Comparte conmigo los sufrimientos por la predicación del Evangelio.
Deseo que todos estén pasando un excelente miércoles, ya en sus labores, tomándose un descanso, un cafecito y, uno más bueno, con Dios. Hoy la lectura de la misa nos presenta una carta que San Pablo le escribe a Timoteo desde la cárcel y, dentro del mensaje de esperanza que contiene la carta, nos regala una gran enseñanza a todos nosotros. Dice: “no te avergüences de mí, que estoy preso por su causa, al contrario, comparte conmigo los sufrimientos por la predicación del Evangelio”.
Amigos, esto se aplica para toda persona, porque las situaciones dolorosas de la existencia humana son inevitables, incluso ahora puedes estar pasando por algo así. Lo que sí es opcional, dependen de mi libertad, es el sufrimiento, y una gran enseñanza es esta: compartir el sufrimiento. Es sanador compartir con alguien una situación desagradable, hay a quien le basta eso para recuperar energías. Y no se trata de hacer sufrir al otro, sino de aligerar la carga; además que el sufrimiento ajeno, nos puede ayudar a desarrollar la empatía, nos saca de nuestra zona de confort y tiene poder humanizante. Amigos, no nos traguemos solos el dolor y encontremos en el otro un lugar de descanso y de desarrollo personal.
¡Bendecido miércoles
