En el antiguo testamento el que miraba la serpiente de bronce (Num 21, 4-9), quedaba curado. Ahora el que ve a Cristo en la cruz, tendrán la certeza de que Él es quien quita el pecado del mundo (Jn 8, 21-30).
A unos días de comenzar la Semana mayor, encontramos en la liturgia de la palabra, afirmaciones muy fuertes de parte de Jesús a los judíos. Prácticamente con palabras muy sutiles les revela quien es Él, pero su soberbia no los deja reconocer que es el Cristo.
En medio de estas afirmaciones, podemos encontrarnos también nosotros en la misma postura de los judíos. Podemos preguntar una y otra vez a Jesús en nuestras situaciones particulares: ¿Quién eres?
Te invito a que en este día contemples un crucifijo, ahí esta el cordero de Dios que quita el pecado del mundo, ahí esta la salud, el camino, la verdad, la vida. Pasa de la contemplación de esta imagen a la presencia real de Jesús en la Eucaristía. No olvidemos que Jesús esta ahí, real y verdaderamente presente, y no dejemos pasar la oportunidad de comulgarlo en la pascua.
Señor, en la recta final de esta cuaresma, permíteme reconocerte presente en mi vida, poder contemplar el misterio de la salvación en la cruz, y palpar la promesa de que estas con nosotros todos los días hasta el fin del mundo en la eucaristía.