Buen inicio de semana comunidad UNIVA. ¿Qué tenía la voz, la mirada, el tono, la fuerza del llamamiento de Jesús que muchas personas lo seguían? Y no solo lo seguían por un momento, muchos de sus discípulos, “dejándolo todo”, lo siguieron.
Pero ¿Qué significa este “seguir”? En la antigüedad, seguir a un maestro, no solo era “acompañarlo”, sino vivir con él, para aprender a vivir como él, aprender de él, el “arte de vivir”. El caso de Jesús era muy particular, pues regularmente los discípulos elegían a sus maestros, y éstos decidían si aceptar o no a sus alumnos. En el caso de Jesús es el Maestro quien elige a sus discípulos, pero las condiciones de su seguimiento son muy poco convencionales: “El Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza”, Jesús no ofrece bienes materiales o comodidades en su seguimiento; “Deja que los muertos entierren a sus muertos”, el seguimiento de Jesús es total y radical, él lo pide todo.
Esta invitación de seguir a Jesús es para todo cristiano, todo bautizado está invitado a ejercer su plena libertad en la exigencia del seguimiento de Jesús, vivir como Él, amar como Él, la pregunta para hoy es: ¿Qué tanto “sigo” a Jesús? Y si conscientemente trato de esforzarme para seguirlo totalmente todos los días.