Nunca se había visto nada semejante en Israel
Seguro que, con ese macchiato y esta reflexión, hasta el espíritu más mudo, ¡tendrá que hablar!
Antes de comentar el evangelio, pidámosle al Espíritu Santo que active nuestra habilidad de asombro…
Quizá nos hemos acostumbrado a leer los milagros que Jesús hace, pero debemos de creer que él sí puede hacer milagros en nuestra vida, sí en tu vida y en la de todos. Si Jesús se presentara frente a ti: ¿De qué enfermedad o dolencia le pedirías que te curará? ¿De verdad crees que pueda hacerlo? ¿Estás dispuesto a afrontar las responsabilidades que esto implicaría?
Sin duda Jesús quiere obrar en ti y seguramente tú también lo quieres, por eso, te invito a decirle: Jesús, te entrego mi corazón para que puedas obrar en mí y en las personas que más quiero, sáname y desenmudéceme.