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Las habilidades emocionales en los adolescentes tras la pandemia: ¿Estamos poniendo atención?

Por 16 agosto, 2022Líderes de Opinión

Dra. Almitra Vázquez Moreno · Docente UNIVA Guadalajara

 

Después de dos años de limitar el contacto social entre la población para evitar los contagios de COVID-19, nos enfrentamos a un retorno a las actividades, retorno a la denominada “nueva normalidad”. En el caso de las instituciones educativas, los alumnos han tenido que reaprender (en algunos casos con dificultad) a presentarse a las aulas y adecuar su conducta con los requerimientos y convenciones sociales que van más allá de estudiar en pijama o desde la cama.

Aunque a la mayoría de los adultos, el retorno a las actividades ha ocasionado menos problemas de adaptación, en los jóvenes se pueden identificar diversas problemáticas que es necesario identificar de forma temprana y atender de forma eficiente. Entre los estudiantes de bachillerato y pregrado, los problemas emocionales, entre ellos la depresión y la ansiedad, ponen en riesgo no solo su aprovechamiento, sino también su proceso de socialización y su calidad de vida.

Es importante recordar que, para los adolescentes, la interacción con sus pares es sumamente importante. Es en esta etapa cuando el joven adquiere mayor independencia de sus padres y comienza a tomar decisiones de forma autónoma, lo que permite el desarrollo de su identidad. Esta relación entre los adolescentes y sus pares, está mediada por habilidades que le permiten interactuar con los otros en situaciones complejas, distinguir las conductas socialmente aceptables de aquellas que no lo son, así como comprender los estados mentales de otros, sus intenciones, emociones y creencias.

De forma inicial, adquirimos las habilidades emocionales durante la infancia. El niño a partir de la interacción con sus padres aprende a reconocer y etiquetar las emociones; en su paso por la educación básica, conforme crece e interactúa con otros niños, estas habilidades aumentan y aunque en la adolescencia la expresión y el reconocimiento de las emociones se encuentran mejor desarrolladas, aún se observan fallos en la regulación emocional.

Esto se debe a que estas habilidades dependen de la maduración de distintas regiones cerebrales asociadas a la cognición y la emoción, como la corteza prefrontal, la corteza temporoparietal y la amígdala. Las regiones de la corteza antes mencionadas, en especial la corteza prefrontal, aún se encuentran en desarrollo entre los adolescentes, por lo que las habilidades necesarias para gestionar la información emocional y actuar en consecuencia aún presentan fallas.

Aunado a esto, partiendo de la plasticidad cerebral, el desarrollo de las habilidades antes mencionadas subyace al fortalecimiento de los sistemas cerebrales implicados en el procesamiento socioemocional. Sin embargo, es sabido que el fortalecimiento de estas redes se da a partir de las experiencias del individuo con su ambiente. Esto nos lleva a considerar los posibles efectos en el desarrollo de las habilidades socioemocionales de los adolescentes, tomando en cuenta que pasaron un periodo importante de tiempo en aislamiento, lo que disminuyó la cantidad y calidad de sus interacciones sociales.

Si consideramos el entorno social, las estadísticas indican un aumento en la incidencia de los casos de ansiedad, depresión y estrés postraumático a nivel nacional, así como un aumento en la violencia, especialmente contra mujeres y niños. Esto nos alerta sobre las implicaciones del aislamiento y las condiciones económicas, en relación con la salud mental. Además, el retorno a clases podría tener un efecto negativo en los adolescentes, quienes tienen mayor sensibilidad al desarrollo de fobia social, la cual se puede fortalecer durante el periodo de aislamiento.

Por ello es una tarea importante para el psicólogo hacer énfasis en la relevancia de la salud mental e investigar la influencia de las habilidades emocionales sobre ésta. Conocer cómo las habilidades se desarrollan de forma típica y atípica, considerando la influencia de las experiencias individuales. Esto nos permitirá identificar cómo el aislamiento por la pandemia influyó en el desarrollo socioemocional de niños, adolescentes y jóvenes, que son particularmente sensibles al desarrollo de diversos desórdenes afectivos con la finalidad de intervenir oportunamente.

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