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Los irrompibles techos de cristal

Laura O. Robles Sahagún · Coordinadora de Alumni y Bolsa de Trabajo UNIVA Guadalajara

 

Desde los años 80, pero sobre todo en esta última década hemos escuchado con mayor frecuencia el término de “techos de cristal”, esa frase que hace referencia a la discriminación que sufre la mujer para ocupar puestos directivos en las organizaciones y que hace que se muestre la sub-representatividad que esta tiene en el mundo empresarial.

Efectivamente, ese techo de cristal son barreras invisibles y a veces camufladas, que impiden a las mujeres alcanzar los peldaños más altos en una organización, muchas veces por estereotipos o prejuicios que la señalan como débil, frágil o vulnerable para la toma de decisiones. Esta imagen contraria a la que supuestamente tienen los hombres de ser enérgicos, decididos, firmes y agresivos.

Si hacemos un recorrido por las cámaras, organismos, consejos empresariales, educativos, gubernamentales, vemos a pocas mujeres en las mesas directivas; los hombres ocupan las principales posiciones, incluso en industrias que tienen que ver con los públicos femeninos.

Ya no solo es la brecha salarial que separa a las mujeres de los hombres en el ámbito laboral, también son los techos de cristal y el denominado “suelo pegajoso”, esos mecanismos y estrategias que son utilizados para mantener a las mujeres en los puestos inferiores o medios.

La incongruencia viene cuando se habla de los atributos de la mujer profesional que son reconocidos como “femeninos”, tales como la responsabilidad, la honestidad, la sinceridad, la integridad, la capacidad de análisis o incluso las emocionales, capacidades que son requeridas cada vez más en las cúpulas laborales y que, dada la tendencia de trabajar en espacios afables, con un buen clima y buenas prácticas, deberían ser consideradas para que la mujer pueda acceder a mejores posiciones.

Pese a que estas barreras de las que hemos hablado se dan en todo el mundo, México, lastimosamente ocupa los primeros lugares en segregación vertical de género. En contradicción con las aportaciones del 62.5 %, que las mujeres hacen al Producto Interno Bruto (PIB), con las actividades terciarias, correspondientes a servicios y comercio, en las que participan, según reportó el INEGI en marzo del 2021.

Por ello, las mujeres, que somos el 50.2 % de la fuerza laboral en México, debemos romper con esos techos de cristal, toda vez que tenemos acceso a carreras universitarias, incluso las que eran consideradas para hombres, contamos con la capacidad para liderar equipos, tomar decisiones y llevar las riendas de organizaciones pequeñas, medianas y grandes. Ya no merecemos solo puestos intermedios u operativos que den presencia y posición a los directivos, necesitamos ser esa directiva que lleva la responsabilidad, pero también se le da el crédito y el salario correspondiente por el desarrollo de organizaciones empresariales.

 

Publicado en La Crónica de Hoy Jalisco del viernes, 18 de marzo de 2022.

 

 

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