorio de que no importa qué hayas hecho, cuánto dinero hayas ganado, quién hayas sido, a quién hayas conocido, algún día serás olvidado por todos.

Al final, los estoicos tienen razón; no hay que preocuparse por todo aquello que vendrá, el presente es nuestra única posesión, siempre en constante evanescencia. Y cuando la muerte llegue, nosotros no estaremos conscientes de ello, ni tampoco para experimentar el olvido. Porque si algo se parece a la antesala del infierno, es vivir tus últimos días viejo, enfermo, solo y con la consciencia de que te todos te han olvidado.

La importancia de las estrategias corporativas y su impacto en la gestión del conocimiento y la responsabilidad social empresarial

Por Líderes de opinión, Voces Univa Sin comentarios

Mtro. Eduardo Castelo Ceica, Docente de CEA y Negocios Internacionales UNIVA Plantel Vallarta

 

La estrategia general de las compañías grandes y diversificadas se constituye a partir de una jerarquía. En la cúspide de la pirámide está la estrategia corporativa. En ese nivel los ejecutivos trazan la estrategia general de una compañía diversificada. Se toman decisiones respecto de las industrias con las que la compañía desea competir. Asimismo, por lo general se selecciona unos portafolios de negocios con el propósito de obtener sinergias entre las diversas unidades de negocios. (Harold Koontz, 2004). Otros elementos de esta jerarquía son las estrategias de negocios y las estrategias funcionales.

La estrategia corporativa especifica las acciones de la empresa para alcanzar una ventaja competitiva, mediante la selección y administración de un grupo de negocios que compiten en distintas industrias y mercados de productos. La estrategia corporativa, el plan global para una empresa diversificada, es a la vez, el objeto predilecto y el más rechazado en la práctica administrativa contemporánea; el predilecto porque los directores generales han estado obsesionados con la diversificación desde principios de los años sesenta del siglo XX, el más rechazado debido a que casi no existe consenso en qué es la estrategia corporativa. Una compañía diversificada tiene dos niveles de estrategia: la estrategia de la unidad de negocios (o estrategia competitiva) y la estrategia corporativa (o estrategia de la compañía en su conjunto). La estrategia competitiva se ocupa en cómo generar una ventaja competitiva en cada uno de los negocios en los que compite la compañía. La estrategia corporativa tiene que ver con dos preguntas distintas; en qué negocios debe competir la compañía y cómo es la que la oficina corporativa debe manejar las diversas unidades de negocios.

Cualquier estrategia corporativa de éxito se apoya en una serie de premisas, este es un hecho concerniente a la diversificación. No se pueden alterar y, cuando se les ignora, las estrategias corporativas resultan fallidas. Se destacan acá los siguientes supuestos:

La competencia tiene lugar a un nivel de unidad de negocios. Las compañías diversificadas no compiten, quienes compiten son sus unidades de negocios.

La diversificación añade sin remedio costos y límites a las unidades de negocios. Costos obvios como los gastos corporativos indirectos asignados a una unidad pueden no ser tan importantes o sutiles como los costos y los límites ocultos.

Los accionistas son capaces de diversificarse de inmediato. Pueden diversificar sus propios portafolios de títulos y seleccionar aquellos que se apegan mejor a sus preferencias y perfiles de riesgos. (Henry Mintzberg & Voyer, 1997)

Para entender cómo se ha de formular una estrategia corporativa, es preciso especificar las condiciones en las cuales la diversificación generará, en efecto, un incremento del valor de las acciones, estas condiciones se pueden resumir en tres análisis esenciales: de lo atractivo, del costo del ingreso y de las posibilidades de mejora en las condiciones.

Una compañía puede escoger su estrategia corporativa mediante:

La identificación de las interrelaciones existentes entre las unidades de negocios en funcionamiento.

La selección del negocio central que será el fundamento de la estrategia corporativa.

La creación de mecanismos horizontales de organización para facilitar las interrelaciones entre los negocios centrales y así sentar las bases para una futura diversificación.

La búsqueda de oportunidades de diversificación que permitan compartir actividades.

La búsqueda de la diversificación mediante la trasferencia de habilidades, si ocurre que las posibilidades para compartir actividades están limitadas o se han agotado.

La búsqueda de una estrategia de reestructuración, si es que ésta se adapta a las habilidades administrativas o si no se presentan oportunidades de reforzar las interrelaciones corporativas.

El pagar dividendos de manera que los accionistas se puedan convertir en los administradores del portafolio.

Con el trascurso del tiempo, los recursos intangibles de la empresa, como el conocimiento, llegan a ser el fundamento de la estrategia corporativa, éstas son complejos conjuntos de recursos y capacidades que vinculan a distintos negocios, primordialmente por vía del conocimiento técnico y administrativo, así como de la experiencia y la destreza.

Muchas veces, las empresas relacionadas vinculadas transfieren sus competencias a todos los negocios, con lo cual crean valor, cuando menos, en dos sentidos. En primer lugar, el gusto por desarrollar una competencia ya ha sido sufragado por una unidad. Su trasferencia a otra división elimina la necesidad de que ésta asigne recursos al desarrollo de esta competencia. La intangibilidad de los recursos es otra fuente que permite crear valor por medio de la relación entre las compañías. Las competidoras tienen dificultad para entender y para imitar los recursos intangibles. Dada esta circunstancia, la unidad que recibe la competencia trasferida muchas veces consigue de inmediato, una ventaja competitiva sobre sus rivales. (Hitt, Ireland, & Hoshisson, 2004)

Las principales preocupaciones de la estrategia a nivel corporativo son identificar los negocios en los que una empresa debe participar, las actividades de creación de valor que debe realizar en esos negocios y las mejores maneras de ampliarse o de hacer contratos con los diferentes negocios, lo que incluye fusiones, adquisiciones e incursión en nuevos negocios. Como con todas las demás estrategias, la meta es maximizar la rentabilidad de la empresa a largo plazo, se mencionan tres estrategias a nivel corporativo: integración horizontal, que es el proceso de adquirir o fusionarse con los competidores de una industria en un esfuerzo por lograr las ventajas competitivas que vienen con una operación de gran escala y de gran alcance; integración vertical, significa que una empresa expande sus operaciones o bien hacia atrás en una industria que produce insumos para los productos de la compañía o hacia adelante en otra que utiliza o distribuye los productos de la empresa y el outsoursing estratégico; que ofrece la ventaja de que elimina las distracciones y le permite a la administración de la empresa centrar su atención y los recursos en el desempeño de las actividades que son más importantes para la creación de valor y para la obtención de una ventaja competitiva. (Charles W. Hill, 2005)

Las empresas juegan un rol en la sociedad como agentes generadores de cambio a nivel social, motores de su desarrollo, los cuales deben participar en el marco de dimensiones éticas de acuerdo con las expectativas de las personas con las cuales se relacionan. No debe existir una labor social por el mero hecho de desarrollar una actividad que beneficie tanto a la empresa como a cualquier grupo de interés, por el contrario la labor social debe determinarse por la condición humana implícita en ésta; donde el ser bueno es inherente, independiente de contextos de desarrollo o puntos de vista realizados. Esto genera distintas hipótesis ligadas a los valores humanos que deben ser integrados a los valores de las empresas y a su relación con la sociedad, acá se recalca la función que posee la empresa en este vínculo como parte integral y objeto del bienestar humano. Llevar a cabo las actividades empresariales tiene como función ayudar al desarrollo social y no sólo a la obtención de ganancias en sí, esto sumado al hecho que son los valores éticos y morales los que deben guiar el actuar del hombre y por lo tanto, a las actividades empresariales. (Crristian Cancino del Castillo, 2008)

Se aprecia que las estrategias corporativas se crean a partir de la consolidación de cursos de acción de las empresas, de largo y profundo alcance para las mismas, que involucra la administración de intangibles, como el conocimiento técnico y sistematizado; que le permita alcanzar niveles de rentabilidad atractivos para los accionistas y todos aquellos elementos relacionados con la empresa, la trascendencia ética-filosófica que revela la necesaria armonía con los entornos inmediatos y mediatos de la entidad económica, y de cómo se aprecia una relación estrecha entre diseño de estrategia corporativa, la gestión del conocimiento y el sentido de responsabilidad social empresarial.