Cuenta la historia que, en una ocasión, San Felipe Neri confesó a unos esposos que tenían el hábito de sembrar cizaña y hablar mal de los demás. Para enseñarles una valiosa lección, les pidió que le llevaran una gallina bien gorda para compartirla con los jóvenes del oratorio. Además, les dio una instrucción particular: debían desplumar la gallina mientras caminaban hacia él y entregársela completamente sin plumas.
Cuando llegaron con la gallina desplumada, San Felipe les pidió que regresaran por el mismo camino y recogieran todas las plumas. Ellos, sorprendidos, respondieron: “Eso es imposible, el viento las ha llevado y están esparcidas por todas las calles”. Con sabiduría, el santo les explicó: “Eso mismo sucede cuando se difama a una persona. Una vez esparcidas las palabras, es imposible recogerlas, y el daño que causan puede ser inmenso”.
El evangelio de hoy (Mc 4, 21-25) nos recuerda: “Con la medida con que midan, serán medidos”. Cuidemos nuestras palabras y evitemos caer en la crítica, que, aunque parezca inofensiva, puede herir profundamente a los demás. Pidamos a Dios la gracia de ser prudentes con nuestros comentarios y alejémonos de situaciones que nos puedan llevar a difamar o dañar a otros.
Señor, ayúdame a ser luz para quienes me rodean, que mis palabras y acciones iluminen el camino de los demás.