¡Buen día comunidad UNIVA! El Evangelio de hoy nos presenta un relato impresionante: Jesús se encuentra con un hombre poseído por una legión de demonios, alguien que vive en los sepulcros, atormentado y aislado de su comunidad. Es una imagen fuerte que nos habla del poder del mal, pero sobre todo de la autoridad y misericordia de Jesús.
Lo primero que podemos notar es que este hombre está completamente dominado por el enemigo, tanto que ha perdido su identidad y responde con un nombre que no es suyo: «Me llamo Legión, porque somos muchos». Esta es una realidad que también podemos vivir en nuestras vidas cuando el pecado o el mal nos alejan de Dios y nos llevan a perder nuestra verdadera identidad como hijos suyos. Muchas veces, las cadenas del pecado parecen inquebrantables, nos sentimos atrapados en hábitos destructivos o en situaciones que nos roban la paz.
Pero aquí está la gran noticia del Evangelio: ningún mal es más fuerte que la gloria de Cristo
Sin embargo, la reacción de la gente es sorprendente. En lugar de alegrarse por la sanación del endemoniado, sienten miedo y le piden a Jesús que se vaya. Esto nos muestra que, a veces, la gloria de Dios nos confronta, nos saca de nuestra comodidad y nos desafía a un cambio.
Hoy, el Señor nos invita a reflexionar: ¿qué cadenas espirituales necesito que Él rompa en mi vida? ¿Estoy dispuesto a ser un testigo de su amor y misericordia? Pidamos a Dios la gracia de dejarnos transformar por su gloria y de llevar su luz a quienes nos rodean.