San Juan nos recuerda una vez más que el signo seguro del amor a Dios es precisamente el amor al prójimo. El amor cristiano tiene su origen en Dios mismo, «porque Él nos amó primero». El amor y el odio son irreconciliables. No podemos considerarnos verdaderos «hijos de Dios» y, en consecuencia, leales seguidores de nuestro único Señor Jesucristo, si no nos sentimos hermanos de todo hombre. El amor a Dios y al prójimo –en cuantos elementos de un mismo y único precepto– se entrelazan y van necesariamente unidos.
Jesús revela a sus conciudadanos de Nazaret que Él es el Mesías esperado. De hecho, Él está cumpliendo la profecía de Isaías: anunciar a los pobres un alegre mensaje de salvación, proclamar la liberación a los cautivos y dar la vista a los ciegos (Cfr. Is. 61, 1-9). Con Él se abre un Jubileo o Año Santo (Cfr. Lev 25, 10), un «año de gracia» que no tendrá fin. Los cristianos hemos sido ungidos también por el Espíritu para actuar como Cristo, siendo mensajeros de alegres noticias, y de un amor auténtico y sin mentira. Por ello conviene pongamos en práctica 3 cosas para nuestra vida a la luz del testimonio de Jesús.
Volvamos con más fuerza: Ya iniciamos recientemente un nuevo año. Tenemos que recuperar fuerzas físicas, psíquicas, pero también espirituales. Volvamos a fortalecernos espiritualmente, cuidando las tres cosas que siempre nos han de ayudar: oración, Sacramentos (Eucaristía y Confesión) y ayuda a los demás. Estas tres cosas fortalecen nuestro Espíritu y nos hace bien. Tú y yo podemos a partir de ahora, a buscar aquellas cosas que fortalecen tu espíritu y tu espiritualidad, no solo con palabras o “buenos propósitos”, sino con obras de por medio.
Al estilo de Jesús. Él volvió a su origen, al lugar donde lo conocen bien y en donde él conoce bien a cada uno. Es bueno que vuelvas a los tuyos, que aceptes a tu familia y a tus amigos que conoces desde chico. Hay personas que cuando vuelven al hogar hasta recuerdan hasta los aromas. ¿Sabes? Te puede hacer mucho bien hoy «recordar 2 momentos lindos de tu infancia». ¿Te animas a recordar y si puedes escribirlo? Piensa y recuerda dos momentos lindos de tu infancia. Por ejemplo: uno mío era cuando conocí el mar y mis pobres padres se asustaron mucho porque en esa experiencia yo me extravié. Pero el estar frente al mar ya era el premio mayor. Otra de mi infancia era llegar a estudiar algún día tecnologías, la pasé muy bien estudiando, hasta me convertí con el tiempo en un profesionista que tuvo oportunidad de ejercer esa profesión. Regalo y gracia de Dios, por supuesto. Regalos que todos podemos recordar cuando volvemos a nuestros orígenes.
Anuncia: Presenta Jesús su misión y ellos no entienden. Hoy tú también vuelve a ver tu misión, tu opción de vida. A algunos les costará y a otros no, pero tienes que hacer la voluntad de Dios, eso que te hace plenamente tú. Asume y enfrenta. Dios te sacará ileso. No te preocupes, pero si ocúpate de tu vida. Y confía en que la Gracia de Dios también está sobre ti. Confía y acércate a Dios. Bendecido día.