Bendecido inicio de semana comunidad UNIVA. Cuando decimos que alguien es una persona de fe, podemos en un primer momento imaginar a alguien que realiza muchas prácticas religiosas, o quizá alguien que es muy fervoroso con respecto a sus creencias y que “cree” sin cuestionar mucho. Hoy, Jesús nos invita a meditar sobre el fundamento de la fe, pues sus contemporáneos buscaban ver señales y prodigios para poder creer, como si las pruebas de grandes señales fueran a suscitar una certeza en su poder e identidad.
Es por esto por lo que Jesús, aun habiendo realizado grandes señales y prodigios, no busca suscitar la fe solo por el poder de estos, sino por lo que significan a través de su persona. Es decir, Jesús realiza curaciones, expulsa demonios, enseña…, como signo de que el Reino de Dios se hace presente en su persona, y con ello busca suscitar la fe en un Dios que ama, y que quiere entrar en una relación de amor con cada uno de nosotros. Solo a través de los lentes del amor es como pueden interpretarse correctamente los signos de Jesús, y con ello, suscitar una verdadera fe.
Fe no es una certeza lógica producto de un silogismo, o la evidencia empírica de una gran señal, sino la certeza del corazón que se sabe amado y que es capaz de todo por la persona amada. ¿Será nuestra fe una certeza basada en nuestra relación amorosa con Dios?