Lic. Carolina García de Labra · Alumni de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, UNIVA Guadalajara
Pocos son los momentos en la vida que marcan un antes y un después. No hay nada que se asimile a la sensación cuando sabes con certeza que tu existencia no volverá a ser la misma. Un periodo de transformación, innumerables cambios, preguntas existenciales y renuncias. Un duelo complejo. Pues implica dejar morir todo lo viejo para renacer y dar paso a la transformación.
Un viaje que supone una despedida y a su misma vez una bienvenida. Una dualidad, la vida y la muerte encontrándose en un mismo momento. Porque un nuevo comienzo significa soltar. Algo que al parecer no tiene lugar. Ingenuos son aquellos que se cuentan la fantasía que llevan las riendas de su vida, no hay tal. ¿Cuán inocentes somos por irnos a la cama con la seguridad que al día siguiente vamos a despertar?
Porque cuando el destino toca a tu puerta no hay a donde escapar. Todo llega en el mejor momento, es tan simple como eso. Nos contamos innumerables historias y nos atrevemos a cuestionar lo que ya está escrito. No entendemos por qué, pero luego todo hace sentido.
Durante el viaje aprendes lo que significa desprenderse del control, porque no hay nada que puedas hacer. Se trata de dejarte fluir por esa intensa ola de cambio.
Todo aquello que elige llegar a tu destino tiene una razón de ser, que va más allá del entendimiento humano. Una semilla no necesita saber que en potencia es un árbol. Solo se rompe, le duele, pero así es como brota. Da lugar a ese cambio y es ahí cuando se transforma.
Si el camino duele, permite que duela. Si no le ves sentido, dale lugar a ese sinsentido. La vida está latiendo en la semilla y con ella viene ese saber desconocido para ti. A pesar de lo pequeña que es, conoce lo inmenso que contiene en su diminuto cuerpo. Confía en lo que sabe y no sabe. Desconoce a dónde la lleva, pero ya está sucediendo. Es ahí cuando entra la luz a la oscuridad.
Mientras ella muere, nace un nuevo mundo. Y vuelve a nacer mientras muere. En ese latido sucede la vida, la muerte y el nacimiento. La semilla eres tú, dando paso a esa nueva vida a través de la tuya. Transformándote para transformar y así dejar que ese inmenso universo que se está creando dentro de ti, emerja.
Entonces confía en aquello que viene a transformarte porque viene a darte una vida más grande de lo que imaginas.
