¡Bendecida semana de adviento, comunidad UNIVA! Estas preguntas que los sumos sacerdotes dirigen a Jesús parecen ser el eco generalizado de nuestra sociedad con respecto a todas las figuras de autoridad: ¿Qué autoridad tienes sobre mí? Soy libre… es la respuesta de muchos hijos a sus padres, o de muchos jóvenes a la ley, a las instituciones o a la Iglesia.
Jesús nos invita hoy a reflexionar sobre la auténtica fuente y sentido de la autoridad, para esto nos puede ayudar conocer la palabra que la escritura usa para autoridad en griego: “ex-ousia”, que podría traducirse como: “que emana de la esencia”.
Jesús tenía autoridad no por “imposición”, no porque alguien le dio un título de maestro o por que fue elegido para un puesto político. Jesús tenía autoridad por la fuerza que emanaba de su esencia, de su ser, él es el Hijo de Dios, él es la verdad, y su comportamiento congruente entre palabras y obras, su ser integro e intachable hacían que tuviera autoridad, que hablara, enseñara, y mandara con autoridad, es decir, la coherencia de su ser, la verdad misma, fundamentaba su autoridad.
La invitación para todos nosotros es cuestionar el fundamento de nuestra autoridad, como padres, como maestros, como jefes, etc. ¿Es acaso fuente de nuestra autoridad aquello que “emana de nuestro ser”, o una designación social o corporativa? ¿Proviene nuestra autoridad de nuestra coherencia de vida y coordinación entre nuestras obras y palabras fundamentadas en la verdad? ¿Somos conscientes del propósito que Dios busca a través de compartirnos su autoridad? Pidamos a Dios la gracia para ser aquello que estamos llamados a ser y para ejercer la autoridad como un servicio amoroso al prójimo.
