Skip to main content

Reflexiones en torno al genio femenino

Cristina González Martínez · Alumni de la Licenciatura en Filosofía, UNIVA Online

 

Hablar del genio femenino nos remite en automático al recuerdo de san Juan Pablo II, quien transcribiendo a un lenguaje contemporáneo el mensaje de Jesucristo sobre la mujer, nos invita a descubrir la enorme capacidad de la mujer para influir en todos los ámbitos de la sociedad, preservando la dignidad del ser humano y el respeto a la vida.

En la Carta apostólica sobre la dignidad y la vocación de la mujer leemos “Es algo universalmente admitido –incluso por parte de quienes se ponen en actitud crítica ante el mensaje cristiano- que Cristo fue ante sus contemporáneos el promotor de la verdadera dignidad de la mujer y de la vocación correspondiente a esta dignidad”.

En diversas épocas de la Historia el cuidado de los hijos ha dado lugar a que las mujeres se queden en casa, sin que tal encomienda sea valorada y reconocida en toda su importancia y transcendencia, puesto que, como en algún otro programa les decía: la mujer es la directora del departamento de control de calidad de la materia prima de la sociedad.  

Y para que cumpla cabalmente con semejante responsabilidad, es preciso que la mujer empiece por reconocer su propia valía, es decir, que así como cuida de que los hijos estén bien alimentados, vestidos y educados, así mismo ha de cuidar de su persona.

Desafortunadamente no se ha tenido en cuenta el verdadero cuidado que la mujer ha de tenerse, trastocándolo en el cuidado que las modas le van imponiendo y en lugar de desarrollar ese genio de Dios recibido, ha desarrollado lo que los intereses económicos y políticos de organismos internacionales e ideologías en boga, le plantean como meta a lograr, por ejemplo: tener iguales actividades y comportamiento que los hombres en todos los campos, incluyendo la actividad sexual, dejar de lado la maternidad en aras de un desarrollo profesional, apoyar programas que van en contra del respeto a la vida como son el aborto, la eutanasia, la fecundación asistida, la ideología de género, etc., en fin, opciones de vida que lejos de llevarla a desarrollar al máximo su ser femenino, se va convirtiendo en lo contrario de lo que está llamada a ser por su naturaleza, volviéndose eco de quienes le dicen que puede ser lo que quiera, porque ser mujer y femenina ya no está de moda.

El genio femenino es el que realmente logró que la mujer hiciera valer su derecho al voto, porque sólo las verdaderas mujeres que reconocen todo su valor, son capaces de esos logros, sin embargo, con el paso de los años se ha desvirtuado esa capacidad de modificar estructuras y lejos de hacerlo para beneficio propio y de los demás, toda esa enorme capacidad femenina, ha sido aprovechada por intereses ajenos a la vocación de toda mujer.

En ese saber controlar la calidad de la materia prima de la sociedad, la mujer es capaz de hacerlo soltera, casada, viuda, consagrada, pues por su ser más intrínseco siempre busca el bien del otro, sin que por ello, haya de renunciar al desarrollo profesional, al éxito económico, a la incursión en todos los ámbitos de la sociedad: la cultura, la política, la economía, la ciencia, el arte, etc.

Lo que resulta por demás importante es que nunca olvide que es mujer, no remedo de hombre, que está llamada a la maternidad, no siempre biológica, pero eso sí, siempre en defensa de la vida, es inconcebible que una mujer esté a favor del asesinato de seres humanos en etapa de gestación, considerando dicho crimen como un derecho, siendo que uno de sus mayores privilegios es la maternidad, que hoy en día se ha pervertido a tal grado que hay quienes se alquilan para gestar hijos de otros.

Hoy más que nunca urge que la mujer se prepare, no para competir con el hombre, sino para que, junto con él, trabaje en la construcción de estructuras sociales más humanas, más justas, con una visión trascendente de la existencia, con enorme respeto por la vida desde la concepción hasta la muerte natural.

Las mujeres hemos de luchar porque las jóvenes de hoy en día, así como se preparan profesionalmente, también se preparen para formar grandes hombres y grandes mujeres que integrarán las futuras generaciones.

Hace años había aquí en Guadalajara un espectacular que decía palabras más, palabras menos:

“EN LUGAR DE PREGUNTAR QUÉ PATRIA VAMOS A DEJAR A NUESTROS HIJOS, PREGUNTÉMONOS QUÉ HIJOS VAMOS A DEJAR A LA PATRIA”

Si la mujer no se prepara, imposible que pueda formar la mente y el corazón de hijos de la posmodernidad que ya no valoran las tradiciones históricas y religiosas, que ya no tienen raíces en ningún lado porque la globalización los ha llevado a estudiar y trabajar en cualquier lugar del mundo, lo cual no es malo, pero si no llevan en la mente y en el corazón valores sólidos, son como plumas al viento que se mueven al compás de las modas e ideologías que circundan las poblaciones flotantes en todo el planeta.

Generaciones desesperanzadas que se llenan de títulos y dinero, pero no les interesa tener hijos, han perdido noción de lo que significa el bien común o el respeto por la vida de un bebé en gestación o una persona con alguna discapacidad o el valor de un anciano.

Únicamente el genio femenino, capaz de sacar adelante una familia en medio de la viudez, el abandono, las crisis de diversas índoles, es también capaz de revertir la espiral de utilitarismo, de pérdida del sentido y del valor de la vida, de olvido de Dios, de desinterés por los grandes compromisos en el matrimonio, en la familia, en las instituciones sociales, políticas y religiosas.

Las sociedades no son una idea, un ente abstracto, son un entramado construido por seres humanos, de la calidad de la formación que cada uno de esos miembros de la sociedad tenga, será la calidad de las sociedades, vale la pena preguntarnos, ¿qué mujeres educaron a esos asesinos, narcotraficantes, violadores, corruptos que andan destrozando vidas, familias, etc.?

¿Esas madres tuvieron valores sólidos, trascendentes, se prepararon para la vida, estuvieron al pendiente de sus hijos, de sus amistades, de sus intereses…?

La formación profesional de una mujer y la maternidad, no están reñidas, no son excluyentes, por el contrario, una mujer en tanto mejor preparada esté y puede estarlo en los más diversos campos, mejor madre, esposa, hermana, amiga, compañera de trabajo, podrá ser y en ese lugar en el que se encuentre, dejar ser, a ese genio femenino que lleva dentro, transformador de su entorno, para, como dije antes, construir una sociedad más humana, con valores sociales, cívicos, religiosos.

Hombres y mujeres tenemos igual dignidad, ambos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, con una inteligencia capaz de buscar la verdad y una voluntad anhelante del bien para adherirse a él, libre para elegir, pero con una misión singular, no somos una construcción cultural ni los hombres, ni las mujeres, como algunas ideologías pretenden hacernos creer, el cumplimiento de esa misión en el estado de vida que haya elegido cada mujer, ese será su camino de máxima realización personal, de logro de un estado de felicidad, no de momentos felices como las luces de los anuncios en la calle, de construcción de un sentido trascendente de la propia vida.

Hay dos pasajes del evangelio que nos muestran de forma por demás clara, hasta dónde cuenta Jesucristo con el genio femenino, uno es el de la Samaritana (Jn. 4, 1:26), en esa época imposible que los hombres hablaran con las mujeres en cualquier parte, menos aún con familiaridad, además un judío no hablaba con samaritanos, sin embargo, Jesús siendo judío, se sienta en el pozo y habla con ella, pero no sólo eso, le revela el secreto mesiánico; el otro es el de su diálogo con María Magdalena el primer día de su resurrección (Jn. 20, 11:18) y le pide que vaya y hable a los hermanos; en ambas citas Jesús rompe con todas las costumbres de su época: habla con mujeres, ninguna de las dos es modelo de virtudes, una llevaba cinco maridos, que por cierto con el que vivía no era tal y de la otra se habían expulsado siete demonios, pero Él no las juzga, confía en ellas, haciendo de ambas apóstoles de su mensaje de salvación, Jesucristo les devuelve a ambas la dignidad que otros les negaban, reconoce la riqueza del ser femenino, Jesús sigue contando con nosotras las mujeres, quiere que despertemos y seamos capaces de transformar las estructuras sociales que nos alejan, a hombres y mujeres por igual, de reconocer nuestra dignidad como seres humanos, como hijos de Dios.

 

Comunicación Sistema UNIVA

Author Comunicación Sistema UNIVA

More posts by Comunicación Sistema UNIVA