Skip to main content

Máquinas destructoras de personas y medioambiente

Mtro. Juan Manuel Madrigal Miranda · Docente UNIVA Uruapan

 

Escribo esto desde un oasis de belleza natural, agradecido de estar vivo, en paz y feliz (vivo en el bosque desde hace 21 años), y al mismo tiempo es paradójico el escenario natural, ambiental y social de las ciudades más pobladas de Michoacán, aunque este paisaje es similar en este país y en el mundo.

Es asombroso que estas urbes estén repletas de empresas educativas, industriales, gubernamentales, artísticas, políticas, productivas y religiosas, entre otras, y que al mismo tiempo abunde la violencia hacia las personas y el medioambiente, en lo local y mundial.

Es también asombroso que exista el calentamiento global, las guerras mundiales, regionales, y su coexistencia con fiestas locales y trasnacionales, a nivel de pareja, familias, de ciudad, territoriales y nacionales.

Las fiestas son una forma de catarsis, es un estado alterado de conciencia donde descansamos de la conciencia ordinaria y sus rutinas. La fiesta es saludable como reposo y relax, la trampa es cuando tratamos compulsivamente, de estar en continua “fiesta”, pues allí, acecha el lobo de las adicciones.

Todo esto, coexiste con el aumento de adicciones y muertes a causa de sus efectos, los suicidios de jóvenes, la extinción masiva de especies y bosques, selvas, contaminación y abatimiento de cuerpos de agua, abandono de ancianas y ancianos, y de hijos pese a vivir en la misma casa con sus padres.

Ya Erich Fromm desde 1955 (Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. México, FCE) había hablado del hecho de que sociedades enfermas producen sujetos enfermos, y viceversa. Así como existe el carácter personal destructivo, así existe el carácter social. El disfuncionamiento de nuestra manera individual de sentir, pensar y actuar, es inseparable del comportamiento como sociedad. Es un Círculo reproductivo recíproco, para bien o para mal.

Otro hecho asombroso es la existencia de psicólogos, médicos, psiquiatras, pensadores, sacerdotes de diversas religiones, neurocientíficos, etc., para quienes son alcohólicos o adictos a alguna sustancia, emoción negativa, persona, creencia. Aunque a veces, estos profesionales son enfermos mentales “especialistas”, que están en empresas u organizaciones y que atienden a usuarios o pacientes. Son ciegos guiando a ciegos.

Lo anterior nos lleva a dos preguntas clave: ¿Qué es la salud mental? Y ¿Por qué si ya sabemos lo correcto no lo hacemos? Existe mucha confusión entre el gran número de respuestas a la primera pregunta; Erich Fromm la responde con claridad: la salud mental es la capacidad de amar maduramente. “Maduramente” significa que conlleva respeto, responsabilidad, ternura, justicia y conocimiento. No es simple enamoramiento ni pasión ciega. Esto es la salud mental a grandes rasgos, pero esencialmente, pues, ¿a dónde nos quiere llevar un asesor en salud mental, ética o espiritualidad?

Pero saber conceptualmente cómo tener un peso corporal óptimo no me hace tener ese peso ideal, se requiere conocimiento, estilo de vida saludable y ejercicios. La salud mental personal y colectiva no se adquiere con discursos, normas, decálogos, leyes ni decretos.

La psicología, medicina, psiquiatría, las religiones y la neurociencia, dominantes en las sociedades, se han olvidado de que no es lo mismo darle información a la conciencia que formar conciencia. Formar conciencia es como hacer crecer un músculo donde no existía. La información entra por un oído y sale por el otro. Los obispos mexicanos en el 2010, en su Manifiesto ante la violencia (Cristo nuestra paz, CEM) identificaron muy bien la clave para pacificar nuestra mente: revitalizar nuestro ego (yo), dejar de considerarlo una substancia, un ídolo, dentro de nuestra piel

Así, el cristianismo auténtico y profundo, coincide con el núcleo de la espiritualidad y psicología budista: los dos obstáculos para estar sanos mentalmente, son el egocentrismo y la fijación al placer (adicción). Sin disminuir la hiperactividad, es más complicado sanar mentalmente, por esta razón es clave ejercer una meditación correcta: la Atención Plena (mindfulness, satipatthana, vipassana), es decir, cultivar la serena observación de la sensaciones, emociones y pensamientos presentes en el continuum de conciencia. Al mismo tiempo hay que observar que nada existe por sí mismo, todo es interdependiente, está vacío (suyata).

Desgraciadamente, hoy ha surgido todo un supermercado con “mindfulness” como mercancía, mindfulness sin generación de compasión (visualizaciones), sin esfuerzo por vivir simple y sanamente, evitando el consumismo, sin intención de relaciones tiernas y saludables, sin redescubrir la sacralidad de la naturaleza y el universo, es pura fantasía el cultivo de la Atención Plena, la cual, es una forma de oración continua, pues tiene como núcleo la conciencia de que estamos hechos para el amor maduro hacia los seres humanos y toda la biodiversidad, todo lo demás, es polvo al viento…

 

 

 

 

Comunicación Sistema UNIVA

Author Comunicación Sistema UNIVA

More posts by Comunicación Sistema UNIVA