¡Bendecido inicio de semana, comunidad UNIVA!
Seguimos celebrando con gozo el tiempo de Pascua, esos cincuenta días que transcurren entre la Resurrección del Señor y la solemnidad de Pentecostés. Es un tiempo marcado de manera especial por el Don que Cristo nos ha otorgado con su entrega: el Espíritu Santo, la tercera Persona de la Santísima Trinidad, que es la vida misma de Dios.
Es Él quien guía a la Iglesia a lo largo de los siglos, enseñándonos «todas las cosas y recordándonos todo lo que Jesús nos ha dicho». Por eso, confiamos en que la Iglesia, a través de la acción del Espíritu, continúa transmitiendo fielmente las enseñanzas del Señor.
Este mismo Espíritu lo hemos recibido en nuestro bautismo. Él nos llena de dones y frutos, nos fortalece para dar testimonio de Cristo, y nos impulsa a ser en el mundo luz y sal de la tierra.
Sin embargo, para que el Espíritu produzca fruto en nosotros, requiere de nuestra libre disposición. Las gracias que hemos recibido deben ser cultivadas y desarrolladas a lo largo de la vida.
Esto nos invita a reflexionar: ¿Cómo cultivo y hago crecer el don que recibí en mi bautismo? ¿Tengo presente al Espíritu Santo en mi vida cotidiana? ¿Le pido su asistencia con frecuencia?