Una vez presentado Jesús como el ungido, sale a Cafarnaúm y, por el camino, se encuentra con un hombre poseído por un demonio inmundo, el cual, al estar delante de la presencia de Jesús, declara: «Sé que tú eres el Santo de Dios». Jesús le ordena enérgicamente al demonio que se calle y salga de aquel hombre (Lc. 4, 31-37).
Hoy podemos echar un vistazo a cuánta autoridad tenemos cuando experimentamos la tentación, donde podemos tomar la postura enérgica de Jesús de rechazarla o, simplemente, permanecer pasivos, dejando que el pecado contamine nuestra vida. La palabra del Señor tiene peso, por ello, los demonios le tienen miedo. Tú y yo, por el bautismo hemos recibido el mismo Espíritu de Dios que nos posibilita no solo la relación cercana con Dios, sino que también nos da la fortaleza para resistir a la tentación.
Pidamos a Dios que nos conceda la gracia de hacer frente a las tentaciones que día con día experimentamos en nuestro caminar. Puede ser que estés luchando contra un pecado recurrente o pasando por alguna situación negativa de la que necesitas salir, ya que el Espíritu de Dios está sobre ti y te ha ungido por el bautismo para que, por la fortaleza de Cristo, nuestras palabras tengan autoridad.
¿Te habías puesto a pensar en el gran regalo del Espíritu de Dios en tu vida y la forma enérgica en la que puede actuar en ti?
Jesús, quiero tener una relación cercana contigo; te necesito ayúdame a ser consciente del gran regalo del Espíritu recibido en el bautismo que me dignifica y me da autoridad.
