Sean santos, porque yo, el Señor, soy santo
El Apóstol de la esperanza, nos invita a permanecer en la promesa que nos ha sido dada, para que resistamos a las tentaciones y podamos crecer cada día en santidad. Viviendo como hijos, en la obediencia, al ejemplo de Jesús que supo permanecer y no se dejó llevar por las tentaciones del enemigo.
Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude a poner fija la mirada en la promesa del ciento por uno y la vida eterna que Jesús nos sigue ofreciendo y que lo seguirá ofreciendo sin importar nuestros errores pasados.