¡Feliz Navidad y próspero Año Nuevo! Seguimos inmersos en el espíritu de la Navidad. El pasado domingo celebramos la Epifanía del Señor, es decir, su manifestación a todos los pueblos. En esta ocasión, el Evangelio nos presentó la multiplicación de los panes, un milagro que no solo manifiesta a Jesús como profeta, sino que también es un anuncio de la Eucaristía: el pan que se parte, se comparte y nunca se agota.
En este relato, Jesús invita a sus discípulos a dar de comer a la multitud. Aunque ellos eran quienes repartían el pan, fue Él quien realizó el milagro de la multiplicación. Este gesto nos enseña que, aunque Dios actúa en nuestra vida, nosotros también debemos poner de nuestra parte para que su plan dé frutos.
Hoy te invito a que pongas en manos de Dios todos tus propósitos para este nuevo año, junto con las dificultades que puedas estar enfrentando. Recuerda que Dios se preocupa por ti y está atento a lo que verdaderamente necesitas, tanto en el ámbito humano como en el espiritual.
Señor, encomiendo a ti mis necesidades y pongo en tus manos mis esperanzas para este nuevo año. Permíteme confiar plenamente en tu divina providencia y encontrar en ti la fuerza para avanzar.