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Los niñeros de la educación

Mtro. Juan Pablo Ruiz Huerta · Profesor del Departamento de Ciencias Económico Administrativas (CEA), UNIVA Guadalajara

 

Ser docente es una tarea difícil en estos tiempos en donde la generación de cristal, se hace cada vez más presente; es una realidad que el respeto hacia nuestra profesión va decreciendo. En vez de ser los encargados de generar conocimientos, fuimos desplazados a un papel secundario, a ser niñeros de niños y jóvenes malcriados a los que no se les puede decir nada. Es curioso escuchar en otros estados de la república cuando dicen que Guadalajara es la ciudad de la doble moral, pero, las personas que dicen eso tienen mucha razón.

Hace unos años, inicié mi carrera como docente en educación primaria, y en ese periodo, me percaté de una serie de situaciones que me parecieron completamente incoherentes. En ocasiones, recibíamos a alumnos que habían desayunado con refrescos y papas, algunos de ellos llegaban sin haberse bañado o sin haberse cepillado los dientes, mostrando poca higiene personal. Sin embargo, cuando los estudiantes tenían dificultades en su aprendizaje, los padres tendían a culpar a los profesores por su desempeño, o en caso de que los niños fueran víctimas de acoso escolar, también nos señalaban por no estar lo suficientemente atentos. En diversas ocasiones llegan los alumnos con golpes y moretes, pero si les pasa algún accidente en la escuela, por más leve que sea, la amenaza de demanda ya está latente. Hay alumnos con situaciones cognitivas y cuando sugieres ayuda psicológica el que está loco y no comprende absolutamente nada es el docente. Hay jóvenes groseros, con falta de reglas y valores, y al llamar la atención y hacer tu trabajo para que sean buenos estudiantes y personas con sentido común, llegan a sus hogares a dar la queja y te acusan de acosador.

Sería maravilloso si, al igual que quienes nos esforzamos por desempeñar un buen papel como profesores, los padres también pudieran desempeñar con éxito su rol en casa, en verdad las cosas serían muy distintas e incluso, tal vez, no tendríamos que usar ese término desagradable de generación de cristal. La sociedad como siempre, resalta los problemas de malos maestros, que es un hecho que hay muchos como en cualquier profesión, pero aquí lo importante es que cada día tenemos más alumnos con familias disfuncionales, con serios problemas psicológicos y/o cognitivos, groseros y con dificultades de seguir a las figuras de autoridad. Al final, todo esto ha provocado que se confunda el papel docente con el de un niñero de la educación, en donde se tiene que soportar de todo porque, lamentablemente, muchas escuelas públicas y privadas siguen el modelo clientelar en vez de preocuparse en verdad por lo académico; parece más fácil quitarle la asignatura a un docente por una queja infundada que respaldarlo y respetarlo frente a la situación.

La realidad es que la educación está en crisis, está devaluada y con estas prácticas, solo se contribuye a seguir bajando el nivel educativo de nuestro país, pero ¿qué importa?, lo importante es tener contento al estudiante a costa de cualquier cosa. Hoy los buenos profesores, como lo mencioné en la columna de Profesaurios, son los peores, mientras que los populares, que en diversas ocasiones no tienen ni idea de dar una clase o de aplicar buenas técnicas pedagógicas, son los que se llevan los aplausos y los galardones.

Es una lástima enorme que vivamos en un país con mucho potencial, pero con pocas esperanzas, en donde los padres de familia con falta de objetividad y los alumnos problemáticos, se han convertido en los dueños de nuestra educación.

 

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