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¿Naturalizados o nativos?

Por 25 noviembre, 2022Tendencias

José Daniel Meza Real · Coordinador de Calidad Académica, Corporativo UNIVA

 

¿Qué significa tener una nacionalidad? ¿Será solo uno de los apartados en un documento como el pasaporte que nos permite cruzar las líneas que el mismo hombre dibujó para delimitar su territorio? Ser de un país quizá sea haber nacido en un lugar a pesar de no conocer absolutamente nada de su cultura o sus tradiciones. ¿Me hace ser parte de una nación simplemente el ponerme una playera de su selección y representarlo? O tal vez aunado a eso tengo que llorar genuinamente emocionado al escuchar el himno nacional que me representa.

Representar a una selección deportiva en la disciplina que sea, debe ser por mucho un gran orgullo para cualquier atleta y de cualquier nivel. Simplemente es la oportunidad no sólo de trascender y darte a conocer a nivel internacional, tener a tu espalda el nombre de tu país y el apoyo de millones de personas para lograr tu propio éxito. Una afirmación acertada para representar el sentimiento de un seleccionado, sin embargo, tal parece que se va deteriorando con el paso de los años; esto consecuencia de varios factores que pudieran ser económicos, políticos o incluso sociales.

Pero mucho antes de llegar a plantear las causas debemos decir que existen varias caras que dan razón de este fenómeno.

En primer lugar, qué sucede con los atletas naturalizados y por otra parte, los nativos que nunca vivieron realmente en México. ¿Quién nos puede representar mejor? Y ¿A quién prefiere la afición? Aquel gran jugador, hijo de mexicanos o incluso quizá nativo que fue formado en el extranjero que a duras penas habla español, pero que es posible que te aseguré por lo menos un quinto partido o aquel que vivió su infancia en un pueblo casi olvidado de provincia y paso a paso logró escalar hasta llegar a la primera división, donde se formó deportivamente y que quizá sea absurdo comparar con jugadores de talla internacional, pero que al verlo es como un espejo de lo que somos como mexicanos.

Pero esperen no todo es blanco y negro, hay un área gris que estamos olvidando, porque entre estos dos ejemplos hay otro jugador que no nació en México, y sus padres no le inculcaron la cultura porque simplemente ni una sola vez en su vida pisaron territorio nacional. Ese jugador llegó al país siendo ya un profesional y si bien es cierto que su nivel futbolístico supera al promedio no es lo suficientemente alto para ser considerado por la selección de su país que está plagado de estrellas. Pero él tiene ya unos cuantos años en México, aún tiene un acento ajeno pero ya come taquitos con chile del que pica sin sudar ni llorar, ya toma tequila sin hacer gestos, en las peripecias del tráfico ya se desenvuelve con naturalidad e improperios y después de un largo y engorroso trámite administrativo, ya le fue otorgado su estatus de “NATURALIZADO MEXICANO”.

Existe una gran polémica en México, en la que la afición de cualquier deporte considera que un atleta naturalizado no debería representar a nuestro país porque resulta “injusto” que un deportista que no nació en México, le quite el lugar a quien sí lo hizo.

Entonces, estas dos contrapartes se enfrentan directamente y es en este punto, donde se mezclan los intereses sociales, políticos y, principalmente, económicos; porque por obvias razones aunque un directivo vea el talento y la pasión de un mexicano naturalizado (quien para llegar a esto legalmente, debió haber adoptado hasta cierto punto nuestra cultura e idiosincrasia), la afición siempre pedirá al nativo, aunque este, ni siquiera tenga interés en participar o tenga una verdadera adopción de la cultura e inclusive de las características locales del deporte mismo; y es necesario decirlo, muchas veces no tienen el nivel que la misma afición exige.

Entonces, queda aquí la reflexión y reitero la pregunta ¿quién nos representa mejor, el nativo que nunca vivió ni aceptó su nacionalismo o el naturalizado que por decisión propia adoptó nuestra cultura y el amor a nuestra patria?

Del que nació y siente los colores de la camiseta en el fondo de su alma ni siquiera pregunto, porque sé que es el ideal de todos, a fin de cuentas, ver a la selección desde hace mucho dejó de ser un asunto de ganar partidos sino de hacer espejo con los que vemos en la cancha y sentir que alguien de verdad nos representa.

Y si al final de esta reflexión sigues confundido sobre qué es lo que quieres, no te preocupes al final comprenderemos que no importa si quien viste los colores de México no nació aquí, a fin de cuentas, ya lo dijo Chavela “los mexicanos nacemos donde nos da la regalada gana”.

 

 

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