¡Bendecida jornada, comunidad UNIVA!
¡No tengas miedo! En el Evangelio de hoy vemos a Jesús enviando a sus discípulos para anunciar la Buena Nueva: ¡El Reino de Dios ha llegado! Y este anuncio viene acompañado de signos que lo confirman.
La presencia del Reino se manifiesta con palabras y obras. Es el mismo Jesús quien les concede el poder para realizar estos signos: curar a los enfermos, resucitar a los muertos, expulsar demonios. Estos signos son la marca de los hijos de Dios.
Nosotros, por el bautismo, hemos recibido el Espíritu Santo, el mismo Espíritu por medio del cual Jesús realizó todas estas obras, y que ahora habita en nosotros. Sin embargo, no siempre estamos en la mejor disposición —interior o exterior— para permitir que ese Espíritu actúe plenamente en nuestras vidas.
Por eso, el Evangelio de hoy nos invita a tomar conciencia de este inmenso don: el Espíritu que se nos ha dado gratuitamente. También nos llama a hacer un examen de conciencia sobre nuestras actitudes y disposiciones, para permitir que este Espíritu Santo obre a través de nosotros con libertad y poder.