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“El Espíritu llevó a Jesús al desierto; ahí lo tentó el demonio”

En la biblia, el desierto es lugar de encuentro con Dios, lugar de lucha, de purificación y de discernimiento, pues en esas condiciones tan inhóspitas quedamos desnudos frente a Dios, sin seguridades ni barreras, somos vulnerables.

Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, es conducido al desierto por el Espíritu, mismo que ha descendido visiblemente sobre él en el jordán al recibir el bautismo de Juan y que ahora, como el Ungido (Cristo) de Dios, debe prepararse para cumplir la misión que el Padre le ha encomendado.

En el desierto Jesús es tentado con respecto a su misión mesiánica, el diablo le tienta para que realice su misión salvífica, pero no según los criterios de Dios, sino según los criterios humanos, trata pues de engañarlo al proponerle hacer la voluntad de su Padre, pero a “su manera”.

La primera tentación de convertir las piedras en pan, podemos entenderla como la tentación de Jesús de usar su poder divino para mostrarse como el mesías que viene a calmar el hambre de las multitudes, un Mesías “populista” que viene a resolver las necesidades fisiológicas, económicas y sociales de su pueblo, y que, por medio de esta acreditación, podrá llevar el mensaje del Reino de Dios a las gentes, un “Mesías social”.

La segunda tentación es la del poder terreno, un Mesías poderoso, mucho más esplendoroso que el mismo Rey David, pues así lo llamaban: Hijo de David, y que, con dicho poder, podría liberar a su pueblo de la opresión del imperio romano y llevarlos a instaurar de nuevo el reino de Juda, la tentación consiste en llevar el mensaje del Reino de Dios a través del poder y las estructuras políticas.

La tercera tentación es la de utilizar la potestad del poder divino. Jesús, siendo el Hijo de Dios, pudo haber recurrido a su condición divina para lograr sus propósitos, para llevar el mensaje del Reino de Dios de manera “sobrehumana”, evitando el camino difícil y frágil del actuar humano. Rechazar la cruz e imponer de manera divina el mensaje del Reino, evitando el rechazo y las tribulaciones.

El demonio es muy astuto y utiliza la Escritura, la misma Palabra de Dios para confundir, para mentir y engañar. Jesús sale victorioso de estas tres tentaciones combatiéndolo con la misma Palabra de Dios, pues él es su verdadera fuente y tiene el Espíritu con el que ha de ser interpretada.

Al comenzar este tiempo de cuaresma, en el que la Iglesia nos invita a vivir estos 40 días de desierto, se nos invita a crear una atmósfera de desierto, a entrar en un desierto espiritual en el que, con el ayuno, la limosna y la oración, podamos entrar en

discernimiento para descubrir la voluntad de Dios en nuestras vidas, tengamos claridad de nuestra misión, y no solo eso, sino evitar toda forma distorsionada de cumplir con nuestra misión. Si somos padres de familia, evitar el camino fácil del poder, el placer, el autoritarismo, etc. para cumplir con la misión de sacar adelante a nuestra familia, si somos estudiantes, evitar el camino fácil de hacer trampa en un examen y asumir el estudio de manera plena.

Pidamos al Señor el Espíritu Santo que nos ayude a vencer las tentaciones que el demonio pueda ponernos con respecto a nuestra misión en la vida, para que podamos realizar la voluntad de nuestro Padre con humildad y amor.

 

PRIMERA LECTURA

“Profesión de fe del pueblo escogido”.

Del libro del Deuteronomio 26, 4-10

 

SALMO

R. Tú eres mi Dios y en ti confío.

Salmo, Sal. 90

 

SEGUNDA LECTURA

“Profesión de fe del que cree en Jesucristo.”

De la carta del apóstol san Pablo a los romanos 10, 8-13

 

EVANGELIO

El Espíritu llevó a Jesús al desierto; ahí lo tentó el demonio.

Del santo Evangelio según san Lucas 4, 1-13